Andreas Lubitz, en un maratón en septiembre de 2009
El copiloto padecía una dolencia psíquica severa y problemas de vista
Fuentes de la investigación citadas por la prensa alemana y 'The New York Times' aseguran que la policía encontró en su casa pruebas de sus problemas y gran cantidad de medicinas.
"Un día todo el mundo va a a conocer mi nombre". La profecía que Andreas Lubitz hizo a su novia ha terminado por hacerse realidad. El joven piloto que el pasado martes acabó con la vida de otras 149 personas era un hombre ambicioso para el que la aviación era su mayor pasión y con fuertes tendencias depresivas. Pero también, según relata al diario Bild la azafata de 26 años Maria W., una persona obsesionada con la capacidad destructiva de los aviones. "Por las noches soñaba con aviones que se estrellan", asegura. Una descripción que coincide con la de otro conocido del piloto, que le describe como "un friki que toda su vida solo quiso volar y que tenía toda su habitación llena de pósters de aviones".
Las pesquisas de los agentes empiezan a desvelar la gravedad de sus problemas. El rotativo alemán revela en su edición de este domingo que los investigadores de la policía de Düsseldorf han encontrado en el piso que el piloto mantenía en la ciudad pruebas claras de "una enfermedad psíquica severa". Las autoridades descubrieron en la vivienda una variedad de medicamentos psiquiátricos. "El joven de 27 años era tratado por varios psquiátras y neurólogos", asegura uno de los agentes que participan en la investigación. Los policías, por el contrario, no encontraron estupefacientes ni ninguna otra prueba de una dependencia a las drogas o el alcohol. Por su parte, el diario The New York Times revela este sábado que el piloto tenía problemas de visión que complicaban su futuro profesional, sin descartar que esos problemas tuvieran carácter psicosomático.
En el relato que hace la antigua novia de Lubitz, la mujer, que oculta su identidad bajo el pseudónimo de María W., le describe como un hombre "dulce" que le regalaba flores y necesitado de amor, pero con una obsesión que no le dejaba dormir: su trabajo. "Hablábamos mucho de aviones. Y entonces se volvía otra persona. Se excitaba de repente por las condiciones en las que trabajábamos o porque cobrábamos poco dinero, recuerda.
"Se dio cuenta de que sus problemas le impedirían su gran sueño: ser capitán de Lufthansa"
Pero la parte más escalofriante del relato llega cuando Maria W. recuerda los comentarios de Andreas en los que anticipaba la tragedia. "Un día haré algo que cambiará todo el sistema. Y entonces todo el mundo sabrá mi nombre y lo recordará", decía el copiloto. La joven azafata explica que su relación terminó porque pronto se dio cuenta de los problemas mentales de su novio. "De repente se desbocaba en las conversaciones y me chillaba. Por las noches se despertaba y gritaba porque tenía pesadillas en las que estrellaba. Yo tenía miedo", asegura.
El relato de María W. coincide punto por punto con lo que han contado otros amigos o conocidos de Lubitz en Montabaur, la pequeña población del oeste alemán en la que vivía con su familia. Si sus colegas del club de vuelo LSC Westerwald contaban que la mayor pasión de su vida era volar, y especialmente en los Alpes, donde acabó estrellando el vuelo de Germanwings, su novia explica sus acciones por su incapacidad para asumir que sus problemas mentales eran un obstáculo para su carrera profesional. "Lo hizo porque se dio cuenta de que sus problemas de salud impedirían su gran sueño, que era ser capitán de vuelos de larga distancia en Lufthansa", concluye.
CULPABLES SON LA COMPAÑÍA, LA FAMILIA DEL PILOTO POR PERMITIR QUE PILOTARA SABIENDO DE SU ESTADO PSÍQUICO ,LAS NOVIAS Y LOS MÉDICOS POR NO INFORMAR A LA COMPAÑIA EN ESTOS CASOS, QUE NO ESTAMOS HABLANDO DE UN CIUDADANO QUE CONDUZCA UNA CARAVANA DE CAMELLOS POR EL DESIERTO.ESTE ACCIDENTE NO SE DEBERÍA DE HABER DADO NUNCA.
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