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viernes, 3 de mayo de 2019

CUANDO EL MÓVIL MANDA EN TU CASA,SOIS EXTRAÑOS.

Probablemente estés leyendo este artículo en tu móvil. Si lo haces en la tableta o desde el portátil, lo más seguro es que tengas tu smartphone cerca. Y, de ser así, lo habrás revisado al menos una vez en los últimos diez minutos. Las notificaciones de nuestras redes sociales o aplicaciones de mensajería como WhatsApp o Telegram nos hacen volver a la pantalla a cada rato. Y, en muchas ocasiones, atender esa demanda virtual se convierte en prioridad frente a nuestras relaciones presenciales.
Porque, si uno de cada tres menores dedica más de tres horas al día a Internet, los adultos miramos el móvil, de media, más de 150 veces diarias, según los datos del estudio How many times do you check your mobile phone per day?, elaborado por Oracle Marketing Cloud. El problema no es el uso de las tecnologías –que nos aportan útiles herramientas de comunicación, entretenimiento y educación– sino el abuso que hacemos de ellas. De hecho, más de 7,6 millones de españoles se consideran adictos a su teléfono móvil –al que dedican una media de tres horas y 51 minutos diarios– y, en algunos casos, llegan a utilizarlo incluso mientras conducen, como recoge un estudio de rastreator.com realizado a finales de 2018. Una creciente adicción tecnológica que nos ha llevado a normalizar situaciones en las que ignoramos a nuestro entorno en favor de la comunidad digital.
Se trata de un fenómeno cada vez más corriente –tanto en jóvenes como en adultos– que los expertos han bautizado como phubbing. El término, surgido de la contracción de las palabras inglesas phone (teléfono) y snubbing (ignorar), se ha traducido al castellano como ningufoneo. Esta dinámica, en la que la misma tecnología que nos ayuda a estar cerca de los nuestros acaba levantando muros entre nosotros, es algo a evitar si buscamos una relación familiar sana. Según un trabajo realizado en 2016 por dos investigadores de la Universidad de Kent (Reino Unido), la preocupación de “quedarse descolgado de los eventos, sucesos y conversaciones que están teniendo lugar en el círculo social” alimenta este uso problemático del móvil.
Hasta tal punto de que el hecho de ignorar a la gente para mirar el teléfono se considere algo habitual y no una falta de educación ni de interés. Sin embargo, dedicar los escasos momentos de ocio que nos permite el ritmo de vida actual pegados a la pantalla de nuestro móvil afecta negativamente a las relaciones familiares. El resultado inmediato es un tiempo de calidad perdido para padres e hijos. A la larga, también puede tener consecuencias en el rendimiento, el estado anímico, las relaciones con el resto de la familia y el descuido de otras facetas de la vida cotidiana como la alimentación o el sueño.
Comprobar el correo personal o contestar un mail del trabajo; mantener al día los grupos de WhatsApp; revisar las notificaciones de Twitter; comprar en la web de tu tienda favorita, leer los resultados deportivos; buscar modelo para la próxima boda, jugar online; subir a Instagram tu último selfie; organizar esa quedada de amigos para las vacaciones; consultar los deberes en el chat del Instituto; grabar un musical.ly de la última canción de Rosalía… Da igual la edad y el momento. Todos rogamos a los demás paciencia mientras terminamos y agotamos ese minuto que nunca acaba. “Lo mando y voy a poner la mesa. Acabo de leer esto y te ayudo con los deberes. Termino el capítulo y recojo la habitación. Ya sé que estamos cenando, sólo quería decirle una cosa y lo guardo…”. La realidad es que el uso indebido y masivo de los smartphones está modificando las rutinas familiares hasta el punto de convertir al teléfono en el mimado de la casa.
El estudio Not at the Dinner Table: Parent’s and Children’s Perspectives on Family Technology Rules, realizado conjuntamente por las universidades de Michigan y San Francisco, deja claro que tanto para los adultos como para los niños y jóvenes es muy difícil cumplir con las reclamaciones de desconexión. Para revertir esta situación es fundamental una actitud positiva y proactiva de los padres a la hora de establecer reglas razonables y sensatas en el uso de los dispositivos, tal y como como destaca la web Por un uso Love de la tecnología, con la que Orange quiere concienciar a niños y mayores sobre la importancia del uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías así como de los abusos que se pueden hacer de ellas.
Que el multitasking está perjudicando las relaciones personales es un hecho. No en vano, el CIS apuntaba hace un par de años que los conflictos familiares provocados por las nuevas tecnologías habían aumentado para más del 51% de los encuestados, mientras que un 67,9% reconocía la disminución de la comunicación entre padres e hijos.
“Las nuevas tecnologías de comunicación e información (TICs) están diseñadas para captar rápidamente nuestra atención. De ahí derivan conductas impulsivas y de apego extremo, poco controlado y ansioso de chequeo permanente de las redes sociales. El phubbing encarna un nuevo problema comunicacional que no existía hace una década. Todos necesitamos atención y, si estamos conversando con alguien, valoramos  que esa persona nos muestre interés. Si esto no ocurre, esta desatención por mirar el celular, hace que la otra persona se frustre y a su vez, tome distancia emocional generando un feedback negativo y perdiendo fluidez la comunicación”, explica Carlos Spontón, director del Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21 (Argentina).
Los conflictos familiares provocados por las nuevas tecnologías han aumentado para más del 51% de españoles, según el CIS
¿Qué hacer para evitarlo? Lo primero es ser un buen ejemplo para nuestros hijos reduciendo el tiempo de uso de nuestro smartphone. Para reconducir el mal hábito del phubbing, es aconsejable fijar normas para que los menores sepan dónde y cuándo pueden utilizar la tecnología. Es recomendable prestar especial atención a que se cumpla con las horas de sueño. Vetar la presencia del móvil durante las actividades que se desarrollen en familia  –o al menos desactivar las notificaciones de las aplicaciones más habituales– es una opción que enriquecerá nuestro tiempo juntos. Idear formas de ocio libres de tecnología – deportes, sesiones de cine casero con juegos de mesa, actividades al aire libre o que impliquen el contacto directo y presencial con sus iguales– darán un valor añadido a las rutinas familiares.
Además, es necesario acostumbrar a los menores a expresar sus emociones y a resolver los conflictos mediante el diálogo cara a cara. Es importante que entiendan que hay formas de comunicación mucho más efectivas que la mensajería. Hemos de transmitirles que un uso desmesurado del teléfono puede repercutir directamente en su capacidad de atención y concentración y provocar un aumento de sensaciones de ansiedad, soledad e incluso depresión.
CUANDO LE MOVIL MANDA CASA EL AMOR Y CARIÑO FAMILIAR SALTA POR LA VENTANA.

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