¿Otorga el que calla?
Pasividad frente a la ofensiva independentista catalana.
Los hay que aparentan moverse sin dar un paso. Mariano Rajoy es uno de ellos. Repite la misma jugada una y otra vez, y algunos no dejan de preguntarse por qué. Otros lo disculpan creyendo que su pasividad es una estrategia de desgaste frente al adversario. Pero, por la forma de insistir en ella en los diferentes frentes abiertos, puede que se trate simplemente de indolencia. O de manifiesta incapacidad.
¿Otorga el que calla? Ante la última ofensiva del Govern de la Generalitat han surgido voces desde Cataluña pidiéndole al Gobierno que contraataque. Rajoy y su Ejecutivo se esconden tras una cautela que empieza a resultar desmoralizante para quienes creen que no se puede ganar una batalla sin librarla. Al menos, piensan, el Ejecutivo que preside Rajoy podría contraponer a los informes falsos y sectarios sobre la deslealtad del Estado otros verosímiles con datos cualificados que avalasen el perjuicio que supondría para Cataluña la independencia. El Gobierno de España tampoco responde en la medida que debiera, según muchos catalanes que se sienten españoles, a los desplantes de Mas en su intempestiva huida hacia delante.
Probablemente, los argumentos independentistas catalanes de última hora no resistan un razonamiento basado en la falta de prosperidad. Y seguramente al Estado, en este tipo de pulsos, le convenga más enfrentarse a la situación, contrarrestándola con hechos documentados, que una estrategia de apaciguamiento. Hechos frente a ficción. Sin embargo, Rajoy, en contra de lo que Cameron maniobra en el Reino Unido para desbaratar la opción de independencia de Escocia, ha optado por mirar para otro lado viendo la posibilidad del referéndum algo lejana.
¿Refutación con datos del agravio orquestado mediante patrañas por los nacionalistas? Sí. La situación se complica, sin embargo, cuando lo que hay que combatir es un sentimiento independentista inspirado en la ficción que, de ser sincero, resultaría, además, innegociable desde Madrid. No se puede estar toda la vida negociando contraprestaciones económicas para aplacar un sentimiento infundado de nación y sucumbir al chantaje.
COMENTARIO:
Fumando y a techado espero a que escampe, así llegué a Presidente de España, y que salga el sol por Antequera.
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