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sábado, 3 de noviembre de 2018

UNA HERENCIA DE 30 MILLONES DE EUROS PARA OBRAS BENEFICAS

Elizabeth O'Kelly

Una herencia de 30 millones de euros para obras benéficas.

Fue el último gesto de Elizabeth O’Kelly, una viuda irlandesa fallecida hace dos años y conocida en el condado de Laois por sus generosas donaciones.

Seán Kelly, párroco de la Iglesia Católica de Stradbally, localidad situada en el condado irlandés de Laois, asegura que cuando Elizabeth O’Kelly, por aquel entonces casi desconocida, aportó 12.000 euros para ayudar a remodelar una de las fachadas de este edificio, la donante no pidió reconocimiento alguno. «Era una mujer muy sencilla, muy humilde y sin complicaciones. Ella jamás hizo alarde de su riqueza o grandeza, de ninguna manera. Nunca se presentó como millonaria ni nada de eso», explica este sacerdote. Aquella donación en vida de esta irlandesa palidece ahora tras saberse, dos años después de su muerte, que esta viuda donó 30 millones de euros a cinco organizaciones benéficas gubernamentales.
Elisabeth O’Kelly falleció en 2016, a los 92 años de edad, en una residencia de la localidad de Stadbally. Allí pasó los últimos años de su existencia de forma casi anónima, tras haber dedicado buena parte de ella a ayudar a los más necesitados. La donación, sin embargo, supone un hito para algunas de estas organizaciones y una gran inyección para la actividad de varias de ellas. Las elegidas fueron la Asociación Renal Irlandesa, la Fundación Cardiológica Irlandesa, la Sociedad contra el Cáncer Irlandesa, la Sociedad Irlandesa de Autismo y la Royal National Lifeboat Institution, cuyos barcos se dedican a salvar vidas en las costas del Reino Unido e Irlanda.
Cada una de estas cinco ONGs elegidas recibirá seis millones de euros por parte de su benefactora. Por ejemplo, para la Sociedad contra el Cáncer Irlandesa será la mayor donación jamás recibida. O’Kelly eligió esta organización porque le tocó de cerca, ya que sobrevivió a una batalla contra esta enfermedad durante la década de los 80.

Nacida en enero de 1924 en la ciudad francesa de Tours, O’Kelly se quedó huérfana a los dos años y fue entonces cuando la trasladaron a Irlanda. En Dublín fue criada por su tía paterna y, por ahora, se desconoce si hay otros herederos al no conocérsele más familia cercana.
Pasó gran parte de su vida en la ciudad irlandesa de Ballygoran, en el condado de Kildare, donde era recordada por vecinos y amigos por su activa vida social y la organización de «partidos de tenis y sus espléndidos tés». Quizá su único capricho, aseguran a la prensa quienes la conocían, era su amor por viajar y conocer mundo.
Se casó en 1945, a la edad de 21 años, con el empresario John William O’Kelly, un veterinario cirujano que servía en el Ejército británico y que amasó una fortuna como socio de la conocida destilería de whisky irlandés: «Tullamore Dew».
Su marido falleció el 3 de marzo de 1962 y, desde ese momento, O’Kelly consiguió aumentar su patrimonio tras invertir en el grupo de comunicación Leinster Leader, que se dedica a la edición de varios periódicos regionales en Irlanda. De hecho, inaugurando lo que sería una vida dedicada a las donaciones, su primer acto benéfico fue para los empleados de esta empresa. A 180 de ellos les concedió un cheque de 3.000 euros como «gesto de agradecimiento por su trabajo».
Tiempo atrás donó 12.000 euros a una iglesia para restaurar una de sus fachadas
TAMBIÉN HAY PERSONAS BUENAS Y SOLIDARIAS AHORA ME PREOCUPAN EN QUÉ MANOS CAERÁN PARAS DESTRIBUIRLOS.

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