El negociador de la UE para el Brexit, Michel Barnier, en una rueda de prensa este miércoles en Bruselas.
Las diferencias sobre Irlanda del Norte amenazan con dinamitar el Brexit.
Reino Unido rechaza de plano el borrador del tratado de salida presentado hoy por la UE.
Brexit significa Brexit, según le gusta decir a la primera ministra británica. Theresa May. Pero a medida que avanza la negociación está más claro que la traducción de la salida del Reino Unido de la Unión Europea provoca interpretaciones muy distintas a ambos lados del Canal de La Mancha. Tras casi un año de conversaciones, Londres sigue en la indefinición: no termina de dejar clara su postura en muchos de los asuntos fundamentales de ese divorcio, el primero en las más de seis décadas de historia de la UE. Y la Unión ha desvelado hoy miércoles una pieza fundamental de su posición: el primer borrador legal del acuerdo de salida del Reino Unido, con 169 artículos y 120 páginas para abrir boca. El negociador jefe de la Unión, Michel Barnier, ha explicado que hay "diferencias enormes, excesivas" en asuntos relacionados con el periodo transitorio —entre el divorcio y la firma de un nuevo acuerdo comercial— y los derechos de la ciudadanía. Pero ese borrador incluye sobre todo un capítulo que levanta ampollas en Reino Unido: un protocolo sobre Irlanda del Norte que dejaría a ese territorio dentro de la unión aduanera, con total alineación regulatoria y bajo el control del Tribunal de Justicia de la UE.
Irlanda del Norte es a día de hoy la principal fuente de problemas, hasta el punto de que puede hacer descarrilar las negociaciones y provocar una crisis de Gobierno en Londres. Barnier ha dejado claro que no busca "provocar" a los británicos. Pero con esa propuesta para Irlanda del Norte, que persigue evitar la denominada "frontera dura" en la isla verde, Barnier puede haber rebasado varias líneas rojas británicas. "La zona común", dice el borrador", "debe consistir en una zona sin fronteras internas en la que se garantiza la libre circulación de mercancías y se protege la cooperación Norte-Sur". En plata: la propuesta europea consiste en dejar Irlanda del Norte dentro de la unión aduanera, para desespero de los partidarios de un Brexit duro. May sigue en el Gobierno gracias al apoyo de los nacionalistas norirlandeses, que están en contra de esa medida. Sobre todo porque seguir en la unión aduanera exige seguir bajo el paraguas de los tribunales europeos, y cumplir a rajatabla toda la normativa de la UE. Bruselas quiere "alineamiento regulatorio" para que sea posible, un eufemismo que esconde una realidad durísima para los partidarios del Brexit duro: hay que respetar toda la regulación europea en materia de pesca, del mercado eléctrico, de protección ambiental, de ayudas de Estado y demás.
Barnier ha protagonizado una comparecencia en la que ha subrayado la "calma y el pragmatismo" de la posición europea. Ha reclamado a los británicos que presenten propuestas de una vez, y ha dejado claro que el acuerdo de transición "está lejos". "El tiempo se echa encima", ha repetido: ese borrador tiene que discutirse ahora con los Veintisiete socios de la UE y con el Parlamento Europeo. Reino Unido dejará la Unión el 30 de marzo de 2019, en apenas 13 meses. Y en ese momento debería entrar en vigor un acuerdo de transición hasta finales de 2020. "Si queremos cerrar con éxito la negociación hay que acelerar, pero aún no hemos visto las propuestas británicas en capítulos esenciales", ha criticado. Y ha puesto dos ejemplos que para Europa son innegociables. Uno: Londres quiere que los derechos de los ciudadanos que los soliciten durante el periodo transitorio sean inferiores a los de los europeos que hayan llegado a suelo británico antes de marzo de 2019; Bruselas reclama "igualdad de trato". Y dos: el Gobierno británico insiste en que se le reconozca el derecho a oponerse a las nuevas leyes europeas que entren en vigor durante el régimen transitorio; Bruselas rechaza de plano esa posibilidad para evitar divergencias reglamentarias que pondrían en jaque el mercado único.
De Londres solo llegan señales de alarma. Los laboristas de Jeremy Corbyn dejan a May en una situación muy delicada después de haber abrazado, finalmente, la posibilidad de una unión aduanera. La fragilidad de May, atacada desde el franco de los partidarios del Brexit duro y desde el bando contrario, es evidente. La puntilla es la explosiva situación que provoca la propuesta europea sobre Irlanda del Norte, que según los británicos —y su ruidosa prensa— atenta contra "la integridad territorial, constitucional y económica del Reino Unido". Frente a todo ese ruido, Barnier sigue impasible: "A nadie le pueden sorprender las propuestas europeas; son la traducción jurídica de todo lo que hemos negociado y de nuestras posiciones, que son de sobra conocidas", ha dicho ante la prensa. La respuesta británica llegará el viernes, en un esperadísimo discurso de May.
El lío está asegurado. Un portavoz de May ha asegurado que el Ejecutivo británico rechaza de plano el borrador presentado por Barnier. "El texto que se ha puesto hoy sobre la mesa no está acordado, y vienen meses de negociaciones", ha asegurado la misma fuente a Reuters.
INGLATERRA TIENE LOS DIENTES MUY GRANDES Y SE VA A IR CON UN BUEN BOCADO COMUNITARIO. VEAN SU HISTORIA DE TRATADOS Y SALDRÁN DE DUDAS.
No hay comentarios:
Publicar un comentario