Pues qué envidia me dan
Italia celebra el 25 de Abril bajo confinamiento.
Italia conmemora la liberación del «nazifascismo» todos los 25 de abril. La celebración de este año ha resultado especialmente impresionante. El presidente de la República, solo, en la escalinata del Altar de la Patria en el centro de Roma ante Vittorio Emmanuel II. Y sobre el cielo de Roma, su «patrulla Águila» pintando la bandera italiana (verde, blanco y rojo) mientras los mástiles lucen la tricolor a media asta y toda la Nación, desde Sicilia a Como, de Napoles a Venecia y desde Bari a Cerdeña, llora orgullosa y convencida de su futuro. ¿Y sabe qué? Hablo con mi compañera Eva Fernández, aún ensordecida por el ruido de los aviones sobre su casa, y coincidimos en la misma impresión: ¡qué
envidia!
El presidente Mattarella (socialdemócrata) dirigió un mensaje a todos los italianos: «Nuestra peculiaridad en saber cómo superar la adversidad debe acompañarnos...». Italia nos aventaja en diez días ante el drama del coronavirus para haber podido anticipar el desastre (algo que no hicimos) y para aprender de su fase 2 de medidas a partir del 4 de mayo. Pero en lo que Italia nos saca años luz a España es en el honor hacia sus símbolos. El mismo honor que les permitirá salir unidos de la pandemia. Es cuestión de orgullo y de luto hacia sus más de 26.000 muertos.
La última vez que escuché la frase «pues qué envidia me dan» fue cuando el actual vicepresidente del Gobierno español se refirió al pueblo venezolano. Le copio la idea, pero hacia el pueblo italiano. Por su honra, sus valores y la unión que les permitirá salir más fuertes de este desastre.
PD: España es récord mundial de trasplantes de órganos y en la ratio de sanitarios infectados por coronavirus. En la primera circunnavegación del planeta y en la mayor ratio de muertos por Covid-19. Pero en algo somos verdaderamente únicos. Y es que nadie desprecia sus símbolos como nosotros. Ni Estados Unidos, Francia, Australia o Italia. Ni Mali, Cuba, China o Afganistán. Somos únicos. En ningún país del mundo, del más rico al más pobre o de la mejor democracia a la peor dictadura, se quema la bandera, se silba al Jefe del Estado, escupen sobre su Constitución y se menosprecia la propia historia. En efecto... ¡Qué envidia me dan!
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