Los refuerzos policiales para la Semana Santa han levantado ampollas en el Peñón.
En Main Street, principal arteria comercial de Gibraltar, todo fluye. Esa fue la vía donde se situó la oficina a favor de permanecer en la UE, bastión desde el que el 95,9 por ciento de los «llanitos» votaron «remain» (permanecer) en la UE. Ahora el local no guarda ni una simple pegatina de aquel pasado. Es una metáfora del sueño perdido y sus cristaleras tapadas en una de las esquinas más céntricas de la colonia irradian la misma sombra de la incertidumbre que se apodera del Peñón en estos momentos previos a que el Brexit se haga carne.
Pero la vida sigue y la gente se amontona por el adoquinado. Las tiendas están en plena ebullición y son legión los españoles del Campo de Gibraltar que atienden a los clientes. «Lo peor es que cierren la frontera; qué hacemos con la gente que tiene sus casas allí», se pregunta Lilian Catania, una voluntaria que recauda fondos en la calle para la lucha contra el cáncer. La conversación atrae contertulios. «Nosotros teníamos una casa y la vendimos porque no nos fiábamos de los que pudiera pasar», explica María, que se niega a dar su apellido porque «en Gibraltar somos 30.000 personas y nos conocemos todos».
Afloran los recelos: «Los medios españoles nunca ponen lo que les decimos». «En España tienes un sueño, una casita con tu jardín, pero no puedes disfrutarlo si para ir tienes que pasar cuatro horas de colas», sentencia María, que aboga por que Gibraltar cambie de estatus y «pase de ser una colonia a integrase totalmente dentro de Gran Bretaña». «Nos podrían defender mejor y no seríamos una simple moneda de cambio», aboga, a lo que Lilian apostilla: «La situación también es culpa de Inglaterra, que no nos defiende».
La guerra de las Malvinas
La cosoberanía con España no la contemplan. «Estamos orgullosos de ser británicos», sentencia Yvonne Richardson, junto a la Casa del Gobernador, donde Fabián Picardo, ministro principal, no se cansa de arremeter contra España, a cuyo gobierno acusa de «comportarse como un matón».
En el edificio de enfrente está la sede del gobierno, donde no explican por qué ninguna autoridad atiende a la prensa el viernes:«Apretada agenda». Sin embargo, desde del gabinete de comunicación reconocen que comparar Gibraltar con las Malvinas «es una barbaridad». «Aquí no va a haber una guerra», sentencian. «Todo el mundo viene con los brazos abiertos, incluso se hacen colectas benéficas en Navidad para ayudar a las familias más necesitadas de La Línea de la Concepción», señala Yvonne. «Si cortan el acceso, los más perjudicados serán los españoles que trabajan aquí», apunta Lilian Catania. Más de 10.000 españoles están legalmente contratados en Gibraltar, a los que hay que añadir los que limpian casas sin contrato. «Los españoles hacemos los trabajos que los gibraltareños no quieren», explica Lidia Bermúdez, empleada de una tienda de lencería.
En las puertas de los locales es difícil ver autóctonos del Peñón. «Ellos suelen trabajar para el gobierno o en puestos importantes de las empresas de aquí», remarca Bermúdez. El Brexit está provocando que muchas casas de apuestas, que aprovechan las exenciones fiscales, se replanteen seguir en la colonia. «En algunas, donde trabajan amigos míos, han comenzado a desplazar sus plantillas», señala Bermúdez.
Nerviosismo
Ahora en Gibraltar se vive con incertidumbre. Tan solo el refuerzo de la Policía Nacional para la Semana Santa en la frontera con España levanta recelos en el Peñón. «Ha venido una patrulla de Madrid y desde el miércoles se están formando colas, porque piden documentación y registran todo», señala Lilian Catania. «Si pasas después de las 15.30 horas, las colas pueden dar la vuelta al Peñón», dice Yvonne Richardson.
La llegada es cierta, pero no corresponde a un endurecimiento de la política fronteriza para castigarles. «No hay orden de endurecer los controles», dice uno de los guardias civiles encargados del paso fronterizo. «Hemos venido una patrulla de control de documentación desde Madrid para esta semana», explica el jefe de servicio. «Ahora hay más efectivos y podemos hacer mejor el trabajo. Es sólo un refuerzo para esta semana, luego nos mandan a Melilla», señala el policía nacional, que achaca el nerviosismo a todo lo que está sucediendo con el Brexit.
ESA SITUACIÓN NO SE VA A DAR POR LOS TRABAJADORES QUE TIENEN QUE PASAR.
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