Apague el móvil antes de volverse adicto a su jefe.
Las empresas empiezan a incorporar el derecho a la desconexión digital de sus trabajadores, en vigor desde diciembre.
Estrés, malestar general, falta de descanso y sueño. Si tiene algunos de estos síntomas puede ser una de las víctimas de los efectos de la hiperconexión a la que todos los ciudadanos estamos sometidos en el bendito mundo digital de hoy en día. Pero no solo se dan síntomas físicos, indica el director del Instituto Psicológico Desconect@, Marc Masip; en el terreno laboral existen otros indicios, como el permanente estado de alerta ante los emails o whatsapps que pueden enviar los jefes fuera del horario de oficina y en el fin de semana, que sin que tengan que producirse esas comunicaciones, genera una hiperconexión negativa, una dependencia del móvil que es muy habitual entre sus pacientes, asegura.
Si ese estado se vuelve habitual y crea conflictos familiares estamos ante los primeros semáforos rojos de la adicción digital, en el momento de tomar medidas. A su juicio, son tres los síntomas que indican la existencia de esa adicción: estar nervioso cuando no se consumen contenidos digitales, dejar de hacer otras cosas por estar frente a la pantalla y no poder abandonar la conexión a Internet aún a sabiendas de que es un problema.
Masip sostiene que los casos de dependencia entre los trabajadores van en aumento, aunque todavía se diagnostican pocas adicciones. En su centro cerca de una treintena de personas están tratándose de hiperconexión laboral. Por eso este psicólogo cree que es muy positivo que la Ley de Protección de Datos haya introducido el derecho a la desconexión digital en las empresas. Aunque la directora general de la Agencia Española de Protección de Datos, Mar España, afirmaba en unas jornadas organizadas esta semana por Adirelab (Asociación de Directivos de Relaciones Laborales) que no sabía por qué se había incorporado este artículo en la normativa en vigor desde el pasado diciembre y que su agencia no es la encargada de garantizar este derecho sino “la Inspección de Trabajo, supongo”; lo cierto es que las empresas están obligadas por esa norma a garantizar el respeto al tiempo de descanso, permisos y vacaciones del empleado fuera del tiempo de trabajo establecido para que pueda conciliar vida personal y profesional. Además, han de negociar con sus comités de empresa una política interna que asegure esta desconexión y poner en marcha acciones de formación y sensibilización del personal.
Aún es pronto para que el derecho a la desconexión digital se haya desplegado con toda su intensidad en las compañías, es más, según Fermín Guardiola, abogado de Baker McKenzie, no es algo que les preocupe demasiado; pero ya hay algunas grandes organizaciones que empiezan a negociar medidas para garantizarlo en sus convenios colectivos, según el vicepresidente de Adirelab, Juan Suanzes. Y otras que consideran que “es innecesario porque ya tenemos regulado el tiempo de trabajo y de descanso”, según Álvaro Núñez, miembro de esa asociación.
Axa es una de las pocas que lo ha llevado ya a su convenio colectivo. Como entidad de origen francés que es, el país pionero en introducir por norma el derecho a la desconexión digital de los trabajadores, vio la necesidad de regularlo en julio de 2017, asegura. En medio del proceso de transformación radical que viven actualmente las formas de trabajar, donde se imponen la movilidad, el teletrabajo y la conexión desde cualquier lugar, lo que “es una gran ventaja por las oportunidades de flexibilidad que permite, a la vez es un riesgo que tenemos que controlar”, explica Carmen Polo, directora de Personas y Organización de Axa España. Por eso, salvo causa de fuerza mayor o circunstancias expecepcionales (como siniestros y comités de crisis), sus empleados no tienen que responder mensajes fuera de su horario ni aceptar reuniones más allá de las 18 horas.
También Ikea se ha anticipado a la legislación al reconocer el derecho a la desconexión en el Acuerdo Horario que firmó con los sindicatos en septiembre de 2018 para “ser ejemplo para otras empresas”, indica la organización. Y Telefónica lo hizo en noviembre de 2018 y negocia actualmente con sus representaciones sindicales cómo poner en marcha las medidas internas que requiere la posterior normativa. La compañía se está adecuando a las nuevas formas de trabajo que llegan de la mano de las nuevas herramientas digitales, según Tatiana Espinosa de los Monteros, su directora global de relaciones laborales, porque “la tecnología es absolutamente invasiva, con lo que reglar el derecho a la desconexión es vital”.
Cinco pautas
Telefónica ha marcado cinco pautas para ese desenganche digital de sus plantillas en el mundo: Respeta a los demás (realizar comunicaciones digitales entre las 8 y las 18 horas). Pon a raya la reunionitis (planificar reuniones de 10 a 18 horas). Eres digital, conoce las herramientas disponibles en la empresa (para que no invadan la intimidad). Disfruta de tus vacaciones (dejar un email que avise de que se está fuera proponiendo un contacto alternativo). Da lo mejor de ti (ser responsable de aprovechar la desconexión en el tiempo libre). Y ahora “estamos en el paso de la negociación colectiva y buscamos buenas prácticas de otras empresas, pero no encontramos”, asegura Espinosa de los Monteros. La directiva recuerda que “derecho no es igual a obligación; quien quiera puede trabajar fuera de los horarios laborales. Y nadie que utilice ese derecho a la desconexión es susceptible de sanción”.
Si esas medidas no son sufientes para lidiar con el problema de hiperconexión digital de los trabajadores, sepa que algunas de las grandes empresas (los bancos, por ejemplo) pagan las terapias psicológicas al menos a sus ejecutivos. El coste, señala Masip, de entre seis y 12 meses se mueve entre 2.500 y 5.000 euros.
Cursos de sensibilización
Para formar en el terreno de la desconexión digital, la firma de e-learning Googhabitz ha lanzado su primer curso de detox digital para empresas. Se trata de cinco unidades que recogen contenidos que van desde teoría, vídeos, experiencias reales y test. Trata de enfrentar a cada trabajador con sus hábitos digitales para detectar si es dependiente de las pantallas con un análisis rápido para posteriormente ofrecer pautas de conducta adecuadas para que el móvil tenga menos poder en sus vidas. Dura casi cinco horas y el objetivo, según Roel Koppers, director general de la compañía, “es generar sensibilización para ser consciente de si tienes o no un problema, que hay mucha gente que no lo es”.
LOS JEFES AHORA NO TIENEN COMPASIÓN DE SUS SUBORDINADOS
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