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martes, 30 de junio de 2020

ADIOS AL CARBÓN Y AÑORANZA DE LA ASTURIAS BUCÓLICA.

CUANDO LOS RIOS SE TIÑERON DE NEGRO
Desde el principio de los tiempos Asturias era ya un paraíso natural, posiblemente el mejor, el más extenso y profundo, porque toda ella lo era entonces desde Picos de Europa hasta Peña Ubiña. Y un mundo o medio rural único que nuestro escritor y novelista Armando Palacio Valdés cantó y defendió en su “Aldea perdida” cuando se iniciaron las explotaciones del carbón en su comarca del Nalón, porque Palacio Valdés era de Laviana. Y en su novela arremete duramente contra aquella irrupción salvaje que venía a destruir y arrasar con todo cuanto suponía un mundo feliz, bello, grandioso, que desde siempre había estado allí desde la invasión celta, que fue base y origen del mundo rural, de sus aldeas y gentes de una convivencia entrañable y ejemplar.
Sí, no cabe duda de que la explotación del negro mineral acabó con aquel mundo rural o medio rural bucólico y paradisiaco, virgen y sin contaminar, pero era el progreso, que es imparable desde que el tiempo y el hombre es hombre, que ambos llevan consigo en su devenir. Y ese tiempo y ese hombre, hoy, han hecho y cambiado todo, que no se explotara más carbón, y lo que queda, que son miles de toneladas, que siga sepultado en las entrañas de la tierra. Paradójicamente, el medio rural ha vuelto a su primitivismo, pero ahora completamente distinto, cambiado, sin aquella rica e importante ganadería y agricultura que daban de comer y de vivir a todo el medio urbano, tan distante e indiferente siempre con el medio que lo alimenta. E igual actitud y proceder por parte de aquellos políticos y autoridades o gobiernos nacionales, provinciales y locales. Todos ellos entonces tenían olvidado por completo al medio rural. Sin luz, carreteras, comunicaciones y con un elevado analfabetismo.
La lucha de Palacio Valdés contra la explotación del carbón no pudo ser más enconada, pero inútil, porque el progreso era arrollador y todo se lo llevaba por delante.
Y así hemos llegado hasta nuestros días, con un carbón que ya es triste y dolosa historia, y un mundo rural cuyos pueblinos y aldeas, sus valles mineros, son hoy una verdadera ruina, que tratan de resurgir de sus propias cenizas. Bien demostrado está en esas masivas manifestaciones de personas y tractores que se han visto obligados a salir a la calle, como hacen los demás, en defensa de sus problemas y necesidades tanto en el sector agrario como en el ganadero.
En nuestras cuencas mineras del Nalón y el Caudal ha supuesto un verdadero trauma social y económico el cerrojazo que se ha dado a la explotación de su carbón, sin haber previsto antes y buscado nuevas alternativas laborables que hubieran evitado esta ruina y que los hijos de los mineros no tengan hoy futuro ni porvenir. Esto, y el cerrojazo a la explotación del carbón, es el trauma y gran preocupación de las sufridas gentes de nuestras cuencas mineras, ellos y ellas, porque la mujer también carga con esta cruz. Un ejemplo lo tenemos en Gelinos Fernández, de Moreda de Aller, viuda de minero, que ha publicado unos sentidos versos de original lírica en la buena revista que edita el Orfeón de Mieres. Que se titulan “Poes: Gelinelas”, que es un canto triste al minero y al carbón perdido.
Sí, un carbón perdido y un mundo o medio rural precario y desatendido es verdaderamente preocupante, y allí hay que buscar soluciones cuanto antes, para bien de todos, el paisano y el ciudadano.

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