La Europa ‘ultra’.
La alianza de las ultraderechas de Francia e Italia es un paso más de un proyecto autoritario a escala continental.
La alianza de las ultraderechas de Francia e Italia para las próximas elecciones europeas —anunciada en Roma por Marine Le Pen y Matteo Salvini— supone un preocupante paso más en la cristalización de un proyecto autoritario a escala continental. Un planteamiento que niega los logros y valores defendidos tras el fin de la II Guerra Mundial por quienes abogaron por una Europa democrática, plural, abierta y solidaria.
Retorciendo y desvirtuando el lenguaje en el mejor estilo populista, los líderes de la italiana Liga y la francesa Agrupación Nacional aseguran que la iniciativa supone una “revolución democrática”. Es la misma manipulación de conceptos que utiliza sin remilgos desde hace años el extremista holandés Geert Wilders, quien se ha sumado ahora encantado a la iniciativa franco-italiana.
La alianza supone un paso más en la estrategia de asalto organizado a las instituciones europeas por parte de formaciones que basan gran parte de su discurso político en denigrar el proyecto ideado por el francés Robert Schuman y el alemán Konrad Adenauer. Lo que Salvini, Le Pen y demás socios y simpatizantes denominan viejas reglas comunitarias que es preciso liquidar es precisamente lo que ha otorgado a Europa el mayor periodo de prosperidad material y, sobre todo, de paz en los últimos siglos. Los planteamientos económicos de Salvini, capaz de defender a la vez que es preciso ahorrar y eliminar los límites al déficit, no resisten el más mínimo análisis serio. Tampoco muchos de sus planteamientos políticos, más que cuestionables desde el punto democrático. Siguiendo una vieja táctica, anterior a la II Guerra Mundial, Salvini y Le Pen aseguran “recoger valores de una izquierda que ha abandonado a sus votantes”. Nada nuevo bajo el sol, pero un síntoma más del descaro con el que los dos políticos extremistas se sitúan en el mapa político de la Unión Europea.
En un momento de graves dificultades para las fuerzas políticas tradicionales no es posible minimizar la trascendencia que tiene en Europa esta organización de la extrema derecha continental. No porque sea capaz de movilizar a grandes multitudes, sino porque en muchas ocasiones ya ha conseguido marcar la agenda nacional y comunitaria —por ejemplo, en temas de inmigración— sin ni siquiera haber llegado al Gobierno. Corresponde a las fuerzas democráticas europeas dar una respuesta convincente a los problemas que a veces denuncian con razón, pero alejada de las soluciones simplistas y los himnos populistas que manejan Le Pen y Salvini.
ESTE MOVIEMIENTO NO LO VA A PARAR NADIE Y EUROPA, SE DESTRUIRÁ ASÍ COMO ESTA CONCEBIDA QUE SÓLO HA MIRADO PARA LOS MERCADOS GLOBALES.
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