SE QUIERE LAVAR LAS MANOS, QUE NO LA CONCIENCIA.
El presidente del Gobierno ha debido de volver muy relajado de sus vacaciones y no quiere, de momento, más presión de la necesaria. Y el tan temido rebrote de la pandemia en el que ya estamos inmersos es un marrón que le podría quitar el poco sueño que aún le queda después del insomnio en el que haya sumido como consecuencia de su pacto con Podemos.
Pedro Sánchez ha tenido tiempo para pensar en su refugio veraniego y parece que ha vuelto decidido a delegar de verdad en los presidentes autonómicos ni más ni menos que en Sanidad, para que estos decidan en sus respectivos territorios si aplican o no de nuevo el estado de alarma, una medida que algunos ya han rechazado.
El Presidente no se quiere quemar más de la cuenta para no salir definitivamente escaldado y se ha mostrado dispuesto a dar un nuevo rumbo a su mandato, pero está dando demasiadas vueltas a su timón en medio de una tormenta que no puede controlar, por mucho que quiera aparentar tranquilidad y serenidad, una actitud con la que ya no convence a nadie
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