Julián Quirós, nuevo director de ABC: «El periodismo debe ser incómodo. El silencio no es una opción»
Defiende en esta entrevista las señas de identidad de ABC desde su fundación: «Los cimientos siguen tan fuertes como siempre, pero su supervivencia está en adaptarse, superarse y fortalecerse.
Llega Julián Quirós (Guareña, Badajoz, 1969) a una redacción recién inaugurada. Estrena instalaciones modernas pero hoy poco pobladas. Cosas de la pandemia, que obliga a timonear la nave a golpe de teléfono. Tiempos extraños pero apasionantes en un contexto de crisis económica, institucional y social. Quirós asume el cargo de director de ABC después de una larga y fructífera trayectoria en la prensa regional. De Extremadura a Andalucía y recalando en Levante. En la Comunidad Valenciana ha dirigido durante los últimos once años el periódico de referencia, convirtiendo a su versión digital en líder indiscutible. El hasta ahora director de Las Provincias será el encargado de acometer la necesaria evolución de la web hacia el muro de pago.
Crisis institucional, económica, social... Un momento único para coger el timón de ABC en tiempos de fragilidad, plagados de incógnitas sobre el futuro de los medios.
Cierto. Se acabaron las certidumbres, no sólo en España, sino en todo el mundo que llamamos desarrollado. Todo aquello que considerábamos seguro está en cuestión, la explosión de la tecnología ha mermado los intermediadores, la inseguridad se instala entre las grandes capas de las clases medias, la gente teme por su futuro y por si nos faltara algo, padecemos una pandemia mundial a la que todavía no sabemos hacer frente. Hacen falta organizaciones sociales fuertes, instituciones de la sociedad civil si se quiere llamar así, aunque no me gusta el concepto de institución cuando hablamos de un periódico; para defender las instituciones hace falta vigilarlas, hace falta defenderlas de sí mismas y de sus posibles malos hábitos y para eso el periódico no puede confundirse con las otras instituciones porque deja de ser lo que tiene que ser. En este clima tan negativo precisamos plataformas de liderazgo. O sea, todo lo que es y ha sido ABC a lo largo de su historia, un vehículo para conducirnos, atravesar las coyunturas y representar un proyecto nacional, ideológico y social, con una cosmovisión compartida por buena parte de los españoles.
¿Estamos peor que nunca?
Tampoco lo creo. Los tiempos son difíciles, pero si lo pensamos bien, mirando la propia historia del periódico, ¿es que fueron mejores la crisis identitaria y espiritual del 98, la decadencia final de la Restauración, la infausta II República o la guerra civil con su miseria y posterior falta de libertades? Quizá los tiempos difíciles nunca acaban de irse del todo, pero el caso es que ABC pudo con todo eso y podrá con lo que nos toque vivir. Para eso sirve ABC.
Los cimientos del periódico son sólidos, pero... ¿cómo debe crecer en esta coyuntura, qué debe aportar y cuáles son las metas a alcanzar?
Un periódico pervive y se fortalece mientras es útil. Mientras cumple una función o da un servicio. En ese sentido, los cimientos de ABC siguen tan firmes como siempre, pero la supervivencia de cualquier organismo está en su capacidad de adaptarse, de superarse, de fortalecerse. En lo que nos toca, creo que de dos maneras. Primero, abanderando los nuevos soportes digitales por los que hoy circula mayoritariamente el consumo de información. Segundo, atendiendo e inspirando a las amplias capas liberales y conservadoras de la sociedad española, con sutiles diferencias de sensibilidad entre ellas y que merecen que su periódico, ABC, les preste atención y les sirva de faro.
¿Peligra la prensa en papel? Muchos le han escrito ya el obituario.
Por lo visto, en 2008 unos académicos alemanes pronosticaron que el último periódico de papel se imprimiría en 2018, o sea que estamos viviendo en un error inexplicable porque los periódicos impresos siguen aquí. Conocerás la respuesta de Eugenio Scalfari, fundador de «La Repubblica», cuando le informaron de tan siniestro pronóstico: «¿y han dicho a qué hora sucederá eso?». La tendencia es la que es, pero en mi opinión, pese a las muchas innovaciones tecnológicas, el formato impreso sigue siendo el mejor para informarse y espero que dure mucho, sobre todo por el bien de la sociedad.
El mundo digital se debate entre la gratuidad o el pago por los contenidos como única fórmula para garantizar la calidad y proteger la independencia frente al poder.
Eso ya no lo discute nadie. El periodismo digital no sobrevivirá sólo con los ingresos publicitarios. Quien quiera información de calidad deberá pagar por ella, bajo algún tipo de fórmula, o no tendrá acceso. El público exigente e iniciado no podrá cubrir sus necesidades informativas y de opinión con los contenidos elementales que quedarán fuera de los sistemas de pago. La ciudadanía tiene que ser consciente de que la independencia de un medio empieza en la cuenta de resultados y acaba en el titular de la portada, y no al revés.
La cultura anglosajona es más proclive al pago por contenidos. ¿Qué hacen ellos tan bien y qué deberíamos ser capaces de aplicar?
Han llegado varios años antes; además, siempre ha sido una industria editorial más desarrollada y potente que la nuestra. Se reconoce el valor del periodismo como una actividad esencial por la que merece la pena pagar. Este respeto hay que cultivarlo en España, pero también hay que ganárselo.
Torcuato Luca de Tena fundó un periódico vanguardista, libre, transgresor sin dejar de defender la unidad de España, la Monarquía y su carácter liberal conservador. ¿Siguen vigentes esos principios?
Luca de Tena fue un adelantado a su época. Supo que un periódico tenía que ser también un negocio comercial, supo que debía ganarse el favor del público, supo que debía ser independiente de los partidos políticos y de las otras fuentes de poder, y que todo aquello era compatible con la defensa de unos principios. Eso sigue vigente. Las convicciones son una parte esencial de un proyecto intelectual como ABC, sin convicciones no hay ABC. Tenemos principios claros, pero sabemos que nuestra misión es hacer periodismo. Nuestros principios no nos exigen renunciar al periodismo más vivo y dinámico. Y sin periodismo ni cumplimos la función para la que nacimos ni tampoco servimos a nuestros principios.
Y si tuviéramos que recordar ahora esos principios conforme a la situación política, ¿qué diríamos?
Diríamos que ABC ha de ser un periódico conservador pero reformista, político pero no subordinado a los partidos, moderado en las formas y firme en el fondo, la voz de las clases medias, patriota con sensibilidad a los distintos territorios de España, férreo defensor del sistema legal, del saneamiento de la hacienda pública, de la propiedad privada, del parlamentarismo, de la economía social de mercado y del respeto a las creencias particulares.
Catalina Luca de Tena, presidenta hasta hoy de ABC, ha comunicado a través de este periódico las razones y las dudas que le han llevado a dar un paso atrás.
Comprobará muy pronto que no tiene motivos por los que preocuparse y que, ante la duda de la época actual, vamos a hacer periodismo, vamos a aferrarnos a los mandatos de Don Torcuato con toda la fuerza de la que seamos capaces. La exeditora expresa unas diferencias de criterios respecto al «modo de ser empresarios y editores», pero pronto constatará que seguirá habiendo ABC muchos años precisamente por el compromiso innegociable con el periodismo de calidad.
En su dilatada trayectoria al frente de la prensa regional le ha tocado lidiar con el poder, destapar casos de corrupción y ejercer la crítica hacia la clase política. Las Provincias es un referente en la Comunidad Valenciana del periodismo liberal conservador como ABC lo es a nivel nacional. ¿Qué visión se aporta desde el periodismo regional que quizá falta en las cabeceras nacionales?
Seguramente, el periódico que más se parece a ABC es Las Provincias. Ambos nacieron por la obra de unos visionarios, Luca de Tena y Llorente. Ambos sabían que la libertad de publicación se defiende publicando. A veces se nos olvida esto. Ambos articularon en sus respectivos territorios una mirada al mundo consonante con amplias capas de lectores, que se ha mantenido vigente durante generaciones y generaciones. Dicho lo cual, periodismo es periodismo donde toque, en Valencia, en Madrid o en Londres. Cambia el espacio, pero no los mecanismos mediante los cuales se ejerce la profesión.
¿Somos más frágiles ahora que cuando Luca de Tena puso los cimientos para que ABC durara más de un siglo?
No lo creo. Tenemos que encontrar de nuevo la solidez del negocio, eso es cierto, pero la necesidad de buenos periódicos contra lo que parece es más precisa ahora que nunca. La mayoría de los famosos bulos y noticias falsas no son generadas por los medios consolidados o por generación espontánea, sino por los distintos poderes, por sí mismos o a través de medios pantalla y por tanto, más que nunca, conviene separar las voces de los ecos. La ciudadanía empieza a ser consciente de ello.
El periodismo en una definición clásica es ir, ver y contar. Lo primero cada vez se practica menos.
Comodidad, cambio de hábitos, pereza... Sí. Depende de cada redacción combatir las inercias malas de cada época, siempre hubo algunas. Hay que comprobarlo por uno mismo, verlo y tocarlo. La mirada tiene que ser siempre propia pero, digámoslo claro, algo que ahora algunos cuestionan, las noticias hay que contarlas. Siempre. El silencio no es una opción.
Le he leído en varias ocasiones que un diario tiene que ser la voz de los que callan... ¿También de voces nuevas, diferenciadas y no forzosamente alineadas con la línea editorial de la cabecera que les acoge como en su momento demostró el fundador, que siempre supo reconocer el talento ajeno y los méritos en otras cabeceras?
Eso es fundamental. Yo no estoy de acuerdo con una parte no pequeña de los artículos de opinión publicados en los periódicos que he dirigido, discrepaba en mucho o poco, pero creo conveniente que el lector tenga acceso a voces alternativas o sutilmente diferenciadas a la hora de enfocar los asuntos. Además, no hay nada más aburrido que leer sucesivos artículos donde se cuenta lo mismo, es una invitación al lector a dejar de leerte. Los Cavia son el ejemplo extremo de esta máxima y señalan el camino.
¿Qué es peor: que llamen los poderosos para quejarse por una noticia o que nunca lo hagan?
Lo peor es que te llamen para felicitarte por una noticia que les afecta. Eso es terrible para un medio, es la señal de que no está cumpliendo consigo mismo. La misión de un periódico es desvelar los conflictos latentes de la sociedad, aquello que nosotros vemos antes que los demás y tiene consecuencias públicas y que, por tanto, es noticia. Tenemos que defender una autonomía radical respecto a los distintos poderes y las influencias externas, sean próximas o lejanas en el ámbito ideológico, geográfico o emocional. Esa es la fortaleza. El medio debe ser querido y apreciado por sus lectores, pero respetado (y algunos veces temido) por los poderes.
¿Debe ser, por tanto, el periodismo incómodo con el poder cueste lo que cueste?
En términos generales, si no es incómodo no es periodismo; estaríamos hablando de relaciones públicas. Los medios estamos hoy día acosados por el universo de las comunicaciones oficiales de los distintos poderes que lo inundan todo. En el nuevo paradigma, nuestra misión ha cambiado, pienso; ya no se trata de encontrar el término medio, el equilibrio de los extremos, la ponderación. Eso pertenece a un periodismo que ya es difícil de ejercer porque el ecosistema está ya dominado y hasta secuestrado por la comunicación corporativa, incluyendo algoritmos, robots y noticias falsas. A los medios lo que nos queda como impulso fundamental es disentir y encontrar las versiones alternativas a las versiones oficiales, si las hubiera. Pero es que muchas veces las hay, y están más cerca de la verdad.
SI PERO AHORA MANDA GOOGLE EN TODO
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