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martes, 19 de mayo de 2020

DESTROZAR ESPAÑA,UNA LEJANA ILUSION

PERO SE INTENTA POR TODOS LOS MEDIOS
José Manuel Franco, delegado del Gobierno en Madrid, quien sostiene que Madrid puede ser una nación, está pendiente de un proceso penal por autorizar manifestaciones multitudinarias en tiempos de epidemia. Se ha conocido que en el juzgado que dirime su imputación hay un informe pericial médico que asegura que si no se hubiera autorizado la macromanifestación del 8-M «es cierto y seguro» que se habría evitado la amplia difusión del virus, alegando que la OMS y el ECDC (Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades) ya habían emitido informes sobre la epidemia y recomendaciones para evitar contagios. Seis días antes del 8-M tenía Franco a su disposición uno del ECDC donde ponía todo muy clarito.
Por eso ahora,
 cuando aprietan en el juzgado, Franco se muestra partidario de autorizar manifestaciones «siempre que se guarden las medidas de seguridad que no pongan en riesgo la salud». Normal, cuando uno hace posible que se reúnan 150.000 personas habiendo comunicaciones previas (también de la Comunidad de Madrid) que alertaban del riesgo exponencial de contagios, no va a poner pegas ahora a que lo hagan unos cientos de «cayetanos», aunque ya van para miles y tienen pinta de que en las caceroladas hay muchos pacos, pepes, anselmos y todo el santoral; y que no solo son cosas del barrio de Salamanca sino que surgen en Vallecas, Latina o Villaverde, que la gente harta con la gestión del Gobierno es crecedera.

Franco, el que quiere que Madrid sea una nación como sostienen para su comunidad los separatistas catalanes, no quiso entrar ayer en las «miserias políticas» cuando fue preguntado por Díaz Ayuso, aunque ya dijo bastante al acercarla implícitamente a la categoría de miserable. Al mismo tiempo, el ministro Ábalos, con ese tono tan agradable que emplea, todo un prodigio de conciliación sin una gota de soberbia, tildaba a Ayuso de «irresponsable» por querer «derribar al Gobierno», que es justo lo que el PSOE quiere hacer con ella. Más. Acostumbrado a la fiabilidad de las escopetas de feria a lo largo de su carrera política, el otro día fue Rafael Simancas el que cogía la carabina de Ambrosio (la que siempre falla) y culpaba a los madrileños de ser los causantes de que España tenga la mortalidad más alta del mundo. Los socialistas parecen decididos a garantizar la mayoría absoluta del PP en las próximas autonómicas, lo que de ocurrir alejaría el gran sueño de Franco de convertir a Madrid en una nación. Una pena.

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