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viernes, 1 de noviembre de 2019

EDUCAR PARA MADURAR

PENSANDO UN POCO...
 
LOS MAYORES, ¿SABEN LO QUE ES?
Además de que mejore la calidad educativa en todos los aspectos, que prepare a los niños y adolescentes para ese mañana que les espera, donde, además de estar preparado en todas las materias, les dignifique como personas para saber sortear y superar los retos sin papá y mamá.
Entre otras, que regule los días de vacaciones, las exigencias en cuanto a: disciplina, responsabilidad, respeto, compañerismo, solidaridad... que prime la cultura del esfuerzo.
El profesorado debe tener la consideración que se merece por parte de todos, donde alumnos y padres formen parte de un todo, pero que sepan y respeten la autoridad de los maestros.
Es imposible que luego los padres lo sean con la consistencia necesaria si fueron educados sin disciplina y carentes de todo lo anterior relatado. Dejarán hacer y deshacer a sus hijos, como a ellos les tuvieron a bien maleducar con esa permisividad tan dañina para toda la sociedad.
Todo viene por estos cinco días de vacaciones de la última semana de octubre, donde luego vendrá Halloween (fiesta anacrónica y con connotaciones de terror para metérsela a niños desde la más tierna edad, ahora de actualidad en nuestro país), en seguida Santa Bárbara, Navidad, Reyes, Carnaval, febrero, Semana Santa y las de verano, que son eternas y sumadas a las demás con puentes incluidos, sábados, domingos, más alguna huelga, por mal tiempo, excursiones, celebraciones por todo, enfermedades, cumpleaños hasta del bedel... tenemos más horas de vacaciones al año que horas educacionales.
Decía que se me vino a la cabeza por estos días de vacaciones sin motivo aparente, donde todos pueden comprobar acudiendo a los centros comerciales (no a los parques, cosa que sería lo normal) cómo los papás y abuelos los llevan de paseo por los centros comerciales y cómo los retoños están tan bien educados en la permisividad más absoluta por parte de profesores (que poco pueden hacer mientras no se les potencie en este aspecto), padres, abuelos y resto de sociedad, que ya les permite todo. Entran en las tiendas y cogen todo, tiran de todo, corretean y, si balones se venden, los papás, tan condescendientes ellos, los dejan que se echen un partido por entre todos los demás clientes y pasillos.
Sumado al griterío, lloros y carreras, convierten estos centros comerciales en un barullo imposible de frecuentar por los verdaderos clientes, que sí irían a comprar y no a pasear angelitos de cuidado.
Alguien puede decir: este señor es un "repunante" de cuidado. Pues me gustan los niños, pero cuando se van conmigo por esos sitios, donde sea, no les dejo que molesten a los demás. Esa es la diferencia.

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