Las colas del hambre en Madrid: «Nunca me he visto así. Yo no estaría aquí si me hubiesen pagado el ERTE»
Miles de personas que jamás habían solicitado ayudas para comer acuden a diario a decenas de parroquias y centros sociales tras perder su trabajo.
Deborah rompe a llorar. «Sinceramente, nunca me he visto así. Me da vergüenza estar aquí». Hace dos meses trabajaba en un salón de juegos, en el centro de la capital. «Antes era una privilegiada, tenía un buen sueldo», asegura. Pero la pandemia y el ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) que la siguió arrasó con ello. «Yo no tendría que estar aquí si me hubiesen pagado en abril y mayo», explica. Desconoce cuánto se demorará dicho retraso, aunque calcula que no cobrará antes de junio. Ayer, Deborah, que vive con su hijo de 8 años, acudió por primera vez a pedir comida.
Sentado frente a ella, en un despacho improvisado, a la entrada del almacén de la
parroquia de San Juan de Dios, el padre Gonzalo escuchaba su historia. «Cuando mi hijo me dice: “Mamá, quiero un helado”, se me cae el mundo. No tengo un euro para comprarle un helado». «Tranquila», contesta el párroco, «te daré comida y leche y vienes el próximo sábado. Ojalá me digas que ya está todo arreglado».
Como Deborah, más de una decena de personas aguardaron con calma su turno a las puertas de esta iglesia, en la UVA de Villa de Vallecas, que reparte 70.000 kilos de comida cada mes. Una partida de 50.000 kilos está destinada a las familias que más lo necesitan. Y muchas lo hacen por primera vez. El padre Gonzalo, que gestiona el templo desde hace seis años, da a todo el que llegue con un permiso del párroco de su barrio. Sabe que en su iglesia las bolsas son más grandes. Desde las tres de la tarde, recibe a los que piden sustento sin cesar y sin mirar el reloj. Daría abrazos, si pudiera. No pierde la paciencia. No puede tener más tacto. Con voz pausada, pregunta por la situación de cada persona que entra y ellos se abren sin reparos.
«Es el primer día que vengo aquí, he ido a mi parroquia y dicen que estaban saturados», cuenta Susana, madre de tres hijos, dos de ellos con discapacidad. Su marido, Manuel, trabajaba en el mercadillo de Orcasur, en el distrito de Usera, hasta el pasado marzo. «Habíamos comprado una buena partida de invierno, gorros, guantes, pero pasó todo y nos quedamos estancados», explica. La pareja sale de la iglesia con la comida, después de que el padre Gonzalo les aconseje volver con coche la próxima semana, cuando entregarán más cantidad. «Ya estábamos con estrecheces, pero esto ha sido el remate», añade Susana antes de partir.
Las colas del hambre abundan por la capital. Esperas de ocho horas a las puertas de la Asociación de Vecinos Parque Aluche; padres de familia esperando, a primera hora de la mañana, la comida de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en el distrito de Chamberí; jóvenes y mayores aguardando frente al Centro de Acogida e Integración Social Santiago Masarnau, en Latina. Todos estos servicios sociales han aumentado sus entregas; en este último, han doblado el número de comidas diarias, hasta rondar las 400, y reparten 8.500 platos de comida cada semana. «Esto va a ir a peor, hay muchísima gente que está en paro, que no cobra el ERTE...», asegura María José, voluntaria en la parroquia de San Juan de Dios, que hace muchos años estuvo al otro lado, pidiendo comida.
Cifras exponenciales
La crisis social, multiplicada por la escalada del desempleo y ERTE, apenas acaba de comenzar, pero las cifras de los ciudadanos que no tienen con qué llenar su nevera ya han crecido de forma exponencial en lo que va de cuarentena. Según indicó la delegada de Hacienda y Personal, Engracia Hidalgo (PP), el Ayuntamiento de Madrid ya ha invertido 18,6 millones de euros en ayudas alimentarias para asistir a 82.000 personas y 30.000 familias madrileñas. Latina ya da 10.876 menús diarios; Puente de Vallecas, 9.944 y Villaverde, 6.689. Consciente de que estos datos crecerán, el Consistorio, destinará el 20 por ciento del superávit del año pasado, es decir, 70,79 millones de euros, a paliar la crisis económica y social por la que ya está pasando la ciudad.
Las dificultades por las que atraviesan las familias de la capital no son diferentes de las que soportan en el resto de la región. La demanda de ayuda en las Unidades de Respuesta Social, que apoyan a los colectivos más desfavorecidos, han crecido un 125 por ciento, según los datos de que dispone la consejería de Políticas Sociales, que dirige Alberto Reyero. La región dispone de seis de estas unidades, cuatro de ellas abiertas de lunes a viernes, y las otras dos los fines de semana, en las que Cruz Roja atiende a estas personas en situación de vulnerabilidad, merced a un convenio de cofinanciación con la Comunidad deMadrid.
Las seis unidades se encuentran situadas en un hangar de 4.000 metros cuadrados situado en Mercamadrid, y desde allí se atienden a diario las emergencias sociales que se reciben a través del 112 y también las detectadas por los Servicios Sociales, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y Cruz Roja. Informa Sara Medialdea.
YA ESTAMOS MÁS CERCA DE VENEZUELA
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