ERC se jacta de que el PSOE asume que Cataluña es un sujeto político
Asegura que nunca volverán a tener «un Gobierno tan débil como éste y una aritmética parlamentaria tan favorable».
«Sánchez se ha comprometido por escrito a que lo que salga de la mesa de negociación sea sometido al voto de los ciudadanos de Cataluña. No es todavía un referendo sobre la independencia pero sí un primer paso en esta dirección, porque una votación de esta naturaleza nos reconoce como sujeto político». En esta idea central se sustancia el apoyo de los negociadores de E RC a la investidura de Pedro Sánchez y así lo venderán a sus bases: como un paso más, y especialmente significativo, hacia la autodeterminación. «La semántica es importante», añaden: «El PSOE ha pasado en 15 días de decir que hay un conflicto entre catalanes a reconocer que hay un problema de naturaleza política».
Los republicanos, en su camino hacia la centralidad y el pragmatismo de la política catalana -un centro muy desplazado en los últimos años y que en cualquier otra parte que no sea Cataluña puede parecer absolutamente extravagante- se desmarcan por primera vez desde que empezó el «procés» del «cuanto peor, mejor» que insinuó Mas y desarrolla Puigdemont, en los dos últimos años con la ayuda de Quim Torra. «Cuanto peor, peor», asume ahora la dirección de Esquerra. Y también que «los enfadados no ganan nunca ni hacen el trabajo. Pueden hacer ruido, pero no ganan elecciones».
En su proceso de maduración, la cúpula dirigente del partido asume que «quien en política -y en general en la vida- no tenga contradicciones, no sirve para mejorar la vida de las personas y es un talibán. Quien mejor gestiona estas contradicciones y es capaz de generar esperanza, gana». Por lo tanto, los republicanos quieren aprovechar que «no tendremos un gobierno más débil y proclive a escucharnos que éste, y es difícil que se repita una aritmética parlamentaria que nos favorezca tanto. ¿Tenemos alguna alternativa mejor a facilitar la investidura? ¿A quién benefician otras elecciones. Sólo a que gane la derecha y nos quedemos sin opciones».
Inversión en infraestructuras
Ante las críticas con que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y en general el independentismo más irredento han despreciado el acuerdo, Esquerra tiene claro que «por mucho que ahora Convergència grite, si estuviera en nuestra posición y tuviera 13 diputados, haría los mismo que estamos haciendo nosotros». Y con ironía señalan que «ahora resulta que la CUP está desolada porque los batasunos también van abstenerse».
El acuerdo, más allá de la cuestión política, prioriza también la inversión en infraestructuras. «Sufrimos un atraso en infraestructuras y financiación y hay que resolverlo más temprano que tarde. Barcelona no puede perder más competitividad por culpa de quien sea: la incompetencia de Colau, la inseguridad jurídica que es cierto que ha generado el “procés”, y una idea demasiado madrileña de España. Y en este sentido, el PSOE es “menos Madrid” que el PP».
Los dirigentes republicanos ponen en valor que «fijamos una posición al iniciar las negociaciones y fuimos serios: dejamos claro de entrada aquello a lo que no pensábamos ni podíamos renunciar». Presume también de que sus peticiones han sido «plenamente aceptadas» por Pedro Sánchez y destacan que «si miras la hemeroteca, son las mismas peticiones de JpC, sin contar lo del mediador internacional y alguna otra “fricada” que los convergentes exigieron para hacerse los irredentos y bombardear cualquier acuerdo, porque en el fondo su problema es que no tienen ningún proyecto sólido que ofrecer a los catalanes».
Elecciones anticipadas
El acuerdo está sólo pendiente de ser ratificado por las bases del partido, lo que en la actualidad significa un mero trámite. Si en la ERC asamblearia de Carod-Rovira y de Puigcercós, la dirección iba por un lado y la militancia por otro; y fueron las bases quienes obligaron a votar contra el Estatut de 2006 y que el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, les expulsara del Govern y convocara elecciones anticipadas, bajo el mando de Junqueras las bases están mucho más disciplinadas y a nadie se le ocurriría votar en contra de la expresa voluntad de su líder preso, que no es otra que la de no desaprovechar la oportunidad de avanzar, nada menos que con el apoyo del Gobierno, hacia la independencia.
Ante los socialistas, ERC defiende este acuerdo como un pacto nuevo entre Cataluña y el Estado. A sus bases se lo vende como el principio de la independencia. JpC ha dicho que «el Govern no tiene por qué reconocer ni respetar este acuerdo», pero la inminente inhabilitación de Quim Torra precipitará el adelanto electoral y Esquerra espera reeditar en el Parlament el pacto de las izquierdas que servirá en el Congreso para inhabilitar a Sánchez. Lo que en el Congreso se llama gobierno Frankenstein, en Cataluña se llama Tripartito e invoca a los mismos demonios.
Puigdemont particularmente y JpC creen que Aragonès es un pésimo candidato y que, en el último momento, y a pesar de las encuestas, volverán a derrotar a los republicanos, que tienen la sensación contraria de que «el electorado independentista agradece nuestra posición negociadora, porque la ve más útil para el gran objetivo final, y empieza a reprocharle a Puigdemont esta carrera hacia ninguna parte con la que sólo busca que su llama no se apague».
¡QUÉ VA A QUEDAR DE ESPAÑA?
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