Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal en la sede del PP el 3 de octubre
Ventajismo popular.
El PP no debe aprovechar la crisis del PSOE para imponer condiciones.
Lo último que debe hacer el Partido Popular es aprovecharse de la crisis interna en el PSOE para chantajear a los socialistas con condiciones que vayan más allá de la investidura. Esa tentación, visible en las voces que desde el PP amagan con la convocatoria de nuevas elecciones generales si los socialistas no se avienen a extenderles un cheque en blanco, tanto en la investidura de Mariano Rajoy como posteriormente, juega con la idea de que el PSOE sufriría una derrota aún mayor en unos nuevos comicios. Utilizar la fragilidad de este partido para tan mezquinos cálculos partidistas es intolerable cuando la prioridad de todos tiene que ser la de constituir un Gobierno y abordar los problemas largamente aplazados.
Claro que Mariano Rajoy necesita más de 137 escaños del Congreso para gobernar, incluso más de los 170 que ya tenía comprometidos en el anterior intento de investidura. Pero el problema de la legislatura hay que resolverlo después de que el Congreso haya elegido a un presidente del Gobierno, y para ello quedan menos de cuatro semanas. No se puede dejar pasar el tiempo empantanando al país en ambigüedades y equívocos, pretendiendo que venza el plazo fatídico para que el Rey se vea obligado a disolver las Cortes y convocar otras elecciones. Todos los esfuerzos deben dedicarse a que la investidura se efectúe en tiempo y forma, acabando así con el terrible bloqueo político sufrido por este país a lo largo de diez meses.
Los intereses de España deben primar sobre las voces del Partido Popular que parecen ansiosas de rematar a sus adversarios históricos. Los acontecimientos sucedidos en el PSOE durante la semana pasada, por graves que hayan sido, contribuyen a desbloquear la situación política y nos alejan de unas terceras elecciones. Pero no hacen desaparecer la necesidad de que el PP cambie su estilo político, pasando del Gobierno de mayoría absoluta a una cultura de negociación y de pactos. Los Presupuestos Generales del Estado pueden ser el primer escollo, y también la primera cita obligada de las fuerzas políticas que pongan en marcha la legislatura, y por eso no deben convertirse en exigencia de Rajoy para ir a la investidura. Ahí es donde hay que demostrar cintura política y capacidad de pacto. Como tampoco va a borrarse de un plumazo la exigencia de restablecer la ética política, y por eso se mantiene íntegra la necesidad de que el Partido Popular y el propio Rajoy cambien de actitud respecto a la gestión de los escándalos de corrupción.
No puede aceptarse que la debilidad de unos y la soberbia y ventajismo de otros mantengan a España en un callejón sin salida. Bloquear el funcionamiento normal de la democracia es siempre inaceptable, pero lo es más aún si el partido más votado encabeza dicho bloqueo. Después de sostener una y mil veces que solo ellos, como partido más votado, deben gobernar, es la hora de demostrar que son capaces de hacerlo. Rajoy y el Partido Popular tienen que poner en marcha la legislatura sin más dilación con los apoyos que logren reunir, sin buscar excusas ni exigir imposibles.
EL PP VOLVERÁ A COMETER LOS ERRORES DE COSTUMBRE. PERO EL PAIS NO ESTÁ PARA GRANDES AVENTURAS.
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