La mujer más poderosa del mundo, la canciller alemana Angela Merkel, revela en una entrevista que publica mañana la revista XL Semanal, que se vende conjuntamente con ABC, su lado más íntimo y personal y cómo este se ha visto condicionado por el ejercicio del poder. «El control, para mí, es sobre todo mantener la perspectiva. No puedo encargarme de todo yo misma, tengo que confiar, y de hecho confío, en mis colaboradores», asegura Merkel. La que para muchos analistas es la nueva dama de hierro y para otros una política vacilante, explica cómo maneja las situaciones comprometidas a las que se ve sometida casi a diario en el ejercicio de su cargo: «Acepto que soy una personalidad pública y que siempre estoy siendo observada; puedo vivir con ello, es mi trabajo, y el de los periodistas es observarme». Aunque reconoce que, a pesar de lo que piensa la gente, su capacidad de autocontrol deja mucho que desear. «Cuando te pasas diez horas en el estrado de una convención, es imposible parecer siempre fresca e interesada todo el tiempo en lo que se dice. Y sé que cada vez que escribo un sms desde el escaño me sacan una foto».
Sentimientos y emociones
La canciller, que se verá sometida el próximo mes de septiembre al escrutinio de las urnas, habla en estas páginas sin reservas de sus emociones y sentimientos. «No me resultaría incómodo llorar en público. También me he sentido conmovida en muchas ocasiones. Al comienzo de mi primer mandato secuestraron a dos alemanes en Irak y aquellos días mantuvimos reuniones muy tensas; no sabíamos cómo actuar. ¿Esperamos o intervenimos? Aquellos días estuve muy preocupada. Tiempo después, la muerte de soldados nuestros en Afganistán me afectó muchísimo: la conversación con los familiares, ver su desesperación y tristeza...
Uno de los asuntos más delicados que se abordan en la entrevista es el relacionado con su pasado como ciudadana de la desaparecida RDA. La publicación de varias biografías en las que se abordan su supuesta militancia en la FDJ (Juventud Libre Alemana, organización oficial comunista), y su rápida conversión e integración en la Democracia Cristiana tras la caída del Muro de Berlín no arredran a Angela Merkel. «Siempre he hablado sin problemas sobre mi vida en la RDA, especialmente en un libro de entrevistas, publicado en 2004, antes de ser canciller. Lo que conté de mis años en la FDJ sigue siendo válido hoy. No tengo nada nuevo que añadir», explica.
No obstante. respecto a su biografía Merkel había asegurado hace unos días que si saliera algo nuevo sobre aquellos años también podría vivir con ello. Al recordarle estas declaraciones, la canciller matiza: «Aquella organización era un espacio de iniciativas comunitarias, visitas al teatro y discusiones en grupo. Si se tiene todo esto en cuenta, entonces se puede conseguir una imagen de conjunto».
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