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domingo, 31 de enero de 2021

FARMACÉUTICAS CARROÑERAS.

 Y NO HAY SOLUCIÓN

.“En el futuro, todas las compañías que produzcan vacunas contra la covid en la UE tendrán la obligación de proporcionar una notificación previa cuando deseen exportar vacunas a terceros países”, ha espetado la comisaria de Salud de la Comisión Europea, Stella Kyriakides, ¡A buenas horas mangas verdes!

Por su parte, la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, se ha enfrentado al consejero delegado de la farmacéutica AstraZeneca, Pascal Soriot, exigiéndole que cumpla el acuerdo firmado, en lo referente al programa de envíos pactado, después de que la farmacéutica comunicara que habrá retrasos. La presidenta ha tenido que recordar a la multinacional farmacéutica que la UE ha financiado la investigación de la vacuna con dinero público, con 2.700 millones de euros. ¡A buenas horas mangas verdes!

Todos deberíamos estar curados de espanto, al menos yo (con 71 años), después de enterarnos de lo que está pasando con el suministro de la vacuna por parte de los de siempre. Los buitres de las multinacionales farmacéuticas.

Ocupados y preocupados como estábamos en combatir la maldita pandemia, habíamos “descuidado” uno de los flancos más débiles de las instituciones democráticas en sus relaciones con los lobbies que protegen los negocios del poder económico. Ellos no. Las multinacionales van a lo suyo y, más aún, las farmacéuticas, cuyo “currículum” histórico las avala, sabedores que de ellos dependemos, en gran parte, para mantener nuestra salud. Ningún país ha logrado poner coto a los desmadres y abusos de las industrias farmacéuticas. Esta vez, no iba a ser diferente, con el agravante de que la investigación para conseguir la ansiada vacuna se hacía con dinero público, con el dinero de los paganos de siempre, los ciudadanos europeos. Fieles, una vez más, con el principio neoliberal: “Privatización de las ganancias, socialización de las pérdidas”.

Han aprovechado la “ansiedad” que los líderes europeos manifestaban por controlar la pandemia y ello solo es factible mediante la vacunación masiva de la población. Tenían y tienen a la UE (y al mundo) “cogidos por los huevos” y dispuestos a firmar lo que sea para asegurarse las vacunas. No existe otra explicación para intentar entender lo que aparece esto días en relación con los contratos firmados con las multinacionales farmacéuticas y la Comisión Europea. La opacidad de los mismos, las cláusulas de confidencialidad, los tachones que, al parecer, existen en los documentos definitivos, según denuncia el europarlamentario belga Marc Botenga, del grupo Izquierda Unitaria Europea, quien tuvo acceso a los mismos después de aceptar unas condiciones kafkianas y una firma de confidencialidad para su lectura. No se contemplan plazos de entregas ni consecuencias para las farmacéuticas en caso de incumplimientos. Si esto me dicen que lo ha firmado la Administración mexicana, por ejemplo, me lo creo. Pero estamos hablando de ¡la Unión Europea! Sí, habíamos bajado la guardia ante los buitres de siempre.

Las especulaciones y las sospechas se han disparado. Todo apunta a que los “buitres” del dolor estén priorizando en su línea de producción y envío a terceros países (por supuesto no del Tercer Mundo) quienes estarían pagando precios muy superiores a los pactados con la UE. Todas las miradas apuntan a Israel y Emiratos Árabes, entre otros. ¿Entendemos ahora por qué Israel y los árabes de los petrodólares lideran en el mundo en porcentaje de vacunaciones en relación a la población? Israel: 40%, Emiratos Árabes: 25%... UE: 2%.

Se sabe, además, que Tel Aviv negoció con Pfizer la entrega prioritaria de la vacuna no solo a un coste tres veces al pagado por la UE, sino que, además, el Gobierno israelí se comprometía a la entrega de datos confidenciales de los ciudadanos israelíes vacunados. Datos muy valiosos para cumplimentar la investigación de la vacuna de Pfizer, pero que abre interrogantes en el campo de la ética. Convirtiendo, de esta manera, a los ciudadanos israelíes en una especie de conejillos de indias, sabedor Pfizer que esa cláusula sería impensable en ningún país de la UE. La oposición israelí no ha dicho ni una sola palabra al respecto. Preocupante.

La pregunta es ¿por qué Israel ha llegado tan lejos al firmar unas condiciones tan leoninas y de dudosa legalidad en su propia Constitución? La respuesta la podemos encontrar en el próximo 23 de marzo. Israel celebra elecciones parlamentarias. En las mismas, Netanyahu no solo se juega el poder seguir al mando del Gobierno, sino lo que es más importante para él, su inmunidad para no ser procesado por sus escándalos de corrupción. Su salvación está en la vacuna. No quiere que le pase lo que a su amigo Donald Trump, que perdió las elecciones porque la vacuna no llegó a tiempo.

Una vez más: poder político, corrupción, indefensión ciudadana. Esta vez con las vacunas que los de siempre esperamos como agua de mayo. Si esto está pasando en Europa, ¿se imaginan lo que estará ocurriendo en América Latina?

Mientras los países ricos (a pesar de las miserias señaladas) están vacunando; los pobres, a mirar y esperar a ver cómo se pone en marcha la maquinaria de la corrupción. Cada día se agranda más la insultante brecha entre los que más tienen y los que no, bajo el hedor insoportable de la corrupción.

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