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lunes, 4 de noviembre de 2019

CUANDO LOS PÁJAROS RUGEN...

PENSANDO UN POCO....
 
EL LEÓN TIEMBLA
 
La noche del 26 al 27 de octubre quizá fue la que más me indignó, más que todas las barbaries cometidas en aquella semana de terrorismo callejero por las calles, autopistas, vías y aeropuerto. Esta última noche, no se conformaron con cometer actos vandálicos de terrorismo extremo; no se conformaron con asediar la Comisaría de Policía, el Palacio de Justicia y otros edificios oficiales; no se conformaron con romper, quemar y dañar inmobiliario y empresas, ya no se conforman con lanzarles todo tipo de objetos usados como armas de hacer daño y huir cuando la Policía cargaba y avisaba.
 En esta noche se enfrentaron a los policías y mozos de escuadra retándoles a la cara, tratando de acorralarles, ya no se tapan la cara muchos de ellos, están cometiendo un delito gravísimo de desobediencia y agresión hacia la autoridad y agentes del orden. Es la ley de la selva lo que ocurre en Cataluña ¡Ya no tienen miedo a la Policía! ¡Ya no los respetan!
Cuando se pierde el respeto a la autoridad y a las fuerzas del orden que cumplen su labor ejecutando órdenes y funciones propias de su cargo, cuando además se les agrede en masa, se les hace frente tratando de acorralarlos... Ya estamos hablando de delitos mayores. ¡Ya! los poderes del Estado, con el Presidente y los ministros del Interior y de Defensa a la cabeza, deben cortar de raíz esa insurrección.
Sí, han oído bien, sublevación y rebelión en toda regla. Si los magistrados del Supremo que dictaron sentencia dejaron las penas en sedición por insuficiente violencia, ahora la tienen ahí; desde la sentencia, se les vio la cara a esos independentistas, no rompían un plato, no dejaban un solo papel tirado en el suelo cuando se manifestaban, ahora dan su verdadera imagen: los cabecillas azuzan, los colectivos civiles también, luego la tropa (la masa borreguil y terroristas en potencia) adoctrinada desde las aulas y desde los medios de comunicación se lanzó de lleno a soltar lo que tenían dentro: odio enfermizo a las fuerzas del orden y al resto de españoles.
Las manifestaciones se convirtieron en campos de batalla, terrorismo callejero de alto nivel, que culminó este sábado con delitos de proporciones sin límite si no se cortan de raíz: han perdido el miedo y el respeto por completo a las autoridades. Ese acorralamiento a las fuerzas del orden con esos instintos de agresividad suprema no se debe permitir que se repita ni por asomo jamás. Cuando se quieren conseguir fines con esa violencia inusitada e injustificada en una democracia, se pierden todos los derechos y razones.
Para esa gentuza, tiene el Estado la Policía, Mozos y Guardia Civil, medios suficientes para detenerlos a todos, que el juez [Señor Iglesias (nada de política), cuando se cometen delitos, es la Justicia la que se tiene que hacer cargo] los meta entre rejas, hasta que los eduquen a respetar instituciones, autoridades y legislación. Estamos en un Estado de derecho, en una democracia donde cualquiera puede cambiar, abolir y añadir reformas y leyes; claro está, siempre bajo los parámetros de nuestra reglamentación. Salirse de ella es delinquir.
En Cataluña ya no existe democracia, se pervirtió por la dejadez del Estado central; las competencias asumidas no son para distorsionarlas. Las comunidades no son reinos de taifas, son sucursales de un Estado central. Sus políticos son los representantes de ese poder central, no son dueños de nada, se les designa para gestionar dentro de las leyes y normas que entre todos nos damos. ¿Lo entienden?, fuera de ahí solo queda la cárcel.
Creo que no queda otra, ya no hay diálogo posible, la política la convirtieron en religión por adoctrinamiento. Hay que intervenir esa comunidad por dos legislaturas por lo menos, colocar a cada cual en su sitio. La democracia tenemos que defenderla, nadie la regala.

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