Luis del Val, en su columna, ha dicho más o menos que este país es al menos extraño, se pide cárcel para Rubiales y se negocia la amnistía de uno que dio un golpe de Estado.
Desde luego eso ya definiría la situación patética de este Gobierno y sus socios. Lo digo porque han sido quienes promovieron aquella cacería pública y mediática contra Rubiales y son quienes darán la amnistía a Puigdemont y su cuadrilla.
No solo eso, lo de la condonación de la deuda se las trae, lo de la impunidad y el desprecio hacia la igualdad de todos ante la ley y a la separación de poderes destruye todo un Estado de derecho. Luego vemos que, además de implantar la mentira como presentación y el incumplimiento electoral, siguen mintiendo como normalidad funcional. Sobre la condonación de la deuda, escuchamos a Pilar Alegría, portavoz del Gobierno, decir: "Imagínese que a un ciudadano se le dice que el Gobierno asume parte de su hipoteca, pero se queda con la casa". Ustedes mismos me dirán si no es reírse de todos. Se piensa que somos todos tan sinvergüenza como ella. ¿Sabe, señora Alegría?, pues venga, aplique esa quita a todas las hipotecas personales de los españoles. A ver de dónde sale ese dinero. A ver de dónde saldrá pagarles a esa banda de golpistas catalanes sus despilfarros y malversación. Es que hasta están pendientes de juicio por malversación y este Gobierno les quiere exonerar de todo ello.
Lo primero: ¿por qué han de pagar los que no se endeudaron las deudas de los demás? Salvo situaciones que justifiquen algo así. ¿Por qué han de pagar las comunidades más comedidas los despilfarros de otras hasta con embajadas? También, por supuesto, salvo justificación a vista de todos. Más sabiendo que se hace por un trueque entre Sánchez para seguir en el poder y los delincuentes, corruptos y fugados que se llevan de premio por ese apoyo la impunidad, prebendas de toda índole y el perdón de deudas por despilfarro y malversación. Si esto no es corrupción institucional al más alto nivel, que baje Dios y nos bendiga a todos. Los primeros en recibir el agua bendita serían los Tribunales de Justicia y el Constitucional si llegaran a tragar con esa amnistía que va contra todos los principios de igualdad. Quien ha de hacer cumplir la ley no puede saltársela. Estamos destruyendo los principios que deben regir en cualquier Estado de derecho. Sánchez y su gobierno están sobrepasando los límites de la legalidad y de la decencia. Todo por ese afán de poder.
Es mentira que sean socialistas: los principios fundacionales del socialismo son la igualdad entre ciudadanos. Ese pacto de impunidad y condonación de deuda nos hace diferentes en derechos, en deberes y también a la hora de afrontar nuestras deudas.
Es infumable que se tengan por socialistas quienes defienden el proceder de este Gobierno sanchista. No presuman, no lo son ni por asomo, ser socialista es ser decente, de palabra, libre, con criterio propio, huir del rebaño, estar con la igualdad de todos ante la ley, respetar la separación de poderes, estar con el reparto equitativo de la riqueza, con la solidaridad territorial, con la democracia, el poder no a cualquier precio, perseguir la corrupción, no ser parte de ella; repudiar los delitos y no pactar con delincuentes... En fin, todo lo que no tiene este Gobierno.
Socialismo es estar con la libertad de expresión, de opinión y de cualquier opción personal a vivir, ser y hacer que no implique, obligue o perjudique a terceras personas. Socialismo es defender sin límite la presunción de inocencia, aceptar críticas y respetar las reglas democráticas, entre ellas a la oposición. Una democracia sin oposición es otra cosa. Un gobierno debe serlo por igual para los que le votaron y para los que no, nunca para ser complaciente con delincuentes y corruptos, menos para usarlos como socios. Eso es despreciable para cualquier socialista que se precie.
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