Rajoy visita a Obama para vender que España ha pasado ya lo peor de la crisis
La Moncloa espera el aval del presidente de EE UU a las reformas económicas.
Dos años y 23 días después de tomar posesión como presidente del Gobierno, Mariano Rajoy verá hoy cumplido uno de sus sueños: ser recibido en el Despacho Oval. Obama invitó a su antecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, en octubre de 2009, solo nueve meses después de convertirse en el primer presidente negro en la historia de EE UU. Pero George W. Bush le tuvo cuatro años y medio esperando y solo le invitó a la Casa Blanca en noviembre de 2009, a la cena que ofreció a los asistentes a la cumbre del G-20.
Claro que Zapatero le irritó profundamente al retirar las tropas de Irak. En cambio, Rajoy ha puesto en sordina el escándalo del espionaje masivo de la NSA y ha accedido a cuantas demandas le ha hecho Washington: incluido el despliegue de una fuerza de intervención rápida de 500 Marines en la base de Morón (Sevilla).
“Los presidentes de EE UU”, explican fuentes diplomáticas, “solo están interesados en hablar con dos tipos de mandatarios: los que les causan problemas y los que pueden ayudarles a resolver los propios. Rajoy no pertenece a ninguno de los dos grupos, así que no ha sido fácil hallar un hueco en la agenda”.
Y no será porque no se haya buscado. Tres veces se han visto Obama y Rajoy en foros internacionales —en la cumbre antinuclear de Seúl y la de la OTAN en Chicago en 2012; y la del G-20 en San Petersburgo, en 2013— y la conclusión siempre ha sido la misma: el inquilino de la Casa Blanca había invitado al presidente español a visitarle y solo faltaba fijar la fecha. El empujón vino a través de la llamada diplomacia del gimnasio, el encuentro fortuito en diciembre el hotel donde ambos se hospedaban en Johannesburgo por el funeral de Mandela.
Fuentes de La Moncloa atribuyen la demora a factores externos: las elecciones americanas de noviembre de 2012, el cambio del equipo de la Casa Blanca tras la reelección de Obama o el relevo del embajador en Madrid. Pero lo cierto es que la invitación no se ha concretado hasta que España no ha dejado de ser un país al borde del rescate que amenazaba con arrastrar en su crisis a toda la zona euro y ha recuperado la confianza de los inversores internacionales, con la prima de riesgo por debajo de los 200 puntos por primera vez desde 2010.
Vender el mensaje de que España ha iniciado la senda de la recuperación y ha dejado atrás lo peor de la crisis —aunque su índice de paro produzca vértigo al otro lado del Atlántico— es el gran objetivo de un viaje de cariz netamente económico. En torno a la cita en la Casa Blanca —que está previsto que dure una hora y a la que asistirán los principales colaboradores de ambos presidentes— se ha construido en las últimas semanas un apretado programa que incluye una conferencia en la Cámara de Comercio de EE UU, ante unos 150 directivos de empresas (incluidos gigantes como Microsoft, Google, IBM o Alcoa) o fondos de inversión: o una entrevista con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.
La agenda de la entrevista con Obama es abierta, pero sus respectivos equipos han pactado un temario: la situación económica de España; las relaciones entre EE UU y la Unión Europea —que negocian un Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), con el apoyo entusiasta de Madrid—; las relaciones bilaterales; la situación del Magreb y el Mediterráneo; y América Latina.
Más allá de los enunciados, La Moncloa espera un aval del presidente estadounidense a las reformas económicas de Rajoy; un espaldarazo fundamental pues, como recuerdan las mismas fuentes, fue una llamada de Obama a Zapatero en mayo de 2010 la que desencadenó el dramático giro de la política económica del anterior Gobierno. También intercambiarán puntos de vista sobre la situación de Cuba o Venezuela, aunque es probable que estos asuntos se aborden más ampliamente en su entrevista con el presidente de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza; e incluso en el encuentro con la Comisión de Exteriores del Senado. El presidente de esta última, el senador demócrata Bob Menéndez, expresidente del USA Spain Council, es uno de los mejores embajadores de España en EE UU y Rajoy le impondrá la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica en la residencia del Embajador en Washington.
La visita de Rajoy a Washington —calificada en términos diplomáticos como “oficial de trabajo”— se verá reforzada con el desembarco de los primeros espadas de algunas de las principales firmas del Ibex 35, como Florentino Pérez (ACS); Isidro Fainé (Caixa Bank); José Manuel Entrecanales (Acciona); Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola) Javier Monzón (Indra); Francisco Reynés (Abertis), José Terceiro (Abengoa) o César Alierta (Telefónica). Según fuentes empresariales, este último había condicionado su presencia en EE UU a que Rajoy recibiera allí al Consejo de la Competitividad, que él mismo preside. La reunión, la segunda de Rajoy con este foro, se celebrará el martes, aunque será un “breve contacto”, según La Moncloa.
A Washington acude también el presidente de la CEOE, Joan Rosell, la organización homóloga de la Cámara de Comercio de EE UU, donde Rajoy pronunciará una conferencia bajo el optimista título de España: vuelve el crecimiento, lista para crear empleos.
COMENTARIO:
El líder invisible sigue ausente de la España real, donde nadie lo ve ni le escucha. Y que ni parece interesarle mucho. Pues ahora Rajolín mendiga avales por el mundo (en viajes que pagamos todos), ya que quienes le votaron no le avalan ni las gafas. ¿Y qué va a avalar la Casa Blanca, que ya bastantes problemas tiene en casa? Pobre hombre, y más pobres los que dependen de un tal "liderazgo".
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