Tres superiores conversaron con De los Cobos para pedirle datos de la investigación judicial
El general de Madrid aguantó las presiones y en una conversación a iniciativa del coronel solo le preguntó si se habían enviado diligencias a la juez. El Mando de Operaciones le sondeó sobre su contenido y la directora general lo destituyó ,
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, intentó ayer desvincular la destitución fulminante del coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, Diego Pérez de los Cobos, de la investigación sobre la crisis del coronavirus en la que está imputado el delegado del Gobierno en la Comunidad, José Manuel Franco. La secuencia de hechos, a la que ha tenido acceso ABC, desmiente la versión de Marlaska. Ayer, el «número dos» del Cuerpo, Laurentino Ceña, presentó su dimisión porque no estaba de acuerdo con el cese y porque ni siquiera se contó con él antes de esa decisión.
La investigación, que ha provocado esta revolución en el Cuerpo, comienza tras la denuncia de un abogado, que por reparto
cayó en la titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, Carmen Rodríguez-Medel, la misma del caso del máster de Pablo Casado. Tras su estudio, la magistrada la aceptó a trámite y ordenó diligencias. Pudo optar por la Policía -el supuesto delito se cometió en la demarcación de este Cuerpo-, pero escogió a la Guardia Civil, que conoce muy bien al pertenecer a ella su padre y uno de sus hermanos. En concreto, designó a la Policía Judicial de la Comandancia, dirigida por un capitán. Desde el primer momento Rodríguez Medel advirtió a este oficial de que las pesquisas eran secretas y que sólo podían informarle a ella de los resultados, entre otras razones «porque la persona implicada, el delegado del Gobierno, es una de las autoridades con las que trabaja la Benemérita».
El capitán informó de ello a su jefe, el coronel Pérez de los Cobos, que a partir de ese momento tampoco podía recibir información sobre el caso. El jefe de la Comandancia, a su vez, comunicó a su general de Zona, José Antonio Berrocal, la apertura de las pesquisas que afectaban a José Manuel Franco y el carácter secreto de las mismas para que éste diera la novedad a sus superiores, lo que obviamente hizo.
Pérez de los Cobos nunca ha sido jefe de la investigación ni tuvo detalles de la misma porque la juez lo prohibió y «porque no era de su incumbencia», según las fuentes consultadas por ABC, ya que sus hombres trabajaban como Policía Judicial a las órdenes de Rodríguez-Medel. La semana pasada se produjeron algunas filtraciones que molestaron a la magistrada y al ministerio. Algunas fuentes las vincularon a la Abogacía del Estado.
El detonante último para la destitución se produjo el domingo. A media tarde Pérez de los Cobos realizó una llamada al general Berrocal. En la conversación, que versaba de otros asuntos, el general le preguntó cómo iba la investigación, ya que le habían llegado noticias de que la juez había recibido el atestado de la Policía Judicial. El coronel le explicó que no tenía idea al estar al margen del asunto, pero consultó con su capitán, quien le confirmó que la investigación no había acabado pero que sí se habían enviado algunos informes de avance con cuestiones solicitadas expresamente por la magistrada. El jefe de la Comandancia trasladó de inmediato la respuesta a su general y así quedó la cosa.
Es importante destacar que el general Berrocal no solo no presionó a Pérez de los Cobos, sino que él mismo aguantó las que había recibido. Su comportamiento, según todas las fuentes consultadas por ABC, ha sido ejemplar en todo momento en relación con este asunto. Se trata de un profesional de larguísima trayectoria -impulsó la investigación de los ERE- y que goza de gran prestigio.
El Mando de Operaciones y la directora
Pasados algunos minutos recibió una segunda llamada. Esta vez era el jefe del Mando de Operaciones, teniente general Santa Fé, quien le hizo la misma pregunta y recibió la misma respuesta. Sin embargo, también le pidió que le avanzara las líneas generales de los informes, ante lo cual De los Cobos le insistió en que él no los había visto y en que no podía conocerlos dada la orden expresa de la juez a los investigadores de que no podían hablar con nadie de sus pesquisas.
La conversación acabó sin más novedades y sin que el teniente general transmitiera orden alguna ni presionara al coronel, ni desde luego le pudo anticipar la decisión que se produciría después, porque no la conocía.
El tercer acto de esta destitución se escribe sobre las 22.30, cuando el coronel recibe una tercera llamada, esta vez de su directora general. El tono, en principio, fue cordial. María Gámez le volvió a insistir en los informes y recibió la misma explicación. Añadió, además, que había un enorme enfado en Interior porque, al parecer, el Gobierno había comenzado a recibir datos de las conclusiones de los investigadores. La directora general le insistió en que le dijera qué sabía del asunto, que para el Ejecutivo, según sus palabras, era «muy sensible». Pérez de los Cobos le reiteró su desconocimiento de los detalles y le explicó que se acaba de enterar del envío de esos informes. Es en ese momento cuando Gámez le comunica que está destituido. El coronel le dijo que no lo entendía, que él no tenía que ver con la investigación y que sus hombres siguieron las órdenes de la juez. Pero ya no había marcha atrás.
La juez le ofreció declarar
La juez Rodríguez-Medel, al tanto de lo ocurrido, ofreció al coronel tomarle declaración para dejar constancia de las presiones recibidas porque consideraba que el mando había cumplido con su obligación y no había cedido a contravenir sus órdenes expresas. De momento, De los Cobos ha declinado esa posibilidad aunque, según fuentes de su entorno, no descarta hacerlo más adelante y estudiar qué opciones legales tiene.
La noticia de su caída cayó como una bomba en la Guardia Civil. Tras la destitución de Manuel Sánchez Corbí al frente de la UCO era la segunda decisión similar que Marlaska tomaba con un coronel muy destacado. Ambos estaban llamados a ocupar en el futuro los puestos más relevantes del Instituto Armado y ambos contaban -y cuentan- con un enorme prestigio entre sus jefes, compañeros y subordinados. A medida que se conocían los detalles aumentaba el malestar, sobre todo por el silencio, interpretado en esos momentos como cómplice, de la cúpula militar de la Benemérita que asistía sin rechistar a la decisión.
Ayer por la mañana el director Adjunto Operativo (DAO), teniente general Laurentino Ceña, dio un golpe en la mesa y presentó su dimisión por la «injusta» destitución de Pérez de los Cobos. Para algunos la decisión llegó algo tarde, pero llegó. Le quedaban pocos días en el cargo y no ha querido despedirse aceptando una medida como la de Marlaska. Éste, incomprensiblemente, trató de ocultar las razones de la dimisión, que intentó presentar en el marco del «nuevo impulso» que quiere dar a la Guardia Civil. «Es un cambio de equipos, un proceso natural de sustitución basado en la confianza, no hay otra razón para la destitución de Pérez de los Cobos», añadió el ministro. Sería creíble si otro coronel lo hubiera relevado, lo que no ha ocurrido por ahora.
Salto en el escalafón
Al menos, el nuevo DAO, teniente general Pablo Salas, cuenta también con mucho prestigio en el Cuerpo por su brillante trabajo contra ETA. «De lo que hay, es el mejor», dicen todas las fuentes consultadas. Sin embargo, para el nombramiento de Salas, hasta ayer general de división jefe del Servicio de Información, el ministro se ha saltado a varios en el escalafón.
Su principal trabajo será remontar el estado de ánimo de los guardias civiles, muy tocados por los acontecimientos. «A la gente joven estas cosas le quitan la ilusión. Ven que ni siquiera una brillante trayectoria es suficiente para escapar de las decisiones arbitrarias del ministro de turno», explica a ABC una de las personas que mejor conoce a la Benemérita.
LO QUE MÁS ME EXTRAÑA DE ESTA INJERENCIA ES QUE LOS JEFES DE LA GUARDIA CIVIL INERARAN PRESIONAR A SU SUBORDINADO CUANDO SABIAN QUE ESO ERA DELITO
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