"Llevo mucho tiempo, desde que llegué a ser presidente de Gobierno,esperando poder dar una noticia como esta". Mariano Rajoy decía estas palabras este jueves en la presentación del II Foro Internacional de Políticas Públicas de Empleo, puesto en marcha con el apoyo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), apenas hora y media después de que se conocieran los impactantes datos del segundo trimestre de la EPA: la recuperación de más del 10% de los 3,8 millones de puestos de trabajo destruidos desde 2007, con la creación de 402.400 empleos. El presidente hablaba con alegría, contenida pero evidente: "Los datos demuestran que la mejoría es estructural, no coyuntural. El paro ha disminuido en 10.400 personas en tres meses, algo que no tiene precedentes en las series del INE. Hemos conseguido frenar esta sangría", señalaba Rajoy.
Puede que se le haya echado el freno -se verá-, pero lo cierto es que, como el dinosaurio del cuento de Monterroso, el problema sigue aquí, lacerante. Las cifras con las que se ha elaborado el gráfico que antecede a estas líneas (que proceden de la misma OIT) muestran la situación de España en el mapa mundial del paro: sólo por detrás de Mauritania, Macedonia, el departamento de Reunión, Bosnia-Herzegovina, Grecia y Lesoto. Los datos son de 2013, pero si se actualiza la tasa de paro con la que esta semana ha marcado la EPA, un 24,47%, España sólo avanzaría un puesto en el furgón de cola, quedando por detrás de Sudáfrica. "No voy a cejar en el empeño de que el paro pase a ser historia, triste historia de España", decía Rajoy este jueves. Más nos vale.
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