EL BANCO DE LA
BALDOSA. MAÑANA SACO MIS POCOS AHORROS Y ME LOS GUARDO EN SITIO SEGURO
COMO HACÍAN ANTAÑO LOS ABUELOS.
El tabú roto con el «corralito» de Chipre
En Chipre los depósitos se remuneran a tipos
muy altos. Mucho del dinero depositado es de los rusos. Tienen una banca
sobredimensionada porque actúan como semiparaíso fiscal. Se dan unas
condiciones absolutamente excepcionales y en nada parecidas a las españolas.
Además, están negociando los detalles. Vale, de acuerdo. Pero en Chipre se ha
roto un tabú: el de la garantía de los depósitos. Y se ha sentado un
precedente: Europa es capaz de ordenar su expolio, aunque sea parcial. Ahora,
que Europa nos dé una buena razón para no ir al banco, sacar todo lo depositado
-en billetes de 500, por favor- y meterlo debajo de una baldosa. Dejando en él
sólo lo indispensable para atender los pagos domiciliados.
A lo largo de las últimas décadas hemos ido
bancarizando la vida cotidiana. Hace 42 años cobré mi primera nómina en
efectivo, en el típico sobre de color marrón, dentro del cual tintineaban
algunas monedas junto a los billetes. A la puerta de casa llamaban los
cobradores: el de la luz, el del gas, el del agua, el del seguro de entierro.
Cada principio de mes, mi madre iba a pagar el alquiler. La mayoría de la gente
no tenía cuentas corrientes, que eran cosa de las empresas, sino libretas de
ahorro. Naturalmente, llegó el día en que la empresa me exigió la apertura de
una cuenta para ingresar la nómina. Durante un tiempo acudía cada mes al banco
para retirar casi todo lo cobrado. En otra ventanilla hacían cola los abuelos
que recibían la pensión en efectivo. Luego llegaron los recibos domiciliados y
las tarjetas de crédito. Y ahora ya ni sé en qué cajón duerme el último
talonario que pedí.
Cuando todo pasa por los bancos, meter el
dinero en ellos no es una opción sino una necesidad. Y en tal caso, a nadie se
le ocurre que sea una inversión de riesgo. Además, poca inversión será cuando
de ordinario se remunera a un interés que apenas compensa las comisiones o
queda limpiamente por debajo si la cuenta tiene algo de movimiento. A cambio de
tantos inconvenientes, lo mínimo que podemos esperar es la plena garantía de
que nuestro dinero está seguro. Pero si se abre la veda, aunque sea en Chipre,
la seguridad plena desaparece. Es cuanto menos frustrante (por no decir una
estafa) que sea Europa, en la que tanto confiamos para asegurar nuestro futuro,
la que nos asuste de esta manera.
Y que no nos vengan con que el sistema de la
baldosa hunde la economía. Si quieren inversores, que vendan inversiones,
publicitando tanto la expectativa como el riesgo. Pero cuando metemos la nómina
en el banco para atender recibos, letras y el gasto de las tarjetas, pagando
por ello una comisión tras otra, no lo hacemos para que lo inviertan con
riesgo. Ni menos aún para que le metan un bocado a cuenta de sus imprudencias.
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