«Sólo el 59% de los españoles afirma que es feliz». Esta es una de las conclusiones de un estudio internacional realizado por la empresa de mercado Ipsos entre 24 países. Comparados con otras naciones, los españoles son los ciudadanos menos felices del mundo, solo los húngaros se encuentran peor que nosotros (53%). Muy lejos de los que más y mejor sienten que la vida les sonríe: indonesios (el 92% se considera feliz), canadienses (86%), suecos (85%) y estadounidenses (84%).
Este estudio se ha realizado entrevistando a entre 500 y 1.000 personas en cada uno de los 24 países analizados. En Europa, los más felices son suecos, belgas, británicos, franceses, alemanes e italianos.
Pero, además, a los españoles son a quienes más importa el dinero para lograr la felicidad. De hecho, a nadie le sorprende, que las personas con altos ingresos económicos se sientan más felices que aquellas que tienen unas rentas medidas o bajas. También las mujeres son más felices que los hombres y los jóvenes menores de 35 años se siente mejor con su vida que aquellos mayores de esa edad..
COMENTARIO:
Somos infelices porque nos hacen infelices. Seis millones de parados y los que tenemos la dicha de trabajar, en precario. Yo cobro 15000 euros al año. Eso, descontando impuestos y demás mamandurrias que dirían otras hace que mi sueldo sea de unos 1060 euros netos, que son engañosos, porque en esos mil escasos euros entran 9 euros de dieta alimenticia que me dan diariamente que si por cualquier razón no voy a trabajar (enfermedad, vacaciones, día de licencia por cualquier eventualidad,...) no me los pagan. De modo que descontando esa "dieta", mi sueldo real neto sería de 862 euros por comerte marrones como pianos día sí día también. Todo un chollo para ser feliz. Y encima date con un canto en los dientes porque tienes trabajo. Seis años, seis, hace que no me lo suben. No me están subiendo ni el IPC anual. Seis años sin subirnos un mísero euro, pero los precios de las cosas sí que no dejan de subir. Los objetos de primera necesidad por las nubes. La electricidad, subiendo como una avioneta. Ya hasta hemos acuñado el término "pobreza energética". ¡¿Pero cómo demonios pretenden que seamos felices?!
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