Cacerolada en el barrio de Gràcia por el Banc Expropiat
Los 200 alborotadores históricos de Barcelona.
Son una especie de guerrilla urbana que justifica la violencia contra el sistema "opresor"
Desde hace más de 15 años, hay una cifra que se repite siempre en las manifestaciones que degeneran en altercados en Barcelona: los 200-300 alborotadores, definidos como una especie de guerrilla urbana, que genera el caos. Grupos de jóvenes que se suceden generación tras generación, y que fuentes policiales vinculan a los movimientos anarquistas. Los okupas del llamado Banc Expropiat justifican la violencia y niegan la división del colectivo en buenos y malos: “Inventarse divisiones forma parte del conflicto”, dicen.
Los servicios de información de los Mossos d’Esquadra hace años que analizan quiénes son los que ocasionan disturbios en la ciudad, que vivió uno de sus primeros episodios en 1999 en Sants, en una manifestación antifascista el día de la Hispanidad. Fuentes policiales atribuyen la violencia a grupos antisistema, sin líderes claros, que arremeten contra el mobiliario urbano, la policía y todo aquello que consideran símbolos del sistema “opresor”. Y señalan además a un número reducido de profesores universitarios que difunden una ideología que, aunque no propugna la violencia, sirve de colchón filosófico.
Los propios okupas del Banc Expropiat del barrio barcelonés de Gràcia repitieron este viernes en Twitter y a través de un comunicado que no existe una división entre ellos y quienes queman contenedores o destrozan el mobiliario urbano. “Esta sociedad capitalista se basa en la violencia, cualquier debate serio tiene que partir de ese principio”. Y apuntó a cuatro culpables del desalojo: Catalunya Caixa, antigua propietaria del local, Manuel Bravo, dueño actual, los Mossos d’Esquadra, por sus “acciones violentas”, la Generalitat, como responsables políticos de la policía, y los medios de comunicación, que “hacen de altavoces”.
Fuentes policiales vinculan a esas personas con algunas de las casas okupas tradicionales de Barcelona, como la Kasa de la Muntanya, donde convive gente de diferentes sensibilidades. La Kasa fue registrada en una investigación de la Audiencia Nacional sobre atentados con artefactos explosivos en entidades bancarias. Los agentes de Información permanecieron en el local social 13 horas y encontraron material, según fuentes policiales, que pudo servir para cometerlos. Posteriormente, en una segunda fase, detuvieron a 11 personas relacionadas con los Grupos Anarquistas Coordinados (GAC), que definieron como una organización terrorista.
Y no esconden los vínculos internacionales del anarquismo barcelonés. Precisamente, la policía detuvo en Barcelona a los dos ciudadanos chilenos condenados a cárcel por el atentado en la basílica del Pilar. Los okupas del Banc Expropiat mostraron también este viernes su apoyo a una mujer italo-brasileña detenida el 13 de abril por los Mossos. Está acusada de participar en atracos en bancos en Alemania. En aquella operación los agentes registraron otra casa okupada: el Bloke Fantasma, también en Gràcia.
Detener a los vándalos
El actual consejero de Interior, Jordi Jané, ha alegado que no es fácil detener a los vándalos. En los tres días de marchas con disturbios en Gràcia, la policía catalana solo ha arrestado a dos personas, que están en libertad con cargos. Jané asegura que toman muchas medidas de seguridad, tapándose para no ser identificados, y que tampoco es sencillo ni idóneo detenerlos en el momento de los altercados. A pesar de eso, ha asegurado que el helicóptero policial ha tomado imágenes y esperan actuar.
“Es bien simple: la única solución al conflicto que han abierto es que nos dejen volver a entrar”, dijo este viernes el Banc Expropiat en un comunicado. Jané también lanzó su mensaje: “No podemos estar 24 horas protegiendo una propiedad privada”.
Chocolatada en apoyo al Banc Expropiat
Una cuarentena de simpatizantes del centro desalojado Banc Expropiat se concentraron la tarde de este viernes frente al inmueble del 181 de la Travessera de Gràcia en Barcelona para volver a reivindicar su función social. El acto, que comenzó a las 18.00, fue totalmente pacífico y contó con la presencia de varios menores. Los asistentes pudieron degustar chocolate y zumos y hacer banderolas donde junto a un corazón cruzado por una flecha se podía leer: “Nosotros también somos el Banco Expropiado”. Frente al inmueble, colocaron dos coronas de flores y fotografías de actividades que se realizaban en el interior del local.
HACERSE NOTAR A TRAVÉS DE LOS DESTROZOS URBANOS NO ES UNA BUENA IDEA.
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