La sensación de incertidumbre que nos crea nuestra mente y nuestro cuerpo como si nos avisara y nos dijera “Cuidado, puede ser que no te sientas igual que antes” es algo que creo que podemos sentir mucha gente.
Y es que todo ha cambiado, eso ya lo sabemos, pero si el futuro siempre ha sido incierto ahora lo es el doble. Ahora somos incapaces de planificar nuestra vida, ni a una semana vista porque no sabemos todo lo que puede cambiar en una semana, en dos días o incluso en un mismo día. El virus ha provocado (entre otras muchas cosas) que no nos podamos casi ni imaginar nuestro futuro más próximo. Ahora parece que vivimos esperando; esperando un rebrote, esperando los datos y las estadísticas diarias, esperando a ver qué nos dice la OMS, los epidemiólogos/as, los virólogos/as, etc. Incapaces de poder mover ficha porque sabemos que todo puede cambiar en cuestión de segundos. Así de caprichoso es este virus que, además de infectarnos, nos paraliza la vida.
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