El Frente Popular; una obviedad
«Resultan obvios todos y cada uno de los hechos que se han ido produciendo bajo la dirección de Sánchez, que encarna como nadie el proyecto del Frente Popular, que tiene el gran objetivo de socavar, sustituir un orden social, destruyendo la libertad así como los valores cristianos de nuestra sociedad».
El pensador francés Fabrice Hadjadj, en su excelente libro titulado «La suerte de haber nacido en nuestro tiempo», nos recuerda que, una de las manifestaciones más rotundas de la profundidad de la crisis reside en que defender lo obvio es lo más difícil en nuestra sociedad actual. Cuanto más obvia sea una realidad, mayor será la dificultad de su defensa. Este diagnóstico de Hadjadj se ajusta como anillo al dedo a la hora de analizar la naturaleza, la actitud, el comportamiento del actual Gobierno de España, un Frente Popular.
El acuerdo PSOE, Podemos y Bildu sobre la derogación de la reforma laboral ha producido sorpresa y conmoción en el escenario político y social. No tenemos el derecho a sorprendernos, porque
este acuerdo es absolutamente lógico y coherente con la naturaleza y evolución de un proceso que arrancó con un acuerdo marco Rodríguez Zapatero-ETA. Recordemos que en el mismo, ETA dejaba de matar y Rodríguez Zapatero, como contrapartida, ofrecía otra sociedad, un cambio radical y profundo en el orden social, territorial y moral de España.
Tres obviedades para el arranque de este artículo: hay un proceso, tenemos instalado un Frente Popular en el Gobierno y este acuerdo último nada tiene que ver con la pandemia, sino que exclusivamente hay que situarlo en el corazón del proceso descrito.
Cada día que transcurre es más obvio el carácter, el significado del Frente Popular que nos gobierna, pero, sin embargo, en cada expresión concreta del mismo, se pone de manifiesto la falta de un diagnóstico de la raíz, de la naturaleza y profundidad de aquel acuerdo marco en muchos de nosotros.
Cuando un frente de ruptura es capaz de emerger, de llegar a ser gobierno, para enterrar nuestra transición democrática y sobre todo para reemplazar un orden social por otro, nada se produce por casualidad ni por improvisación, ni mucho menos con una torpeza aparente.
Todas y cada una de las medidas forman parte de un todo, de un plan, de una estrategia. Los frentes, como no se pueden presentar en sociedad, porque son impresentables, son retorcidos, sinuosos, por su carácter opaco, y tienen siempre que, después de cada una de las acciones, tratar de disimular, esconder, en definitiva, engañar tras ellas.
Nunca debemos olvidar que este proceso está incubado en España por lo menos desde 2004, y ha madurado, ha superado situaciones ciertamente difíciles, como, por ejemplo, una derrota electoral en 2011. Pero ha resistido, y lejos de desaparecer, continúa más vivo que nunca, por lo que nuestro mayor error sería despreciarlo, tanto por su entidad como por su peligro, confiando simplemente en que la pésima gestión de la pandemia signifique su final.
No lo podemos enjuiciar y valorar como un Gobierno de coalición, ni como simplemente un Gobierno Frankenstein, porque no lo son.
Nos gobierna, mejor dicho, nos desgobierna, un proceso que nos ha conducido a la moción de censura de Mariano Rajoy en 2018, al procés catalán, al gobierno entre nacionalistas, podemitas y socialistas de muchas comunidades y ayuntamientos, y el actual gobierno del Frente Popular en España.
La pandemia, la tragedia que estamos sufriendo, esto es, un virus exterior, no estaba obviamente en sus planes y previsiones, pero no lo va a alterar en absoluto. Por el contrario, va a ser un catalizador y acelerador de un gran debate de modelo de sociedad, que es lo que realmente va a ser cuestionado tras la profundísima crisis social que vamos a vivir en el horizonte inmediato. A medida que nos alejemos del punto más elevado de muertos y contagios, más aparecerá el proceso descrito previo a la pandemia, que ciertamente era un auténtico virus interno que ya nos había instalado en el desorden.
Un Frente Popular que no ha dejado de operar, otra obviedad, porque es el único proyecto político y social asentado en nuestra sociedad, desde la dirección del presidente Sánchez como en su momento lo hizo Rodríguez Zapatero, no nos engañemos.
Las desavenencias entre miembros del Gobierno -que no niego que existan-, las dificultades con los históricos del Partido Socialista y los presidentes socialistas de comunidades autónomas, que tampoco niego, resultan anécdotas que no van a alterar el proceso que permanecerá inalterable. Todas y cada una de las piezas del Frente, sin excepción, necesitan la existencia del proceso, no pueden vivir sin él. Abandonemos toda esperanza en este terreno. Y a los que desde la política y fuera de ella nos angustia esta sinrazón, este nuevo disparate histórico, concentremos exclusivamente todos los esfuerzos en la búsqueda y definición de una alternativa, tanto en el ámbito político como cultural.
No es una casualidad que el líder y director de orquesta del Frente Popular, esto es, el presidente Sánchez, haya impulsado y facilitado el protagonismo de Bildu-ETA. No es casualidad el hecho de que, por el contrario, a Esquerra Republicana de Cataluña le convenía alejarse de esta nueva declaración de alarma por razones electoralistas, ante la competencia con el presidente Torra y su partido, Juntos por el Sí.
En esta ocasión, recordando el origen del proceso, se precisaba el protagonismo de Bildu-ETA y, de paso, reforzar el frente de izquierdas en el País Vasco, sobre todo pensando en la convocatoria electoral inmediata del 12 de julio.
Si en Cataluña parece que está muy instalado el Frente Popular, en el País Vasco resultaba indispensable para sus planes un reforzamiento del frente de izquierdas, esto es, la alternativa al Partido Nacionalista Vasco, desde Bildu, Podemos y el Partido Socialista.
El PNV está en el Frente, pero es de segundo nivel, ya que, obviamente, Bildu es su principal referente.
Resultan obvios todos y cada uno de los hechos que se han ido produciendo bajo la dirección de Sánchez, que encarna como nadie el proyecto del Frente Popular. Este Frente Popular, otra nueva obviedad, tiene el gran objetivo de socavar, reemplazar, sustituir un orden social, destruyendo la libertad así como los valores cristianos de nuestra sociedad. Nuestra primera obligación es comprender la naturaleza del mismo y actuar en consecuencia, porque de otro modo el carácter letal del mismo para España será definitivo.
La alternativa, no volvamos a engañarnos, no existe en la fecha de hoy. Hay partidos que están en la competencia entre sí. La alternativa no existirá hasta que se siga pensando que hay que hacer lo de siempre: abrazar el mal menor, esperar al error del contrario, olvidarnos de la existencia de un poderoso proyecto y proceso asentado en el Frente, sin presentar nada conjuntamente. Una alternativa a un Frente y a un proceso va a exigir mucho más, lo primero entenderlo, comprenderlo, reconocer el Frente Popular como obvio, y actuar en consecuencia con grandeza y generosidad, para generar un proyecto auténtico alternativo y que sirva para defender el orden histórico cultural de la nación española.
LAS DOS ESPAÑAS CABAN TRINCHERAS
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