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jueves, 22 de mayo de 2014

LA POLÍTICA DE AUSTERIDAD ESPAÑOLA ARRUINA A LA CIUDADANÍA

En el centro, Manuel Valls, junto a Felipe González (de espaldas), Martin Schulz, Javi López y Pere Navarro

“En Francia no hacemos política de austeridad como en España”

Valls acompaña a Valenciano en el acto central del PSOE, en Cataluña.

 
Manuel Valls (Barcelona, 1962) era ayer la gran estrella en su tierra natal, en un ambiente mucho más cómodo del que encuentra en Francia, donde el socialismo atraviesa un momento muy difícil hundido en las encuestas, tanto que el presidente, François Hollande, ha recurrido a él como salvador. Amigo de Elena Valenciano de los tiempos en que ambos eran jóvenes dirigentes socialistas europeos, Valls, primer ministro francés, hace campaña con ella pero está obligado a ser prudente por sus relaciones con el Gobierno de Mariano Rajoy, aunque tiene muy claro que Francia no está haciendo lo mismo que España, y lo defiende con firmeza. Valls, en perfecto castellano, atiende a EL PAÍS unos minutos antes del mitin con Valenciano, Martin Schulz y Felipe González. Cuando se le pregunta qué habría pasado en Francia con una polémica como la desatada por las palabras de Arias Cañete sobre el machismo, es cauteloso: “Para mí es difícil hablar de la campaña española, soy primer ministro francés, tengo relaciones normales con el Gobierno español, iré antes del verano para un encuentro de trabajo con Rajoy. Lo que sé es que nuestro compromiso por la igualdad, contra el sexismo y el machismo, y en el debate sobre el aborto, marcan la diferencia clarísima entre la derecha y la izquierda. En Francia también en este debate hay diferencias claras”.
A Valls no le gusta nada la idea de que ser la cara visible de los recortes de 50.000 millones en tres años aprobados en Francia pueda perjudicar al PSOE porque difumina las diferencias izquierda-derecha. Al revés, él cree que suma y por eso Valenciano le ha llamado a Barcelona. Valls defiende las diferencias. “La situación española es muy diferente a la francesa. También hay crisis y paro en Francia. Pero lo que vive España desde 2008 es muy muy duro para la gente, para mi generación, para la juventud. No tiene nada que ver. Nosotros hacemos un recorte de 50.000 millones pero sin tocar las pensiones, creando 60.000 puestos de profesores durante cinco años, más policías y más jueces. Además, vamos a bajar los impuestos para la gente que gana menos. No es una política de austeridad, es muy diferente”.
El primer ministro francés defiende que sus planes económicos tienen un claro componente de izquierdas: “Tenemos que bajar en Francia el nivel del gasto público, es demasiado importante, para recobrar margen para nuestra economía y para ayudar a las empresas, pero no es una política de austeridad. Es una política de izquierda con reformas muy importantes que vamos a hacer, con cambios económicos e institucionales, vamos a cambiar las regiones”.
Cuando se le cuenta que Rajoy en los mítines utiliza su nombre para decir “mirad lo que hace el socialista Valls, lo mismo que nosotros en España”, el socialista francés se ríe: “Sarkozy durante mucho tiempo citaba a Zapatero, cuando Zapatero gobernaba, eso es un juego político normal. Pero si yo he sido invitado aquí a Barcelona con Elena Valenciano es porque soy un primer ministro popular de un Gobierno nuevo en Francia, de izquierda, con reformas, pero con ganas también de decir la verdad al pueblo francés: que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Vamos a hacer reformas pero con justicia social y con un discurso que asume la reforma y al mismo tiempo da una meta de justicia social”. Valls no acepta la idea, extendida en España, de que Francia finalmente ha cedido a la presión de Bruselas y por tanto ha demostrado que esta gran potencia también hará políticas similares a los demás. “No, yo creo que hacemos muchas cosas diferentes a los demás. Que hay escepticismo sobre Europa por supuesto, que es muy difícil con la crisis económica, por supuesto, que hay falta de crecimiento en Europa por supuesto, pero somos diferentes”. El primer ministro incluso rechaza que en Francia se haya practicado hasta ahora ninguna política de austeridad. “No, yo creo que no ha habido austeridad en Francia”, asegura. “La situación en Francia no tiene nada que ver con la austeridad. Pero sí, hemos perdido puestos industriales, potencia industrial. La diferencia entre Francia y Alemania cambió en los años 2000. Somos la segunda economía europea y la quinta del mundo pero tenemos que recuperar potencia, y eso hay que hacerlo apoyando a las empresas pero sin olvidar a la gente más débil”, insiste.
Cuando se le pregunta si Francia no ha sido capaz de cambiar la política en Bruselas, quién podrá, Valls tiene clara la causa y se concentra en hacer campaña, que es a lo que ha venido a Barcelona: “Los Gobiernos conservadores son mayoría en Europa. Eso es lo que hay que empezar a cambiar el domingo, si cambia la mayoría empezaremos a ver cómo cambian cosas en Europa. El euro es demasiado caro, hay que bajarlo y es una de las primeras cosas que podrán cambiar este domingo”, explica.
Al llegar al asunto más delicado, la posible victoria el domingo de Le Pen, y la posibilidad de que él, con sus políticas en la crisis de los gitanos, por ejemplo, haya entrado en ese terreno, Valls lo rechaza tajante: “Esos temas no tienen nada que ver con el ascenso de Le Pen. ¿Quién vota a Le Pen? La gente obrera. La crisis política, cívica, económica de Francia viene de mucho tiempo atrás, es una crisis de identidad. No sé lo que va a pasar el domingo pero estoy luchando para que no gane Le Pen”, remata.
COMENTARIO:
Pues precisamente, eso, las pensiones, fue lo primero que el gobierno socialista de Zapatero recortó. Cuando por fin aceptó, porque no le quedó más remedio, que había una crisis, se fue derechito al eslabón más débil de la cadena y pegó un zarpazo a aquellos que habían estado toda su vida pagando de su sueldo el derecho a una jubilación digna. Hasta entonces, toda mi vida había votado al PSOE. No volveré a hacerlo jamás. Repito, jamás. Y por supuesto tampoco votaré jamás al PP. El bi-partidismo es lo peor que le ha podido pasar a nuestra democracia. Llevan tanto tiempo repartiéndose el pastel que huele a podrido en  ambos lados. Hay que dejarles que se oxigenen y se ventilen un tiempo. Será bueno para todos.
El rifirrafe de las elecciones de un color contra otro se transforma en alianzas en los parlamentos. Los "machismos", los despilfarros, de unos y otros salen a relucir ahora para luego enterrarlos, deshechos en sonrisas de los que fueron rivales y luego serán colegas y socios. Es el juego de la "Timocracia".

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