EL PENSADOR
SEAMOS REALISTAS
Soy una persona que disfruta de la rutina y de la vida planificada, de evitar los problemas que no tienen solución y de acostarme pensando que mañana será igual que ayer; mientras huelo el olor a rancio de mi zona de confort.
Pero la realidad es que ahora todo aquello que creía controlado se ha convertido en un eterno imprevisto que me genera angustia y frustración. Todo es demasiado incierto y la información de la que disponemos es demasiado desalentadora.
Y por si fuera poco, ahora los coach emocionales aparecen como las setas con la humedad. Parece que existe un manifiesto de la felicidad que yo desconozco, repleto de frases como: "Céntrate en el presente, la vida es ahora", "no te preocupes por lo que no está en tu mano controlar", "detrás de las ventanas está el mar"... y un sinfín de frasecillas ridículas que me alejan de estar mejor. ¡Dejadlo ya! ¡Basta ya de este fraude verbal de frases de taza! La realidad es odiosa. Y que la única solución pase por repetir un ridículo mantra me desespera.
Alguien debería pensar en cómo canalizaremos esta frustración en la era post covid.
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