La fuerza de Vox y otras cinco sorpresas posibles según las encuestas
Analizamos las incógnitas del domingo: el voto oculto al partido de Abascal, la derecha silenciosa o la resurrección de Podemos.
Estas elecciones son infernales para hacer predicciones. Es lo que dicen los datos de las encuestas: que un puñado de votos podrían abrir alternativas tanto por la izquierda como por la derecha.
Gracias a los sondeos sabemos algunas cosas con cierta seguridad, como que el PSOE es favorito después de muchos años o que un partido de derecha radical entrará con fuerza en el Parlamento. Pero no podemos esperar que las encuestas sean precisas como un láser y respondan incógnitas que dependen del voto del 2% o 3% de los españoles. Son incapaces, por ejemplo, de decir con rotundidad si el tercer puesto será para Ciudadanos, Vox o Unidas Podemos. El instrumento no es tan preciso como eso.
He analizado 25 elecciones en España desde los años ochenta para tener una medida de cuánto se desviaron los sondeos. El error medio es de dos puntos por partido, pero la mayoría de las veces se desviaron más de tres puntos con al menos un partido (como pasó en Andalucía en diciembre y en las generales de 2015 y 2016, sin ir más lejos). Esos errores, perfectamente previsibles, hacen imprevisible el resultado del domingo.
Para mostrarlo, a continuación planteo seis posibles sorpresas y analizo cuáles serían sus consecuencias en escaños. Las cinco sorpresas están ordenadas con un criterio subjetivo: las que me parecen más probables van arriba.
1. Vox tiene votantes ocultos. La sorpresa más probable es un mejor resultado de Vox. Las últimas encuestas lo colocaron quinto, pero cerca del tercer puesto. Nuestro modelo de predicción les daba una opción entre seis para ser terceros, y las apuestas y algún mercado de predicción lo colocan ya ahí. Otras señales, como los actos de campaña o el ruido en redes, aunque no son determinantes, también son favorables a Vox.
El argumento para explicar esta sorpresa es que haya voto oculto. Hay votantes de Vox que podríamos llamar “chillones”, pero también podría haber otros reacios a revelar su voto cuando son entrevistados. Este fenómeno ocurre menos veces de las que se anuncia —no se produjo con Marine Le Pen o Donald Trump, por ejemplo—, pero existe. Además, en Andalucía hubo indicios de voto oculto: aunque el 11% de los votantes eligieron a Vox, en la postelectoral del CIS solo aparecieron un 7%.
Pero, ¿qué pasaría en este escenario? He simulado los resultados de escaños asumiendo que Vox subiese hasta el 14% o 15%, restando votos sobre todo del PP y Ciudadanos. El partido derechista sería seguramente tercero, pero las mayorías cambiarían poco. La derecha estaría algo más cerca de los 176 escaños, pero no tendría fácil alcanzarla.
2. Sube la derecha. Otra posible sorpresa es que se repita lo que ocurrió en Andalucía y que la sorpresa sea un voto derechizado y silencioso. Entonces parte de la izquierda se abstuvo sin haber dado señales. La tesis más extendida es que ahora la situación es diferente, porque la cuestión catalana ha perdido atención y Vox ha devuelto protagonismo al eje izquierda-derecha. No obstante, quizás nos equivocamos y los votantes sigan mirando a la derecha.
He planteado un escenario donde suben el PP (al 21% en votos), Ciudadanos (16%) y Vox (12%). Esto pondría a la derecha por encima de la mayoría, aunque sin asegurársela. Son escenarios como este los que hacen que, según nuestro modelo de predicción, la derecha tenga 1 opción entre 10 de alcanzar la mayoría y gobernar. Otros pronósticos elevan sus opciones al 20% de probabilidad.
3. Podemos resurge. Esta semana ha cobrado fuerza la hipótesis de la resurrección de Unidas Podemos. El argumento principal es que Iglesias salió fortalecido de los debates, pero también podría estar recuperando indecisos al ir aclarándose su frontera con Compromís y En Marea.
En este escenario asumo que Podemos sube hasta el 16% o 17% de votos, dejando al PSOE en 27% y restando unas décimas al resto. La izquierda mejoraría su resultado en votos, pero no está claro que eso se tradujese en más escaños —según mis cálculos, por cada escaño que gana Podemos, el PSOE pierde lo mismo o un poco más—. Lo que sí se reduce con la subida de Podemos son las opciones de un pacto entre PSOE y Ciudadanos.
4. Siguen las tendencias de campaña. Este escenario ha perdido peso desde el lunes, pero era una hipótesis lógica por parsimoniosa. Consiste en asumir que el PSOE habría seguido subiendo hasta el 31% y que Ciudadanos baja del 14%.
En este caso, la izquierda mejoraría sus opciones de sumar con PNV, porque el PSOE rondaría los 140 escaños y sacaría provecho del sesgo mayoritario del sistema electoral. Además, si Ciudadanos se mantuviese por encima del 12% o 13%, los dos partidos podrían sumar.
5. El PP aguanta de nuevo. Otra posibilidad es que nos sorprenda el PP, como ocurrió en 2015 y 2016, cuando batió a los sondeos en uno y tres puntos. He simulado un escenario de este tipo, donde el PP rondaría el 23% de votos, minorando a Ciudadanos (13%) y a Vox (10%). La clave es que un resultado así no beneficia a la suma de la derecha. El PP seguiría segundo en muchas provincias y tanto Vox como Ciudadanos convertirían peor sus votos en escaños. Aumentarían las opciones para un bloqueo. La suma de PSOE y Ciudadanos sería más improbable y la izquierda tendría más difícil alcanzar los 176 escaños, incluso contando con el PNV.
6. La sorpresa de que no haya sorpresas. La última posibilidad es que las encuestas acierten por completo el resultado del domingo. En ese caso, ni la izquierda ni la derecha tendrían una mayoría fácil y las mejores opciones serían para Pedro Sánchez. El socialista tendría la vía de la moción —contando con fuerzas independentistas—, pero el resultado en un puñado de provincias podría abrirle otras dos alternativas: un pacto con Ciudadanos o un acuerdo con la izquierda que solo necesitase agregar al PNV.
Paradójicamente, es poco probable que el resultado electoral coincida exactamente con los pronósticos. Las encuestas son la mejor predicción para cada partido por separado, pero no es frecuente que acierten con todos. Desde 1986 ha habido 10 elecciones generales y solo en dos ocasiones el promedio de sondeos acertó con todos los grandes partidos sin desviarse dos puntos con ninguno. La última vez fue en 2008, todavía en tiempos de bipartidismo.
Es útil pensar en las sorpresas de un mundial de fútbol. Los mejores de cada grupo son los favoritos para estar en los cruces, aunque sabemos que siempre se queda alguno por el camino. Con las elecciones ocurre algo parecido. Es fácil acertar diciendo que “habrá sorpresas”, lo difícil es acertar cuál de todas.
VOX PUEDE DAR LA CAMPANADA Y VIENE PARA QUEDARSE Y DAR BATALLA.
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