La presencia policial contiene las protestas en Núñez de Balboa.
Los vecinos de la «Milla de Oro» claman, por quinta noche, contra la gestión de Sánchez, aunque pierden fuerza .
La manifestación de los rebeldes de Núñez de Balboa, en Madrid, se desinfló ayer, en la quinta noche de protestas por la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez, debido a la presencia de la Policía Nacional, que permanecía controlando la calle desde antes de las ocho de la tarde.
A pesar de la actuación de los agentes, que tenía como objetivo «hacer cumplir la ley» y la distancia de seguridad entre viandantes, la cacerolada volvió a trasladarse a la calle, aunque con menos fuerza, a las 20.30 y terminó una hora después. Los gritos de «Libertad», «Gobierno dimisión», «No queremos dictadura» y «Viva España» resonaron en plena «Milla de Oro», donde no sonó el himno nacional, como venía siendo habitual hasta ahora.
El delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, ya indicó ayer que el estado de alarma no impide las protestas, pero que sí impone normas como los metros de separación para evitar la propagación del patógeno, e hizo hincapié en que no se pueden permitir actitudes que «atentan contra la salud de los madrileños». «Si se reproducen, sería un caso de desobediencia», explicó.
«Gritamos libertad porque en España el estado de alarma es un estado de excepción encubierto en el que se están vulnerando los derechos fundamentales y las libertades proclamadas en la Constitución», opinó María Luisa Fernández, coordinadora del movimiento Resistencia Democrática, nombre que se han puesto los moradores que apoyan las concentraciones surgidas el pasado domingo tras semanas de caceroladas en los balcones.
Piden que «termine el confinamiento, que vuelva la prosperidad económica y la creación de empleo» e inciden en que esto no es una protesta política. «Donde estamos uno, estamos todos. Cuando una persona sufre, cuando una persona ha muerto por el coronavirus, todos nos sentimos afectados. Y también cuando una persona pierde su empleo», aseveró la mujer, residente en la «Milla de Oro».
A pesar de la opinión de la coordinadora, muchos de ellos están convencidos de que detrás de la intervención de la Policía hay una motivación política, algo que el Cuerpo ya ha negado en repetidas ocasiones. «Yo escuché cómo le decían el primer día a un hombre que no llevase la bandera de España», vociferó para hacerse notar entre los gritos de los participantes. Los agentes, en cambio, reiteran que el domingo ninguno de los trece sancionados portaba un emblema político ni cualquier otro símbolo y que las identificaciones se produjeron porque no acataron las órdenes para disolverse. «No se persiguen banderas, sino a gente que incumple las medidas. No estamos para esto», subrayaron fuentes policiales.
Pero no todo el mundo en este barrio, que cuenta con una población de casi 150.000 personas, piensa como ellos, algo visible en el mobiliario público de la calle, donde los vecinos contrarios colocaron carteles pidiendo a los demás que respetasen el confinamiento. Elena tildó la conducta de «irresponsable». «La gente no está de acuerdo con la gestión de Sánchez, en su opinión, es mala. Eso lo puedo entender, pero no que lo expongan de esta forma, simplemente por una cuestión de salud», afirmó.
En una esquina de la vía pública, observó la sucesión de hechos Marga, con cara de incredulidad. Es trabajadora en una residencia de ancianos cerca del lugar. «Si la gente quiere protestar, que protesten en su casa. Salir es una irresponsabilidad. Parece que no son conscientes de que esto mata», argumentó la mujer sobre el efecto devastador que el virus está teniendo en la región, donde ya se acumulan 8.779 muertos: «Si viesen lo que pasa en una UCI o en una residencia no harían eso. No estamos trabajando tanto para que luego salga la gente a manifestarse y lo echen todo a perder».
HAY QUE IR A POR LA REVOLUCIÓN COMO EL DOS DE MAYO
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