Calviño frena en seco el pacto con Iglesias y Bildu que Sánchez le ocultó
El líder de Podemos desafía a Ferraz y da por bueno el trato de Lastra con Otegui para derogar la reforma laboral
La ministra de Economía lo califica de «contraproducente» y «absurdo»
El PNV avisa: se ha quebrado su confianza y no apoyará más prórrogas.
El acuerdo suscrito bajo la mesa por PSOE, Unidas Podemos (UP) y EH Bildu para derogar la reforma laboral de Rajoy (2012) ha supuesto un desgaste galopante para el Gobierno, que si entró débil al Congreso sale de él prácticamente desahuciado: con otra grave hemorragia interna y sin apenas oxígeno del exterior. A pesar de que los socialistas intentaron corregir su pacto sellado con Otegui mediante un «whatsapp» a medianoche, la herida en Moncloa estaba abierta. El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, desafió al presidente al negar la rectificación que Ferraz envió a la prensa. Otro vodevil que aflora el pulso económico y político en La Moncloa.
«Voy a ser cristalino: pacta sunt servanda (lo firmado obliga). Se va a
derogar íntegramente la reforma laboral. El pacto con Bildu lleva la firma de los tres portavoces de los grupos parlamentarios, luego cada partido puede decir lo que quiera, pero lo firmado es eso», señaló Iglesias en Catalunya Ràdio, donde recordó que la medida está dentro del acuerdo de coalición. Fuentes del entorno del vicepresidente explican que con un documento firmado, el conflicto lo tenían en el PSOE.
Y lo cierto es que Pedro Sánchez conocía la negociación con Bildu desde el lunes, pero se la ocultó a los ministros del PSOE y, lo más espinoso, a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. Una jugada temeraria que fue cortada de raíz por la vicepresidenta económica después que Iglesias presionara al máximo desde los medios, en tándem con Otegui. ¿Por qué Sánchez no avisó de sus planes a Calviño? En los mentideros de la coalición apuntaban al «tiro en el pie» del presidente con sus ministros socialistas. «Iglesias y los ministros de Podemos sí lo sabían...»
Sánchez autorizó el diálogo con la vieja Batasuna el lunes y el acuerdo se materializó el miércoles. La negociación formó parte de los equilibrios del PSOE para demostrar a ERC que no depende de ellos y por si el pacto con Cs fallaba. El acuerdo lo firmaron la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, quien informa a Sánchez del estado de la negociación; el portavoz Unidas Podemos, Pablo Echenique, quien hace lo mismo con Iglesias, y la portavoz de Bildu, Mertxe Aizpurua, con Otegui siempre de sombra.
Sánchez autoriza el acuerdo en un contexto de debilidad parlamentaria y gubernamental. Pero Lastra pide a Bildu que no se haga público hasta pasada la votación en la Cámara Baja. Los socialistas temían que Cs se echase atrás. Precisamente, al trascender el acuerdo, Carlos Cuadrado, vicesecretario general de Cs, llama a Félix Bolaños, secretario general de Presidencia, y le pide explicaciones. Se queda tranquilo porque le dicen al momento que se va a rectificar y así ocurre después.
Calviño se entera por la prensa y estalla el caos interno en La Moncloa. Los ministros de UP conocían el contenido. Los del PSOE, no. Fuentes de La Moncloa explican a ABC que una llamada de Calviño muy molesta fuerza a Sánchez a ordenar una rectificación. Calviño se planta con el argumento de que en la actual situación España no está para derogar la reforma laboral. Pero algunas voces sugieren que su malestar es prominente. Sánchez, sin opciones, ordena lanzar un comunicado con la enmienda.
«Sería absurdo el debate»
Tras el cruce de versiones, la CEOE rompió ayer el diálogo con el Gobierno a la espera de una aclaración. Por la tarde, Calviño hizo pública su negativa para calmar la situación. «Sería absurdo y contraproducente abrir un debate de esta naturaleza», aseveró la vicepresidenta, en la inauguración de la reunión anual del Círculo de Economía, informa Àlex Gubern. Explicó además que cualquier reforma se hará de manera consensuada con los agentes sociales.
Su plante ante Sánchez no fue una cuestión de detalles, sino una enmienda a la totalidad del acuerdo con Bildu, señalan desde su entorno. Una aclaración pertinente porque no es la primera vez que algún ministro, como hizo ayer José Luis Ábalos (Transportes), trata de minimizar un conflicto interno escudándose en los «matices».
La desesperación del Gobierno por sumar aliados parlamentarios sea cual sea el precio, incluido Bildu, desencajó a casi todos, también al que hasta ahora ha sido su socio más fiel, el PNV. Los de Andoni Ortuzar se sienten traicionados más que por el contenido del acuerdo («ya se ha derogado lo gordo vía decretos», apuntan) por el ocultismo en el que se fraguó todo. El pacto sobre la reforma laboral se negoció entre Adriana Lastra, Pablo Echenique y Mertxe Aizpurua «a espaldas» de su portavoz en el Congreso, Aitor Esteban, aseguran, por más que Sánchez y la portavoz de Bildu acercasen posiciones en público desde la tribuna del Pleno.
El PNV se siente traicionado
Fuentes de la ejecutiva del PNV en Bilbao señalan que la confianza con Moncloa se ha quebrado y advierten de que «con estos antecedentes» será muy complicado que Sánchez saque una sexta prórroga al estado de alarma, que además se votaría en precampaña de las autonómicas. «La confianza está tocada. Ya nadie se fía», añaden en Sabin Etxea, donde esperan cobrarse su apoyo al Gobierno en la próxima votación en la Cámara Baja. «Somos corredores de fondo, ya hablaremos cuando vuelvan a pasar por taquilla», avisan.
Lo cierto es que a un mes y medio de las elecciones vascas, convocadas para el 12 de julio, este acuerdo supone un espaldarazo para Bildu, que vende su «utilidad» política en Madrid para rentabilizarlo en clave electoral. Sánchez brindó a Otegui un protagonismo inesperado en el Congreso pese a que sus cinco votos eran estériles: «Cuando Bildu es decisivo, mejora la vida de la gente. Quiero enviar un saludo a toda la clase trabajadora del Estado español», dijo el líder batasuno, que ayer hizo tándem con Iglesias para presionar a Moncloa por que cumpla con lo firmado.
Pero lo más sangrante para el propio socialismo es que los logos del PSOE, Podemos y Bildu se pegaron en un documento por escrito horas después de que los nostálgicos de ETA rociasen con pintura roja la casa de la líder del PSE, Idoia Mendia. Mientras en Madrid negociaban su acuerdo con Moncloa, en Vitoria frustraban una declaración institucional del Parlamento vasco de «condena» a la última oleada de ataques de la escisión violenta ATA. La misma portavoz de Bildu, Aizpurua, que negocia con Lastra aseguraba ayer en La Sexta: «¿De qué valdría que yo lo condenase?»
Los socialistas vascos reconocían ayer en privado lo «inoportuno» del acuerdo con Bildu cuando todavía hoy se le exige la mínima exigencia ética con la violencia. Sánchez dio su palabra de que no habría entendimiento (« Si quiere lo digo cinco veces o veinte: con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar»), pero eso se acabó cuando el PSN de María Chivite se aupó a sus hombros para llegar al Gobierno de Navarra. Una estrategia política de máximo riesgo que dirige el fontanero de Ferraz Santos Cerdán. Y que incluye los últimos movimientos de presos de cárceles supervisados por Interior.
ALGUIEN TIENE QUE SER SENSATO EN EL GOBIERNO DE LOCOS.
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