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viernes, 15 de mayo de 2015

VIVIR SIN LETRINA PERO CON TELÉFONO MÓVIL

 
Una mujer lava la ropa de sus hijos en el río Ciliwung en Yakarta (Indonesia). 69 millones de personas en el país no tienen acceso a servicios de saneamiento

La emergencia mundial de la higiene
Quizá te hayas sentido alguna vez un afortunado por llevar un móvil en el bolsillo. No te equivoques: más de tres cuartas partes de la población mundial tienen ya acceso a esta tecnología. Incluso la última frontera, África, está siendo rápidamente conquistada. Existe otro privilegio más infrecuente y del que apenas somos conscientes: sentarse cada mañana en la taza del váter sin arriesgarse a contaminar el agua que bebemos.
Para entenderlo, veamos lo que sucede en la capital de Zambia, Lusaka, donde más de un millón de personas hacen diariamente sus necesidades en agujeros negros y letrinas rudimentarias. Cuando se llenan, el contenido es enterrado en los alrededores, convirtiendo barrios enteros en pantanos insalubres y contaminando las aguas freáticas de la ciudad.
Como resultado, se diagnostican brotes de cólera, tifus y hepatitis infecciosas que matan a miles de personas cada año, sobre todo niños.Lo que sí tienen casi todas las familias en Lusaka es un
teléfono móvil a mano: según datos de los propios operadores, más de 91 por ciento de los habitantes del país africano (incluidas las zonas rurales) hacen uso de esta tecnología.
 

Cuando las letrinas se llenan, el contenido es enterrado en los alrededores, convirtiendo barrios enteros en pantanos insalubres.

Disponer de un retrete con un sistema eficaz para deshacerse de los residuos es casi utópico para alrededor de 2.500 millones de personas (el 35 por ciento de la población mundial), según datos de Naciones Unidas. De ellos, algo más de la mitad disponen de algún tipo de instalación sanitaria rudimentaria. El resto, el 15 por ciento, aún lo hace en plena calle o en el campo.
Y aunque a menudo pase desapercibido, se trata de uno de los mayores problemas sanitarios de la Humanidad en estos momentos. Tanto que en muchos países genera más muertes que la propia desnutrición.La situación está mejorando (en 1990, más de la mitad de la población mundial no tenía acceso a letrinas seguras) pero queda mucho por hacer y algunos programas no están funcionando como deberían, denuncian las propias organizaciones que los impulsan.
“Se crean letrinas, pero el problema no acaba si no se dispone de un sistema efectivo para deshacerse de los residuos”, resume Neil Jeffery, director del programa de Agua e Higiene para las zonas urbanas (WSUP, por sus siglas en inglés).
ES EL CONSUMISMO IRRACIONAL

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