Ignacio González y Esperanza Aguirre en un comité ejecutivo del PP
Madrid, agujero negro del PP.
La detención de Ignacio González hunde al PP en el lodazal de la corrupción.
La detención ayer del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, vuelve a situar bajo el foco público el inmenso lodazal de corrupción en el que se convirtió el Partido Popular de Madrid bajo la dirección de Esperanza Aguirre.
A González, ya bajo sospecha en otros casos de corrupción, se le acusa ahora de operaciones fraudulentas en dos grandes empresas públicas regionales, el Canal de Isabel II y Mercasa. Estos casos, sumados a la Gürtel y Púnica, no solo han destapado un sistema de corrupción bien engrasado que ha sentado en el banquillo o enviado a la cárcel a los más destacados colaboradores de Aguirre sino toda una gangrena de corrupción que se extendió desde los municipios madrileños hasta las más altas instancias del gobierno regional.
La detención de González tiene lugar apenas 24 horas después de que los jueces, con toda justificación, llamaran a declarar a Mariano Rajoy por el caso Gürtel al entender que en absoluto puede alegar que hechos tan graves relacionados con la financiación del partido que dirige no requieran su testimonio ante un tribunal de justicia. Salta así por los aires en unas pocas horas la estrategia del Presidente del Gobierno y el Partido Popular con respecto a la corrupción, consistente en pasar página atribuyendo los hechos a un pasado lejano; señalar a algunas manzanas podridas aisladas como responsables; fiarlo todo a los lentos procesos judiciales españoles; escudarse en sus resultados electorales para evitar rendir cuentas; y centrarse en hablar exclusivamente de crecimiento y empleo.
El hecho es que bajo la presidencia de Rajoy en el PP, Valencia y Madrid se han revelado como dos pozos sin fondo de corrupción y financiación ilegal del partido. En ambas regiones, su partido ha permitido los comportamientos más abyectos, solo frenados, de forma tardía y sin la suficiente asunción de responsabilidades políticas por su parte, por las pesquisas judiciales y el dictamen de las urnas.
Tan preocupante como la detención de González resulta el oscuro papel jugado en esta investigación por el Consejero Delegado de La Razón, Edmundo Rodríguez Sobrino, detenido en la misma causa, y la investigación de su presidente, Mauricio Casals, y director, Francisco Marhuenda, por supuestas coacciones sobre la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, con el objeto de impedir que prosperara la investigación judicial sobre la corrupción el Canal de Isabel II que la propia presidenta había puesto en marcha.
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