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miércoles, 7 de agosto de 2019

EL RECHAZO A LA CLASE POLÍTICA,EL POLVORÍN QUE AMENAZA LA ESTABILIDAD DE EUROPA.

Fuentes: Eurobarómetro/Real Instituto Elcano

El rechazo a la clase política, el polvorín que amenaza la estabilidad de Europa

Según el último CIS, los políticos se han convertido en el segundo problema de los españoles con el 38%. En Italia y Reino Unido, la desconfianza en los partidos dio paso al Brexit y a las victorias del Movimiento 5 Estrellas y de la Liga.

El reloj español se ha parado en 2016. Como hace tres años, lejos de lograr un acuerdo para la investidura del candidato socialista Pedro Sánchez, la izquierda española, PSOE y Podemos, continúa enfangada en un juego interminable de acusaciones sobre el fracaso de las negociaciones de 48 horas para formar gobierno. Han pasado de la gran participación del 28 de abril con hasta un 75% al gran hastío tan solo ochenta días después. Según el último CIS, los políticos se han convertido en el segundo problema de los españoles con el 38%, marcando un récord histórico desde que se iniciaron los registros en 1985.
En los debates de investidura, líderes nacionalistas como Gabriel Rufián y Aitor Esteban alertaron de una subida de la abstención en una repetición electoral, y analistas como el delegado de La Vanguardia en Madrid Enric Juliana han dibujado un caldo de cultivo a la italiana para el surgimiento de un Salvini español. En cuarenta años de democracia España ha contado siete presidentes del Gobierno por 25 primeros ministros en Italia, que ahora cuenta con un gobierno edificado sobre la bicefalia populista de los vicepresidentes Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini, que ha situado a la Liga en un apabullante 38 por ciento de los votos según los últimos sondeos.
Salvini ahora tiene los índices de aprobación más altos de entre todos los políticos italianos. Pese a que la economía transalpina se encuentra a la cola de Europa en crecimiento, el ministro de Interior del país conecta con el «pueblo italiano» acudiendo al club de playa Papeete Beach en Cervia, al este del país, como uno más. A pecho descubierto, Salvini simula ser DJ y baila muy pegado con una joven en bikini. También se hace fotos con jóvenes y disfruta de un baño de masas, que sus críticos comparan con «Il Duce», Benito Mussolini, aunque con una pose menos erguida y con peor forma física. «La historia siempre se repite dos veces: la primera como una tragedia, la segunda como una farsa», escribía ayer citando «El 18 de brumario de Luis Bonaparte», del filósofo Karl Marx, un tuitero italiano que acompañaba su mensaje con montaje de fotos compuesto por el líder de la Liga y el dictador fascista de los años veinte y treinta.

Con Salvini como modelo, los elitistas Nigel Farage, líder del Partido Brexit, y Boris Johnson, flamante primer ministro tory, compiten en campechanía y dureza antiBruselas ante el electorado brexitero más radical. Desde la victoria en las primarias conservadoras, Johnson, a quien se le vio la pasada semana con su característico cabello rubio platino enmarañado en una granja jugueteando con gallinas y observando sus huevos, ha logrado remontar e incluso adelantar al Partido Brexit y a los laboristas después de la humillación de las elecciones europeas que llevaron a Theresa May a dimitir. Pero el entusiasmo que genera Johnson entre los euroescépticos más febriles, prometiéndoles inversiones de mil millones de libras en el Sistema de Salud británico, es directamente proporcional al rechazo que provoca entre los favorables de seguir en la UE.
De fondo, casi ocho de cada diez británicos dicen que no confían en sus representantes. Y casi siete de cada diez sienten que los partidos tradicionales ya no representan una opción atractiva para votar. «Se dice continuamente que Gran Bretaña está más dividida que nunca. Pero cuando se trata de cómo piensan sobre Westminster, la gente parece bastante unida», escribió en mayo en « The New Stateman» Matthew Goodwin, profesor de política en la Universidad de Kent y coautor con Roger Eatwell de «Nacional-populismo: la revuelta contra la democracia liberal». Esta desafección se reflejaba igualmente en los meses previos al referéndum de la salida de la UE de 2016. Según un sondeo de YouGov de junio de aquel año, los electores proeuropeos seguían confiando en los expertos y los miembros de instituciones como el Fondo Monetario Internacional o la ONU, sin embargo los votantes a favor del Brexit no se fiaban de nadie.


España ha representado un modelo único de transición exitosa hacia un bipartidismo que garantizaba la estabilidad y el crecimiento del país. Sin embargo, la crisis económica de 2008 lo cambió casi todo. En 2011 el movimiento del 15-M llenó las plazas durante semanas y anticipó el declive del Partido Socialista por su gestión de la recesión y los recortes. Cuatro años más tarde, empezó el primer ciclo electoral post bipartidismo con cuatro partidos por encima del 10% de los sufragios. Y en este 2019, el partido Vox se ha unido al club. Por primera vez la crisis política preocupa más a los españoles que el terrorismo, la corrupción y la situación económica. Un 64,2% de los encuestados califica de mala o muy mala la situación política española, diez puntos más que el mes anterior.
La desconfianza hacia los partidos políticos es generalizada en todos los Estados miembros, aunque oscila entre el 52% en los Países Bajos y el 94% en Grecia, disminuyendo en 14 Estados miembros desde la primavera de 2017, según datos del Eurobarómetro. «La crisis de los partidos tradicionales debe mucho a cómo se ha gestionado la crisis económica. La percepción de las políticas que se han desarrollado en Europa en estos temas se han percibido más políticas de algunos y no de todos. El sentido de propiedad de todos sobre el proceso europeo es un sentimiento muy limitado», dijo el embajador italiano Stefano Sannino en el ciclo TopView Europa sobre la situación de la Unión Europea.

Boris Johnson, en una granja
Boris Johnson, en una granja - Reuters

El think tank británico Chatham House preguntó en 2017 a una numerosa muestra, compuesta por élites políticas, de la sociedad civil, del empresariado y también del gran público, procedentes de diez estados miembros, si sentían o no que se estaban beneficiando de ser parte de la UE, y si a los políticos les importaba o no lo que pensaban como ciudadanos europeos. Si bien el 71 por ciento de las élites de Europa sostenía que se había beneficiado, la cifra caía al 34 por ciento entre el público; y mientras que incluso el 50 por ciento de las élites pensaba que a los políticos no les importaba lo que la gente pensara, la cifra se disparó casi el 75 por ciento entre la ciudadanía.
Primero fue el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo el que supo pescar, con sus días de «mandarlo todo a la mierda», en la desafección y ganar las elecciones italianas de 2013, aunque fuera finalmente el Partido Democrático (PD) el que se alzara con el poder. Cinco años después repitió victoria con Luigi di Maio a los mandos. Sin embargo, como ministro del Interior Matteo Salvini, más hábil y audaz en el cuerpo a cuerpo político, ha sabido conquistar la centralidad política gracias a su duro discurso anti inmigración. El líder de la Liga Lo refrendó en las urnas el pasado 26 de abril como gran vencedor de las elecciones europeas en Italia.
«Un nivel cada vez menor de confianza en las instituciones junto con un creciente desencanto con la política explican mucho las preferencias de voto italianas. La diferencia entre los "viejos partidos" –Forza Italia (Silvio Berlusconi) y PD– y los "nuevos" es un síntoma de este desencanto, aunque es cierto que la Liga (la versión extendida de la Liga Norte) no es exactamente un nuevo partido político, ya que se estableció en 1991 y ha estado repitiendo constantemente su discurso extremo desde entonces», concluía un análisis del Real Instituto Elcano sobre las elecciones italianas del pasado año.
El rechazo a la clase política ha virado hacia la confrontación con Bruselas. De liderar el europeísmo hace varios lustros, los italianos ahora son los que menos creen (un 43%) que su país haya sacado provecho de ser miembro de la UE, el dato más bajo de todo el Europa.
Desinflado el efecto soufflé en España de Vox, inspirado por ideología y por zeitgeist en la estrategia de la Liga con la inmigración y lo «políticamente correcto», la desafección hacia la clase política española no ha engendrado todavía un líder de la magnitud de Matteo Salvini que sepa surfear las olas de la indignación desde las instituciones. Pero con una nueva convocatoria electoral la abstención puede volver a subir y con ella la antipolítica y el rechazo a los partidos tradicionales.
ESTO SE LO GANARON LOS POLÍTICOS A PULSO POR SU IRRRESPONSABILIDAD.

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