Alumnos estudiando en una biblioteca de la Universidad de Sevilla
Se venden Trabajos de Fin de Máster para la Universidad de Sevilla por 1.000 euros
El comercio de TFG y TFM prolifera en internet sin control; la US dice que es muy preocupante y que habrá que tomar medidas mientras lucha contra el plagio
«Aprueba sin estudiar. Cambia las reglas». Es el reclamo de una de las decenas de anuncios que circulan por internet de venta de Trabajos Fin de Grado (TFG) y Trabajos Fin de Máster, (TFM), una oferta que crece sin control. Sólo hay que teclear en un buscador «compra TFG o TFM»para que aparezcan. ABC ha hecho la prueba, ha contactado con varias empresas que se anuncian y que hacen trabajos a medida. Tras la llamada solicitando un TFG y un TFM para dos carreras de la Universidad de Sevilla recibió respuesta. Luego llegó presupuesto de al menos dos trabajos. Un TFM del Máster de Abogacía de la Facultad de Derecho sobre «La apertura del juicio oral» de 75 páginas se ofrece por 1.000 euros. Un TFG de Ingeniería de Tecnologías Industriales sobre «Instalación de energía solar en un edificio de viviendas» de 70 páginas puede costar 2.200 euros.
De esas y otras respuestas, se deduce que todas operan de la misma manera. Lo hacen en toda España ya que el «servicio» es on line. Primero hay que rellenar un largo formulario y enviarlo con datos de carrera, universidad, guía docente, normativas, número de paginas, tema, fechas de entrega e incluso bibliografía ya que ofrecen citar a autores de Harvard, Vancouber o Chicago. Luego, el «departamento docente» envía el presupuesto. Y antes de empezar a trabajar hay que pagar un primer abono de entre 250 a 300 euros, para lo cual facilitan una cuenta bancaria. Aunque los precios varían, los hay también, a razón de 10 euros la página. Si es de máster, suben. También más baratos ya que bajan si el alumno aporta una parte del trabajo y la empresa confecciona el resto.
Se puede pagar con tarjeta, mediante transferencia o incluso paypal. Y a esas empresas se unen otros licenciados que hacen el mismo trabajo por libre. «Con la crisis somos muchos los que vendemos TFM», explicó un joven localizado a través de una plataforma digital de anuncios. «Si necesitas un TFG/TFM ponte en contacto con nosotros», se anuncian.
Es una práctica que se extiende sin que, de momento, ni la Policía ni los juristas consultados tengan claro si hay que actuar contra ellos ya que, ni siquiera saben si es delito. Las empresas defienden que su negocio es legal aunque garantizan al «cliente» que el servicio será confidencial y que los datos no serán cedidos ni compartidos con otras empresas. Dicen que son «una empresa legal», líder en el sector y con años de experiencia. «Nosotros le vendemos el trabajo;usted puede hacer con él el uso que crea conveniente», afirman. Algunos fiscales corroboran que se trata de una práctica de «difícil encaje penal». Hay una especie de «limbo jurídico».
«Me sale en los cookies»
El boom de este negocio lo confirman los propios alumnos. Álvaro Rivas, delegado de centros de Derecho de la US, lleva tiempo notando el fenómeno. «Cuando abro internet en los cookies lo primero que me sale es un anuncio de venta de TFM», dice alertando de que se hacen envíos masivos a los estudiantes con estas ofertas. Y que se ha formado todo un mercado de TFG, algo que el delegado relaciona con la «falta de tiempo» de los estudiantes para hacer esos trabajos que les pide la universidad. Rivas insiste en que les están «imponiendo» un trabajo que ellos no quieren hacer y que no debería ser obligatorio. «Hay un problema porque a los alumnos nos mandan estos trabajos que no deberían ser obligatorios sino sólo para los que quieren dedicarse a la docencia», dice, el delegado que está en desacuerdo con esas prácticas.
«No me parece bien», explica Rivas, también partidario de que haya mayor control. «Debería regularse, al fin y al cabo si presentas un trabajo que no es tuyo y que has comprado por 500 euros no tiene mérito.Es como si le pago a alguien porque me haga el examen», dice.
En la universidad oficialmente no conocen ese mercado. Ricardo Chacartegui, director de Promoción de la Investigación y de la Cultura Científica de la US admite que hay «mucha preocupación» por la venta de estos trabajos en todas las universidades de España aunque no tienen capacidad para luchar contra ello porque tampoco han detectado ningún caso hasta ahora. Y porque, mientras no hayan presentado ese trabajo comprado no pueden hacer otra cosa. «Es claramente preocupante y desde luego tendremos que tomar medidas», dice insistiendo en que habrá que buscar «herramientas» acordes a los nuevos tiempos y estar atentos a la evolución de las tecnologías que llevan a estas situaciones. Yque quizás de eso debiera ocuparse la policía.
De hecho advierte que si un alumno compra un documento y lo presenta en el máster oficial como si fuera suyo «es un acto punible». Pero no pueden hacer nada mientras no se detecte. En ese caso se aplicaría el reglamento. Se anularía e incluso conllevaría la retirada del título.
La US lucha contra el plagio
Lo más que pueden hacer es luchar contra el plagio. En la US, como en otras universidades, tienen una herramienta, el Turnitin, para prevenir y evitar el plagio académico. Es un programa informático que comprueba las similitudes de un documento con múltiples fuentes de información (internet, artículos científicos...). El programa identifica el contenido no original traducido del inglés y ofrece al docente un informe de originalidad señalando el porcentaje de similitud y mostrando las fuentes.
Es una herramienta en la que han formado a profesores y directores de estos trabajos para que verifiquen su originalidad. Aunque la Universidad dice haber rechazado algunos trabajos antes de su defensa, no cuantifica los anulados por plagio. E insiste en que estos trabajos requieren «un contacto directo» entre tutor y alumno que debe presentar periódicamente los avances. «Nuestros egresados son los futuros ingenieros o médicos; son el futuro de la sociedad habrá que controlar esas prácticas pero queremos lanzar un mensaje positivo», dice rompiendo una lanza por los alumnos.
Cuando se pregunta a los docentes, dan otra versión. En primer lugar, creen que los TGF y los TFM están mal organizados y que deberían ser «optativos» porque la mayoría de los alumnos no están preparados mientras que a los docentes les ocupa mucho tiempo y no están bien remunerados.
Y, en segundo lugar, porque no todos los profesores tienen acceso a esa herramienta y hay alumnos que no son conscientes de que deben citar la fuente. Ocurre a menudo que cuando se examina el trabajo, el Turnitin detecta que se ha copiado y deben devolverlo. En la mayoría de los casos se descubre a tiempo. Pero también se escapan algunos.«Nos encontramos un TFM que tenía una originalidad del 19 por ciento y copia de más del 50», explica una profesora. Pese a que los docentes tenían dudas e hicieron muchas preguntas, el alumno llevaba aprendida la lección. Y pasó el filtro aunque obtuvo una nota baja. Es un ejemplo de la necesidad de replantearse el sistema y perfeccionar el control.
VIVIMOS EN UN PAIS DE ENGAÑO , MENTIRA Y ESTAFA.
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