Milicianos afines al Gobierno libio lanzan un misil contra el Estado Islámico, el 4 de agosto en Sirte (Libia.
La guerra en chancletas es real.
Un ejército de milicianos de toda índole nutre los conflictos dejando fotografías de cotidianidad como la de Tomasevic.
Decía un ingeniero español tras llegar hace unos días de Juba, capital de Sudán del Sur, castigada recientemente —y de nuevo— por el conflicto con otras 300 muertes, que chanclas hay muchas entre los armados, aunque también los hay, con suerte, que se atan las botas. Un chascarrillo, el de las chanclas, que huele mucho al retrato pobre de una guerra. Quizá la más habitual. Lo es en Sudán del Sur, pero también en República Centroafricana, Congo, Nigeria, Oriente Próximo, entre los que combaten en la costa libia, al norte de Bagdad o en la frontera turco-siria. Son los que en cientos de crónicas aparecen como milicianos; los que forman posiblemente el ejército más numeroso del mundo y están con los pies sobre la tierra. Y si hay un fotoperiodista que ha sabido inmortalizarlos es el serbio Goran Tomasevic.
La fotografía que encabeza este texto, firmada por Tomasevic para Reuters, ilustra en buena medida la contienda en la ciudad libia de Sirte entre milicianos de corte más o menos islamista y el Estado Islámico (ISIS). Un misil tierra-aire pasa junto a dos muchachos enjutos subidos a una pick-up armada con una ametralladora dochka. Otros, en segundo plano, apuntan con sus móviles a una hilera de Toyotas —tan populares—, como si la guerra no fuera con ellos: lo mismo pasa ahora un proyectil que antaño lo hacía el autobús por sus casas. Es una imagen viva, con un contraste dramático, el del misil que vuela para destruir. ¿Qué quedaría de esa foto si el gatillo lo hubiera apretado un Ejército regular? Solo el proyectil.
La imagen de la guerra de hoy, no obstante, tiene que ver más con la que envía el reportero serbio, hoy afincado en Nairobi (Kenia). Una de las instantáneas más reproducidas de la primera batalla de Alepo, la que se libró en el barrio del mítico Saladino, inmortaliza, de nuevo a través del objetivo de Tomasevic, la carrera de un joven rebelde sirio a cubierto y pegado a la pared, con una metralleta entre las manos de la que cuelga una ristra de balas. Va en sandalias.
Ni siquiera eso llevaba uno de los yihadistas del ISIS en el desfile que el grupo hizo por Raqa (Siria) en junio de 2014. En la foto, un joven uniformado, cubierto, a caballo y descalzo sobre los estribos. Propaganda de una guerra muy real.
UNA GUERA DE POBRES Y MUY FAMILIAR POR DESGRACIA.
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