Urkullu sortea la crisis y ensancha su mayoría con los socialistas
El PNV gobernará sin riesgo de la pinza de Bildu, Podemos y PSE. La coalición PP+Cs da aire a Iturgaiz para amarrar sus escaños: 7-9.
No hay rival que desafíe la hegemonía del PNV, que volverá a ganar con holgura las elecciones autonómicas del 12 de julio en el País Vasco. Ni siquiera la pandemia del coronavirus, que ha tenido en Vitoria uno de los epicentros más graves, erosiona el poder de Iñigo Urkullu, quien aspira a ensanchar la base de su Gobierno de coalición con el PSE.
Según el barómetro de GAD3 para ABC sobre intención de voto, los nacionalistas vascos lo tienen fácil: crecerán entre dos y tres escaños (30-31), uno en cada provincia, y obtendrán el 40,4 por ciento de los apoyos. Sus aliados, los socialistas vascos, sumarán un asiento (10). Estos resultados permitirían a PNV y PSE disfrutar, esta vez
sí, de la mayoría absoluta en el Parlamento autonómico, barrera fijada en 38 asientos.
Sin alternativa a la vista
Según el estudio de Narciso Michavila, entre el 26 y el 29 de mayo, no se dan los números para un «tripartito» de izquierdas entre EH Bildu, Elkarrekin Podemos y el PSE. Los de Arnaldo Otegui y Pablo Iglesias alientan ese tridente como alternativa al PNV pero el socialismo vasco, hoy por hoy, lo rechaza.
«No puedo gobernar con los que no condenan que me persigan hasta mi casa», aseveró hace unos días su candidata a lendakari, Idoia Mendia, tras sufrir el acoso proetarra en su portal. Pero es que además Sánchez perdería su sostén vasco en el Congreso. El partido de Andoni Ortuzar, bien alimentado estos días por La Moncloa con el traspaso de la gestión del Ingreso Mínimo Vital al País Vasco, explotará en todo caso esa amenaza teórica como principal argumento defensivo en campaña.
Bildu consolida los 18 asientos que sacó en 2016 tras el revisado de actas, que le restó a Urkullu un escaño y le hizo perder su deseada mayoría absoluta con el PSE. La vieja Batasuna no logra sin embargo recuperar el voto fugado a Podemos hace cuatro años. Iglesias pierde gas allí donde en 2016 ganó en las elecciones generales: de sus 11 parlamentarios actuales pasaría a 8 o 9, lastrado por la constante depuración interna. Tampoco levantan cabeza los socialistas. Hace cuatro años sufrieron un batacazo histórico y quedaron de farolillo rojo junto al PP. Recuperar uno es una pobre cosecha pese al protagonismo que les da gobernar las principales instituciones con el PNV.
Iturgaiz coge aire
Las elecciones vascas serán la primera prueba para la coalición PP+Cs. Y según las encuestas la alianza firmada en febrero entre Pablo Casado e Inés Arrimadas otorga cierto aliento al constitucionalismo vasco. Carlos Iturgaiz, repescado como candidato tras la salida traumática de Alfonso Alonso por desavenencias con Génova, podría amarrar los ya magros 9 escaños del PP de 2016. El barómetro de GAD3 le ofrece entre 7 y 9 parlamentarios. Iturgaiz disfrutaría de cierto fuelle tras la última batalla interna de los populares vascos, ya que en febrero las encuestas le daban 7 escaños como máximo.
Esta semana, un sondeo de ETB rebajó su aspiración a solo 5. Estarían en riesgo uno de sus asientos por Guipúzcoa y otro por Álava. Vox, que en febrero varias encuestas le daban para entrar en la Cámara vasca por la provincia alavesa, no obtendría ahora representación con el 1,65% de los votos. Santiago Abascal no lograría apoyo suficiente en su tierra.
La campaña electoral ya está lanzada después de que se suspendiera la cita prevista para el 5 de abril por el estallido de la crisis sanitaria. La gran incógnita es si la participación llegará a las cotas habituales, aunque los expertos apuntan a una bajada, y no solo entre la población de más edad que en principio sería la más temerosa al contagio en el colegio electoral.
Garantías sanitarias
La temporada veraniega, aunque esta sea atípica, opera en contra de las urnas. Solo el 23% de los electores considera que se dan «todas las garantías sanitarias» para ejercer el derecho a voto, aunque el Gobierno vasco insiste en que se dispondrán todo tipo de medidas de seguridad y prevención, y se facilitará el voto por correo.
Lo cierto es que el PNV deseaba a toda costa poder convocar a los ciudadanos cuanto antes, consciente del serio riesgo de que a la vuelta del verano haya un rebrote de la infección y, sobre todo, existe la certeza de gangrena económica y social. La mitad de los ciudadanos no aprueba la gestión de la crisis por el Gobierno de Vitoria (el 52,3% cree que ha sido «mala» o «regular» frente al 45% que la considera «buena»). En el caso del Gobierno central, el suspenso es del 65,7% y el aprobado lo da el 32,6%.
Sin embargo, no les penalizará en las urnas ni a Sánchez ni a Urkullu, que tanto ha peleado con el Gobierno central para asumir el mando en el País Vasco. Otro dato más: un 73,8% de los vascos en esta comunidad justifican que se prolongue el estado de alarma hasta finales de junio, que es precisamente lo que está apoyando el grupo vasco en el Congreso a cambia de suculentos beneficios en fondos y transferencias.
Tampoco le pasará factura al candidato del PNV el desastre del vertedero de Zaldívar, pese a que dos trabajadores, Joaquín y Alberto, quedaron allí enterrados hace 115 días y sus cuerpos aún no han podido ser rescatados. La UE ha anunciado que investigará lo sucedido en Vizcaya. O la condena por el escándalo de corrupción del caso De Miguel, que llegó en diciembre y ya estaría amortizada.
Urkullu sigue siendo para el elector vasco el candidato más fiable: el 53,6% le prefiere como lendakari, mientras que la segunda opción es «ninguno» (13,6%). El dirigente del PNV aprueba con un 5,8 de nota media, pese a que su imagen ha empeorado desde febrero, cuando tenía un 6,4. Es el más conocido para los ciudadanos (99,5%), seguido de Iturgaiz, reconocible por el 91,2% aunque el político del PP es el peor valorado (2,3). Las otras tres candidatas están en el aprobado: Idoia Mendia (PSE), obtiene un 5 de media; Maddalen Iriarte (Bildu) recibe un 4,9 y Miren Gorrotxategi (Podemos), que acaba de llegar, saca un 4,5.
SIEMPRE SACAN TAJADA DE TODO ES UN PROBLEMA DE SIEMPRE
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