Palos, escudos y gasolina en la tercera protesta pro-okupa en solo diez días.
Más de 700 manifestantes llegados de distintos puntos de España y Portugal participaron en la quedada ilegal. El gobierno de Noriega guarda silencio.
El Ensanche compostelano se convirtió este sábado en la zona cero de una nueva protesta okupa «muy organizada» y en la que participaron alrededor de 700 personas, algunas de ellas llegadas de otros puntos de España como Asturias o Burgos (vinculados a los disturbios del Gamonal) e incluso de Portugal. Según fuentes policiales confirmaron a ABC, la marcha hacia las instalaciones del antiguo colegio Peleteiro y su posterior asalto fue una maniobra «medida» y orquestada que formó parte de la hoja de ruta de una manifestación carente de permisos. Entre el material incautado al centenar de afines a los colectivos okupas que se amotinaron en el patio del céntrico colegio santiagués al grito de «un desalojo, una okupación», los agentes requisaron un furgón cargado de palos y escudos de metal que habían sido camuflados tras las pancartas. También se localizó un bidón de gasolina, además de numerosos pasamontañas con los que los protagonistas del altercado taparon su rostro. Como resultado de la intervención policial, que evitó la entrada y amotinamiento del grupo en el edificio —tapiado por seguridad desde su cese de actividad—, centenares de manifestantes fueron identificados, una veintena trasladados a comisaría y dos de ellos detenidos. Los arrestados, acusados de un delito de desobediencia, quedaron ayer en libertad con cargos.
La de este sábado es la tercera protesta de tinte okupa que la capital gallega sufre en tan solo diez días, tras el desalojo de un local privado en el que un colectivo llevaba tres años desarrollando su actividad sin permiso alguno. El despliegue policial, proporcional al poder de convocatoria que los agentes de los servicios informáticos rastrearon a través de la redes sociales, contó con 180 antidisturbios llegados de La Coruña y Vigo, que fueron apoyados por efectivos de las Unidades de Prevención y Reacción (UPR) de Santiago y otras ciudades. Desde el aire, las unidades fueron apoyadas por el helicóptero «Cóndor» de la Policía Nacional, que durante buena parte de la noche sobrevoló el cielo santiagués para evitar nuevos disturbios en zonas aledañas al colegio okupado. Además, y desde la comisaría de la ciudad, el delegado de Gobierno siguió de cerca el desarrollo de la intervención, que obligó a cortar varias calles del centro de la capital y provocó el cierre de los locales de hostelería próximos al epicentro de la protesta, por el temor de los propietarios a que los manifestantes causasen daños en el mobiliario, caso de la manifestación del pasado 30 de mayo en las calles de la zona monumental.
Calles cortadas
Tres horas después del arranque de la manifestación, y con el patio del edificio Peleteiro ya libre de manifestantes, la tensión se trasladó a las inmediaciones de la comisaría de Policía de la capital, donde dos centenares de personas se apostaron en apoyo de los detenidos en la reyerta. Esta nueva concentración hizo necesario el despliegue de un cordón policial que obligó a desviar el tráfico en el centro de la urbe y que se mantuvo hasta bien entrada la madrugada.
Desde el sindicato SUP —mayoritario en el cuerpo— destacaron ayer que el dispositivo de seguridad confeccionado impidió que la reyerta se contagiase a otros puntos de la ciudad «preservando el discurrir y la normalidad de una noche de sábado en Santiago», al tiempo que valoraron el trabajo de los agentes que lograron evacuar de manera pacífica al centenar de amotinados en el patio del inmueble asaltado. Fuentes del sindicato también recalcaron que como consecuencia de las reyertas del día 30, cuatro de los seis antidisturbios que resultaron heridos siguen de baja por lesiones de distinta consideración.
Sin reacciones
Por su parte, y desde Raxoi, el Gobierno de Martiño Noriega optó ayer por guardar silencio en la resaca de la protesta pese a que el pasado viernes uno de sus ediles aseguró que el grupo de Gobierno de Compostela Aberta no iba a «consentir» que se les vincule con la violencia, y por ello serían los «primeros» en condenar cualquier tipo de acto vandálico que se produjese durante la marcha. El concejal Xan Duro también aseguró unas horas de la convocatoria pro-okupa, que el gobierno municipal trabajaba «con discreción» a través de «contactos con las fuerzas de seguridad y colectivos sociales» para que la protesta se desarrollase con normalidad y de forma pacífica.
El día después de asalto al patio del Peleteiro, el partido que gobierna en la capital gallega apuntó a través de su cuenta oficial en Twitter que «Santiago es y seguirá siendo un ejemplo de convivencia y de tolerancia, pese a los intentos irresponsables de algunos de criminalizar la ciudad y a la vecindad». El texto, del que se hizo eco el propio alcalde a través de un retuit, iba acompañado de unas fotografías que mostraban a niños y mayores paseando por la capital gallega.
LA SOCIEDAD TIENE QUE ACOSTUMBRARSE A QUE ESTA DIANÁMICA DE PRO-OKUPA IRÁ EN AUMENTO EN UNA SOCIEDAD TREMENDAMENTE DESIGUAL, INJUSTA CON POCO TRABAJO PRECARIO Y AUMENTO DE LA POBREZA. ESTE ES EL FUTURO ,YA.
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