EL PENSADOR.
LOS ENMASCARADOS.
A veces lo eficaz es el fin de lo esencial. Una mascarilla nos salva de contagiarnos de aquello que puede acabar con nuestros días, pero nos quita todo el sentido de una sonrisa. ¿Nos hemos dado cuenta de que estamos ocultando el 40% de nuestro rostro?, el 40% de nuestra comunicación gestual, el 40% de nuestro sarcasmo, de nuestro miedo, de nuestro asco.
La mirada cómplice queda escurrida, vacía, solo los ojos no son toda nuestra alma, nos falta el 60%, nos falta todo un mundo de expresiones que ya solo son la mitad, o menos. ¿Alguien ha pensado en las personas sordas con lectura labial?, ¿alguien ha pensado en el saludo a media muesca?, ¿alguien ha pensado en el desdén que mostramos subiendo el lado derecho de nuestro labio?
Busquemos mascarillas que solo nos protejan pero que no nos oculten. Este virus nos va a acompañar en un largo camino, esta "nueva normalidad" nos va a perseguir durante un largo tiempo, necesitamos una solución con mascarillas transparentes, no dejemos que lo esencial se nos vaya en pro de lo eficaz.
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