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lunes, 2 de noviembre de 2020

DICTADORES DE PACOTILLA

 UNOS POLÍTICOS SIN ESCRÚPULOS NI MORAL

Nuevamente estamos en estado de alarma, el cuarto desde la Transición y el tercero en menos de un año, y, en esta ocasión, por ¡seis meses!; pese a ello, nuestro amado líder ha tenido la deferencia hacia nosotros, sus súbditos, de dejar abierta la posibilidad de revisarlo. Esto es ilegal y lo peor es que el Gobierno, repleto de juristas (12 de los 23 miembros del Gobierno son licenciados en Derecho, algunos de ellos reconocidos juristas), lo sabe, ya que una prórroga nunca puede superar en tiempo al plazo prorrogado; sin embargo, la infamia es aún peor, puesto que no habrá control efectivo al Gobierno durante la prórroga, sólo comparecencias del ministro de Sanidad, con lo cual el Gobierno marxista podrá hacer lo que le dé la gana, sin necesidad de justificarlo, desgobernando a golpe de decreto, como ya hizo en primavera. Con el poder legislativo bloqueado y el judicial en el punto de mira, ya estamos camino de nuestro régimen bolivariano particular (nota al final).

El pasado 29 de octubre, en el Congreso de los Diputados, se escenificó un atentando, no solo contra la Constitución y el Estado de derecho, sino contra las libertades fundamentales de los ciudadanos, con la complacencia de unos y la complicidad de otros. El espectáculo fue bochornoso, ya que, tras la intervención del ministro de Sanidad, el presidente del Gobierno abandonó el hemiciclo, tal vez para no escuchar los reproches y críticas de los partidos de la oposición. En realidad, toda esa crispación solo fue un teatrillo para que no se notase que todos esos estómagos agradecidos, en realidad, tenían ya algún acuerdo con el líder, puesto que le apoyaron o se pusieron de perfil, pese a que todos estaban muy indignados y enfadados, pero solo Vox va a presentar un recurso de inconstitucionalidad, los demás aprovechan el estado de alarma para ir a una cuchipanda de postín y alternar con lo más más de lo muy muy, que hay que hacer contactos, no vaya a ser que se les acabe el chollo de la política, que la mayoría tienen una licenciatura raspada y cero experiencia profesional fuera de la política.

Otro asunto turbio del nuevo estado de alarma es la delegación de funciones en los presidentes de las comunidades autónomas, para que gestionen las medidas en las diferentes regiones a su conveniencia, sin necesidad de un mando único que gestione las medidas a tomar o coordine a los diferentes ministerios y consejerías para aplicar protocolos comunes. Con esta táctica suicida esta segunda ola de la pandemia (hay quien afirma que es una primera ola mal gestionada) será peor que la primera en todos los aspectos, tanto sanitarios como sociales y económicos, porque, tras un cuatrimestre infernal, esto “no se podía prever”. Cuando el desastre ya sea irreparable, nuestro insigne líder podrá culpar a las CC AA y erigirse en nuestro campeón, aquel que viene a salvarnos de algo peor que la muerte.

Finalmente, hemos visto que el estado de alarma sirve para que los señores feudales puedan decretar el confinamiento de sus siervos, siguiendo el criterio del comité de expertos, que nos habla a través de la ouija, en sus correspondientes taifas. En estos ocho meses, realmente, ni el Gobierno central ni la mayoría de los gobiernos autonómicos han aprendido nada de nada, ya que solo saben recurrir a medidas medievales, es como matar moscas a cañonazos. Viendo cómo se hacen las cosas en España, uno se pregunta por qué no se han aprovechado estos meses para establecer una estrategia clara y común frente a la más que anunciada segunda ola. Sí es cierto que a todos los países les afecta el virus, pero no a todos igual: Suecia ha aplicado medidas, muy criticadas, que le han dado buenos resultados; también Austria está controlando la pandemia, o Nueva Zelanda, Corea del Sur, Japón, Uruguay, etcétera; algo estarán haciendo bien, pero en España no nos fijamos en ello y seguimos sin hacer test en aeropuertos y estaciones, y sin hacer test de manera sistemática, una medida básica para cortar las cadenas de transmisión, sin dar una información veraz, sin dar confianza a los ciudadanos, sin repetir estudios de seroprevalencia y, seguramente, sin protocolos claros y estrictos para las residencias de ancianos. Solo sabemos encerrar a la gente y cabrearla, a la vez que se arruina el país, porque es más importante mantener el 21% de IVA en las puñeteras mascarillas, o dilapidar cientos de miles de euros para pagar asesores y asesores de los asesores, coches oficiales, fiestas de cumpleaños, vacaciones de alto standing o estudios -muy científicos- sobre el efecto opresor del color rosa, que ayudar a los sectores productivos, a los que crean riqueza y empleo, ya saben, “sin dejar a nadie atrás”.

Nota: Con el real secreto del estado de alarma, se han conculcado libertades fundamentales como la libertad de circulación, la libertad de reunión o la libertad de manifestación, en aras de la salud, porque los políticos han antepuesto sus intereses, tanto personales como de partido, a los intereses de los ciudadanos a los que representan. Recientemente, el grupo parlamentario Unidas Podemos ha presentado una proposición no de ley para limitar los “mensajes de odio” en las redes sociales que fue aprobada a la vez que se rechazaba una propuesta de Vox para eliminar los actos de homenaje a los asesinos etarras. Las redes sociales disponen de unos árbitros, Newtral y Maldito Bulo, principalmente, que, curiosamente, están relacionados con La Sexta: Newtral es propiedad de Ana Pastor y Maldito Bulo fue creada por periodistas de esa cadena. Con estos antecedentes, podemos colegir que el derecho de libre expresión también está en peligro. Hay quien afirma que todas estas medidas represoras son para controlar el malestar de la población y evitar actos como los de este fin de semana, que, según el inefable Pablo Echenique, son promovidos por Vox: él puede lanzar acusaciones en las redes sociales, pero está libre del delito de odio.

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