Niños en la calle en Madrid y 479 camas libres
La imagen de familias con menores demandantes de asilo durmiendo a la intemperie se ha convertido en escena cotidiana de una capital incapaz de organizar la acogida.
El mes de diciembre se acerca y los termómetros siguen bajando. Todos los días sin excepción decenas de personas que huyen de la violencia de sus países guardan fila, desde primera hora de la mañana, a las puertas del Samur. Esperan durante largas horas para, en muchos casos, acabar durmiendo en la calle para no perder el turno en la cola. Esa es la imagen del Madrid invernal de un tiempo a esta parte: niños en la calle y vecinos auxiliando ante la pasividad del Ayuntamiento y también del Gobierno central.
“Se dice por aquí que si te ven, si eres insistente, te llaman antes”, cuenta Danelis del Carmen, estudiante venezolana de 25 años, tras una gruesa bufanda blanca que solo deja entrever sus ojos rasgados. Ella y su hermano de 18 años llevan tres noches durmiendo frente a la sede del Samur “por si acaso”. Hay otra verdad: “Cuando aparecen las cámaras de televisión, se liberan plazas donde antes no las había”, dice una trabajadora social del centro de La Latina.
"Ningún trabajador del Samur Social les diría que no hay plazas sabiendo que las hay, las camas no se liberan a las 12 de la noche", explica. "Hay presión mediática y son los jefes quienes hacen lo que sea para sacar a las familias de la calle. No es que surjan plazas, las teles las sacan de donde no las hay”.
La campaña de frío arranca en Madrid el lunes 25 de noviembre con las mismas plazas que el año pasado. Ni más ni menos. 479 para pernoctar y 30 recursos en centros de día, que se abren hasta el 31 de marzo todos los años para albergar a las personas sin techo durante los meses de más frío. A mediados de septiembre, 150 de estas camas se abrieron de manera excepcional para dar cobijo a los refugiados que duermen a las puertas del Samur Social desde hace meses. Pero esa excepción duró poco. Según informa el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, que depende de José Aniorte (Ciudadanos), estos recursos comenzaron a cerrarse gradualmente poco antes de que el Ayuntamiento pusiera a disposición del Ministerio de Migraciones un edificio en Cercedilla para acogerlos.
Los recursos reservados para la campaña del frío no se han utilizado en su totalidad a pesar de que la situación de emergencia continúa. Los trabajadores del Samur toman los datos de las mismas personas solicitantes de asilo, una y otra vez, y les dan siempre la misma respuesta: “No hay plazas”. Sin embargo, más de 500 están vacías y bloqueadas hasta el próximo lunes.
Ante esta situación, la Administración municipal explica: “No podemos abrirlas antes del 25 por un tema de contratos, si lo incumplimos a sabiendas nos expondríamos a responsabilidades serias”. Se quejan de falta de recursos: es competencia del Gobierno y no del municipio la gestión de los refugiados. “Ojalá pudiésemos abrir 10.000 plazas y solucionar lo de los refugiados pero los presupuestos [4.686 millones para 2020] son los que son”, indican. Mientras Ayuntamiento y Gobierno se ponen de acuerdo, son los vecinos los que evitan que los refugiados duerman en la calle: pagan noches en pensiones, los alojan en sus casas o les trasladan a parroquias como la de San Carlos Borromeo. Ellos no tienen ninguna duda: “Aquí ningún niño duerme en la calle”, aseguran los voluntarios que acuden cada día a las puertas del Samur Social.
Este año el número de personas demandantes de asilo que llegaron a Madrid a través del Aeropuerto de Barajas se ha duplicado. De 20.500 a 50.000, según los datos que el propio Aniorte compartió en la comisión municipal ordinaria del pasado martes. Una vez en tierra, los refugiados se desplazan a la comisaría de Aluche para conseguir la cita que inicia el proceso de protección internacional. Manuel Páez, el comisario de la Brigada de Extranjería, confirma los datos del edil: “El año pasado dábamos un máximo de 200 citas al día, ahora llevamos dos meses en los que llegamos a dar más de 600 en una mañana”.
El proceso termina para algunos a las puertas del Samur Social. La respuesta es la de siempre: no hay camas. Entonces aparecen vecinos solidarios para asistir a las familias. Y, si hay suerte, las cámaras de televisión. Entonces, aparece la solución mágica: hay camas.
Este jueves, tras la publicación de este artículo, el edil de la Concejalía de Familias ha enviado una carta a Magdalena Valerio, al frente del Ministerio de Migraciones, el órgano que tiene la competencia para acoger a los solicitantes de asilo. El Ayuntamiento de Madrid insta al Gobierno en este escrito a reunirse el viernes 29 de noviembre para atajar juntos esta emergencia social. "El aeropuerto de Barajas se ha convertido en la principal frontera de España. A día de hoy miles de familias han tenido que ser atendidas a través de la red de emergencia del Ayuntamiento que no alcanza para la gran afluencia de solicitantes cuya acogida es competencia del Gobierno", afirma Aniorte en el texto que ha lanzado en redes sociales. También invita a sumarse al encuentro a organizaciones como Unicef, ACNUR y la ONG Save the Children a sumarse a esa reunión. Según el edil, "llegan a Madrid pero vienen a España. Acogerlos es un deber nacional".
Ocho noches en la calle
Los siete metros de acera frente al Samur Social de la calle San Francisco 10 de La Latina, en Madrid, se han convertido en un improvisado vecindario. Sobre todo para la pareja de caleños Luzmila Moreno, Johan Murillo y su hijo de 23 años José Andrés y para Fran Monroy y sus cuatro hermanos de Caracas. Son los veteranos de la fila, los que acumulan más días de calle bajo el intenso frío madrileño, una temperatura que nunca antes habían experimentado en sus países caribeños. Mientras cenan la sopa humeante que ha traído Gabriela García de la Red de Solidaridad Popular -como hace cada noche-, comparten conocimiento con dos hermanos venezolanos de 18 y 25 años que, tras pasar una noche en la parroquia San Carlos Borromeo de Vallecas, han decidido esperar lo que haga falta en la calle hasta conseguir plaza. "Todos los días hay que apuntarse en la lista del Samur, cuanto antes mejor. Si llega una familia con niños, tienen prioridad, pasarán antes y nosotros pasaremos a ocupar el último puesto en la lista". "Hay que ser insistentes, cuanto más te vean los del Samur en la puerta, más posibilidades tienes de entrar, por eso no nos vamos a dormir a ninguna parroquia, es mejor quedarse aquí", añaden.
Este lunes había dos nuevas familias que habían llegado de Colombia, una con dos niños de cinco y 11 años y otra con una niña de tres. No se conocen entre ellos, pero sus historias son similares: Medellín o Bogotá, violencia y extorsión. En España, tras dormir en hostales, en parroquias y en la calle, la Cruz Roja les aconsejó que fueran al Samur, y el Samur que pidieran alojamiento a la Cruz Roja. Finalmente, tras seis horas esperando en la puerta fueron acogidos por los servicios de emergencia municipales. Eran las 12 de la noche.
Las tres familias y los cinco menores que aguardaban la tarde del martes para conseguir alojamiento en el Samur Social no tuvieron tanta suerte: fueron acogidas en la parroquia San Carlos Borromeo a última hora de la noche.
Este miércoles ha llovido. Las dos familias con niños que esperaban en la puerta han sido acogidas a las ocho de la tarde, pero aún quedan unas 16 personas esperando bajo la lluvia.
ESPAÑA NO PUEDE SER LA SALVADORA DE TODOS LOS INMIGRANTES MIENTRAS EUROPA LOS RECHAZA,NO TENEMOS RIQUEZA SUFICIENTE PARA AYUDARES.
Este lunes había dos nuevas familias que habían llegado de Colombia, una con dos niños de cinco y 11 años y otra con una niña de tres. No se conocen entre ellos, pero sus historias son similares: Medellín o Bogotá, violencia y extorsión. En España, tras dormir en hostales, en parroquias y en la calle, la Cruz Roja les aconsejó que fueran al Samur, y el Samur que pidieran alojamiento a la Cruz Roja. Finalmente, tras seis horas esperando en la puerta fueron acogidos por los servicios de emergencia municipales. Eran las 12 de la noche.
Las tres familias y los cinco menores que aguardaban la tarde del martes para conseguir alojamiento en el Samur Social no tuvieron tanta suerte: fueron acogidas en la parroquia San Carlos Borromeo a última hora de la noche.
Este miércoles ha llovido. Las dos familias con niños que esperaban en la puerta han sido acogidas a las ocho de la tarde, pero aún quedan unas 16 personas esperando bajo la lluvia.
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