De la salvajada al absurdo
Protesta por el asesinato de George Floyd
El vídeo con la agonía de George Floyd es espeluznante. La cara del policía, impertérrito, mientras los compañeros miran hacia ninguna parte es atroz. El desgarro de la víctima entre susurros y angustia es insoportable.
Tras ese vídeo -ahora cualquier ciudadano lleva una cámara de televisión en la mano- sobrevino la esperada y periódica escalada de violencia en Estados Unidos. Una violencia elevada al absurdo, gratuita y descontrolada. Un caos alimentado por un presidente Trump que juega a verter litros y litros de tuits y verborrea sobre las llamas del racismo. Y lo hace a propósito. Porque provoca y le gusta.
Así, tras el estrangulamiento con la rodilla de un policía, el caos salvaje y el bombero pirómano, llegan los
plagios y la demagogia en el resto del mundo. Por supuesto, en el mundo progresista y reformista. Sánchez sacó a colación los incidentes en Estados Unidos, pero calla sumiso ante los venezolanos humillados y muertos de hambre. La progresía oficial se arrodilla, pero mira hacia otro lado ante las salvajadas del yihadismo para las mujeres, y no te digo para los homosexuales. Los mismos que arrasan Barcelona o te revientan una cumbre mundial dicen que honran a George Floyd a la vez que pasan olímpicamente de 50.000 muertos por coronavirus y ocultados por su Gobierno.
No pude terminar de ver el vídeo con la agonía de George Floyd hasta la muerte. Y no soporto el cinismo aborregado de tanto europeo que se deja manipular por este tipo de gobernantes que tanto imperan a este lado del Atlántico. Con la excusa del salvaje asesinato a un ciudadano negro en Estados Unidos hemos llegado al absurdo de una falsa progresía europea que oculta y miente sobre sus propias vergüenzas.
P. D.: Con la que está cayendo en España y mirando a Estados Unidos, resulta interesante la comparación entre nuestras Policías y Guardia Civil con el resto de Fuerzas de Seguridad. Se confirma que no sabemos lo que tenemos. Con sus problemas y errores, ya quisieran los demás parecerse a los nuestros, aunque medio Gobierno los ponga a caldo.
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