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miércoles, 11 de noviembre de 2015

EUROPA PONE ALAMBRADAS A LA INMIGRACIÓN

Dimitris Avramopoulos

Dimitris Avramopoulos, en un acto el 9 de noviembre

“El sueño europeo se ha desvanecido”

El comisario de Inmigración alerta contra las soluciones nacionales a la crisis de refugiados.

La llegada multitudinaria de refugiados a Europa no solo pone a prueba la capacidad de acogida del continente. También la voluntad de integración que muestran los Estados. El comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, observa con temor la actitud de algunos países miembros. “Es un momento difícil para Europa; el sueño europeo se ha desvanecido”, asegura en un encuentro con cinco diarios europeos. La cita tuvo lugar pocas horas antes de la cumbre que la UE celebra en Malta con 35 Estados africanos para tratar de gestionar los flujos migratorios.
Lo que aleja ese sueño europeo, según el responsable de la Comisión Europea para inmigración, es “un intento de renacionalización” que algunos Estados exhiben al abordar la crisis de refugiados. Avramopoulos defiende lo contrario: solo gestionando las llegadas de manera común podrá la Unión Europea afrontar este desafío, que no va a remitir. El comisario insta a los gobernantes a resistir las presiones populistas y adoptar las medidas correctas. “Cuando tomas decisiones audaces no calculas el coste político. El papel de los líderes es guiar a los ciudadanos en la dirección correcta, no ir corriendo detrás de los acontecimientos”, espeta a algunos mandatarios cuyos nombres no revela.
Los ministros comunitarios del Interior discutirán en unos días un informe de la Comisión Europea sobre el espacio de libre circulación de Schengen. En un momento en que varios países (entre ellos Alemania y Austria) aplican controles temporales en las fronteras interiores para hacer frente al flujo de refugiados que transita por el continente, Avramopoulos admite los riesgos de que esas situaciones excepcionales se extiendan. “Algunas políticas ponen en riesgo Schengen, pero no vamos a permitirlo”, zanja.
Más allá de agilizar todas las medidas que ha aprobado la UE y, cuya aplicación va muy retrasada, hay un actor externo clave para mitigar los flujos hacia Europa. “Solo Turquía puede parar los flujos, pero para eso necesitamos proporcionarles fondos y herramientas”, expone sin rodeos. Bruselas negocia con Ankara un plan de acción que refuerce el control del paso de Turquía a Grecia –un coladero por el que han transitado más de medio millón de personas en lo que va de año- a cambio de dinero y de algunos gestos políticos como avanzar en la candidatura turca a integrar la UE o acelerar la desaparición de visados para los turcos que viajen a Europa.
En ese acuerdo habrá también promesas de acoger a una parte de los más de cuatro millones de sirios refugiados en Turquía, aunque el comisario rehúsa dar cifras porque “la negociación está abierta”. Será, en todo caso, otra píldora dura de tragar para los Veintiocho, que apenas empiezan a aplicar el controvertido acuerdo de repartir por el mapa europeo una parte de los refugiados llegados a Grecia e Italia.
La Comisión no se da por vencida y prepara más munición en esa línea. Además del mecanismo permanente que ha puesto sobre la mesa para que la distribución de refugiados entre socios comunitarios se consolide como solución de futuro, el Ejecutivo europeo pretende hacer lo mismo con el llamado reasentamiento de asilados. Se trata de acoger a demandantes de asilo antes de que se embarquen hacia Europa, de entre los que están desplegados en los países vecinos de Siria. Los líderes de la UE se comprometieron hace unos meses a reasentar a 22.000, pero el proceso prácticamente no ha empezado. En marzo, Bruselas presentará un esquema permanente para ese tipo de acogidas en origen.
El comisario griego defiende estos procesos, pero también advierte de que los potenciales beneficiarios no pueden negarse a trasladarse al país que les corresponda, en lugar de dirigirse todos a Alemania, como ocurre ahora en buena medida. “Los que no acepten ser reubicados en Europa es como si declararan que quieren permanecer como ilegales”, alerta. No obstante, un refugiado no pierde su estatus aunque se traslade a otro territorio y no puede ser devuelto a su país de origen porque su vida correría peligro. El margen de presión política es, por tanto, limitado.
COMENTARIO:
A ver, que las palabras bonitas normalmente están huecas de contenido. La inmigración con orden y medida bien. Con integración asumible para los países receptores. Si no es así ni hablar. Eso es lo que están diciendo varios países de la UE y hacen muy bien; no son tan buenistas como en España.

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