Durante décadas, los miembros de la familia real española fueron tratados con profunda deferencia por los ciudadanos, los políticos y los medios de comunicación. Sus vidas privadas generalmente no se investigaban ni se informaba de su paradero, y las fuentes de la vasta riqueza personal del Rey Juan Carlos no se discutían, pese a a que llegó al trono casi sin dinero en 1975, tras la muerte del general Francisco Franco". Pero ese amable escenario, descrito en un amplio artículo que The New York Times publica en su edición de este martes, se ha transformado hoy radicalmente. "Los tabúes han desaparecido", asegura el rotativo estadounidense.
La información, firmada por su corresponsal en Madrid, Raphael Minder, sostiene que "casi todas las semanas la familia real se enfrenta a nuevas acusaciones y bochornos, algunos de los cuales señalan al propio Rey, y cada aspecto de la vida personal y financiera de sus miembros está sujeto ahora al todo vale". Según el prestigioso diario neoyorkino, "la impopularidad del Rey ha aumentado, y algunos sondeos sugieren que, lejos de atraer simpatías, el declive de su salud ha incrementado las voces que piden su abdicación en favor del Príncipe Felipe".
The New York Times hace un repaso al annus horribilis que está viviendo la Corona española, desde la cacería de elefantes en Botsuana al caso Nóos -incluyendo la reciente imputación de la infanta Cristina de Borbón-, pasando por las supuestas cuentas de don Juan Carlos en bancos suizos, las revelaciones sobre la vida íntima de la Princesa Letizia hechas por su primo David Rocasolano en un libro de reciente aparición o las supuestas gestiones del jefe del Estado para colocar a Iñaki Urdangarin como segundo entrenador de la selección de balonmano de Qatar.
"Muchos errores"
El rotativo recoge, entre otras, la opinión del periodista José Antonio Zarzalejos, columnista de El Confidencial, que afirma: "Está claro que el Rey no goza de buena salud y ha cometido muchos errores. Por lo tanto, no tiene la capacidad de seguir al frente [de la Corona] que sí tiene su hijo". Zarzalejos, que se define como "un absoluto monárquico", confiesa que durante su etapa como director de Abc no sufrió una "censura formal" por parte de la Casa Real, sino que "voluntariamente refrenó la cobertura informativa de la monarquía, como también hicieron otras publicaciones".
Un portavoz de La Zarzuela consultado por el diario admite que la Casa Real "es muy consciente de la caída de popularidad de la monarquía y del propio Rey", pero subraya que, pese a todo, "sigue siendo más popular que muchas otras instituciones del país". Y añade que la Corona "está haciendo esfuerzos para ser más transparente". Aunque esos supuestos esfuerzos distan mucho de satisfacer las exigencias de amplísimas capas de la población, especialmente los más jóvenes, que no reconocen el pedigrí democrático ganado por la monarquía durante una Transición que ellos no vivieron.
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