Los españoles no queremos ser suecos.
El horario de invierno favorece el reparto más equilibrado de horas de luz y respeta el ritmo biológico, pero la opción preferida es «veranizar» todo el año.
España comparte horario con países tan lejanos en el mapa como Polonia o Suecia. Un Estado de sol, turismo y playa se siente más cómodo, no obstante, con el cambio que se ha producido esta madrugada, cuando ha llegado, ¡por fin!, el horario de verano y el reloj ha saltado repentinamente de las 2.00 a las 3.00. Decimos por fin porque el sentir común, el plasmado por el 93%de los españoles que participaron en un macrosondeo que testaba qué horario quería cada país, es el de que escogemos el horario estival. Después, se rubricó esta misma impresión en otra encuesta elaborada por el Centro deInvestigaciones Sociológicas (CIS) , así que la conclusión parece evidente, por aplastante mayoría: «No queremos ser suecos».
El Gobierno español comunicó hace dos semanas que no ha adoptado una decisión oficial sobre su horario, aunque tendrá que hacerlo por imposición comunitaria y como muy tarde, en abril de 2020. La Comisión Europea quiere que el de 2021 (sea en marzo, para el país que opte por el horario de verano, o en octubre, para los que se decanten por el de invierno) sea el último cambio en las manecillas el reloj. Y, a partir de ahí, que cada país vuele. Claro que también teme el desajuste del mercado interior y el caos aéreo consecuente si cada Estado miembro opta por una vía diferente, así que pide «coherencia» y «cohesión» en las decisiones. Bruselas teme el enredo.
De hecho, en septiembre pasado, cuando la Comisión puso a cada país en la tesitura de tener que elegir, el presidente luxemburgués Jean-Claude Juncker quería demostrar que la Unión estaba para asuntos que afectan al trasiego cotidiano y mundano de la población. El 76%de los europeos manifiestan que el cambio tiene un impacto negativo en su vida, así que los informes recabados por Bruselas avalaron que no se siga alterando. Juncker chocó pronto con la realidad. El brete descomunal en que se puede poner a la movilidad en Europa, si se adoptan decisiones incompatibles.
En el caso de algunos Gobiernos como el de Pedro Sánchez se quiso delegar esta magna decisión en una comité de expertos. Trece, en el caso español. El dictamen que salió tras seis meses de reuniones fue el mismo con el que se entró: unos apuestan por un horario, otros por otro, y algunos por no cambiar aquello a lo que ya le hemos cogido ritmo en las últimas décadas. El horario de invierno, no obstante, contó con más adeptos.
La voz de la calle no coincide
¿Por qué se produce este choque, por qué los expertos avalan el de invierno, mientras el ciudadano se inclina masivamente por otro? «El choque es muy sencillo –explica a ABCJorge Mira, catedrático de Física de la Universidad de Santiago de Compostela, y miembro de ese «sanedrín del horario»–. La gente asocia horario de verano a estar en verano». Mira es de los que opinan que debe seguir haciéndose el cambio estacional de hora. «Afortunadamente, no tenemos que ser suecos. No tenemos la variación del día solar tan brutal que tienen en Suecia. A un sueco el día de invierno puede durarle solo 5 horas. En verano el día puede durarle 19 horas. Hay una diferencia de 14 horas en seis meses. Estamos mucho mejor los españoles».
El físico se retrotrae a quien empezó la aventura de la supresión del cambio de hora hace justo un año: «Los finlandeses empezaron este follón porque están peor. Allí pasan de 24 horas de día a 24 horas de noche en seis meses. Esa es la razón de que el cambio estacional para ellos no suponga nada. Si yo fuese finlandés, diría lo mismo. Pero mi país no está sometido a una oscilación así. Ignorar eso es el gran problema de este debate».
En España, el sol suele brillar alrededor de nueve horas en invierno y dieciséis en verano. Para el profesor José María Fernández-Crehuet, la pregunta del horario vino a continuación de testar a los españoles en el CIS sobre si estaban a favor o en contra de que se legalice la venta de marihuana. «Son preguntas “trampa”. Atodos nos gusta disfrutar del verano, con buen tiempo, y el frío nos gusta menos, lo asociamos al invierno y al trabajo. Los expertos recomendamos horario de invierno todo el año y no significa renunciar al sol y a la luz. Si el CIS hubiera preguntado, por ejemplo, si estaría usted interesado en que cuando se levante haya luz natural, también se hubiese afirmado mayoritariamente», culmina el profesor de Economía e Innovación en la Universidad Politécnica de Madrid.
Por su parte, José Luis Casero, presidente de la Asociación Nacional para la Racionalización de los Horarios (Arhoe), también promueve el horario de invierno. De hecho, suscribe, en invierno ya disfrutamos del horario de verano que nos correspondería por nuestra situación geógrafica respecto al meridiano de Greenwich (por eso es GMT+1 y no GMT). «El horario más equilibrado para nuestro modelo socioeconómico y para nuestro ritmo cronobiológico y de sueño es el de invierno. La gente, por confusión, puede pensar que adoptando el horario en marzo (mal llamado de verano) se “veraniza” el año y eso no es cierto. Hay un desequilibrio de horas de luz y oscuridad que hace que tengamos menos horas de luz en invierno y más en verano. La cuestión es cómo distribuirlas para que sean más equilibradas». «No tenemos que demonizar la noche y convertir la luz en algo maravilloso, porque hay otros elementos (un argumento que comparte con Fernández-Crehuet) como las altas temperaturas que, en verano, te impide salir a la calle antes de las cinco de la tarde. Si no se toca el horario de invierno, favorecerá que tengamos más luz de mañana», dice.
Subyace el debate de la conciliación
Casero tiene claro desde que se sentó a discutir en esa mesa de expertos que lo que España está rehuyendo (casi todos los países, por efecto contagio) es el debate de la conciliación y los «usos» laborales, porque «si se saliese del trabajo a las 17.00 no habría problema con entrar con luz solar por la mañana y quedarnos con el horario de invierno». «El del horario no es un proceso que se deba hacer por referéndum. Y, si no, que hagan la consulta pública de quién quiere salir antes del trabajo», propone.
El español apostó por «veranizar», sabedor de la cultura nacional del annochecer más tardío ligado a la terracita y el tiempo libre. Lógicamente, para ello, no es lo mismo vivir en la Coruña, donde hoy 31 de marzo anochecerá a las 20.58 horas (19.58 horas si no se cambiase la hora) que hacerlo en Barcelona o Mallorca, donde el sol se pondrá casi una hora antes. Un 20 de diciembre, cambiar o no también supone un mundo: porque a las 11.00 de la mañana en La Coruña, si no se cambiase el de verano, sería casi de noche aún. Por eso, las opiniones de los hosteleros en un extremo y otro del país están en las antípodas.
Para el empresario balear, «el cambio de hora de verano es propicio y favorece que la oferta de servicios sea mayor y el cliente pueda disfrutar de más oportunidades durante más tiempo», comentan fuentes oficiales de la Federación Empresarial Hostelera de Mallorca, aunque las mismas precisan que con tanta variedad de turistas en el archipiélago, «adaptarse a la demanda de cada cliente en el sector de la restauración y el ocio no supone un problema», es una cuestión obligada si se quiere dar el mejor servicio, informa Josep Maria Aguiló.
Beatriz Carballido, gerente de la Federación de Empresarios de Hostelería de Pontevedra, opina que los vaivenes en la franja horaria se resienten mucho más en Galicia que en Madrid. «No nos vamos a poner nunca de acuerdo con lo que opinen en Baleares, por ejemplo. Pero es que además no vamos a estar contentos nunca aquí, porque nosotros estamos en el huso horario de Portugal y ellos han apostado por rechazar el cambio de hora. Lo mismo pasa aquí, deberíamos probar a mantener lo que estamos haciendo ahora y a ver qué pasa», emplaza Carballido.
Parece obvio que seguiremos discutiendo sobre la hora, al menos, un año más.
QUEREMOS SER ESPAÑOLES SÓLO Y CIUDADANOS DEL MUNDO
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