Palacio de Jovellanos-Gijón-Asturias-España(foto J.A.Miyares)
¿ESPAÑA SERÁ UNA NUEVA GRECIA?
El FMI y la UE han llegado a la conclusión de que el plan de rescate de Portugal está “en la dirección correcta”. No se me ocurre otra traducción para el ‘on track’, que es como el Fondo dice que un país ‘en programa’—o sea, rescatado—va cumpliendo los objetivos.
Entretanto, en España ha logrado concienzudamente crear un caos más que notable y un desprestigio nacional formidable. Lo hemos conseguido, además, en nuestra mejor tradición: con el apoyo de las dos grandes fuerzas políticas. Por suerte, los nacionalistas todavía no han decidido meter la pezuña. Ojalá sigan así y dejen que lo hagan PP y PSOE.
Pregunte usted a cualquier alto funcionario internacional acerca del baile de cifras del déficit español y le dirá una palabra: “Grecia”. O eso o cosas del estilo de “algo parecido pasó hace dos años con otro país al que no le han ido las cosas demasiado bien” (una pista: empieza por ‘G’).
Porque, como esta misma gente sabe, “muy a menudo, cuando tienes una crisis inesperada, a menudo tiene que ver con unas estadísticas pobres”.
Y eso es lo que pasa en España. Hemos pasado del déficit del 6% del PIB al 8%, y de ahí al 8,51%. Con semejante desmadre, The Economist citaba ayer a una fuente anónima del Gobierno alemán afirmaba ayer que “todo el mundo sabe que los españoles están mintiendo sobre los números”.
No hay cosa peor que tener un déficit que crece más de lo esperado de esta forma tan brutal. Porque, ahora sí, da una imagen profundamente bananera. Como la idea de esperar a sacar los Presupuestos a después de unas elecciones regionales. Merkel aplazó el primer rescate de Grecia por una razón similar. El resultado fue el descrédito más brutal de la canciller. El problema es que Alemania tiene crédito suficiente como para permitirse esas imbecilidades. España, no.
Con ese desmadre en los números, la idea de que Berlín nos perdone y nos deje hacer un ajuste menor parece utópica. “España necesita actuar rápidamente”, dicen quienes tienen la llave de la caja fuerte. Hemos fundido la buena voluntad internacional con nuestro baile de números.
El problema es que, seamos honestos, si se recorta el déficit del 8,51% del PIB al 4,4% en medio de una recesión, se sepulta al país en una depresión. Y se entra en un círculo vicioso: más ajuste, más depresión, menos recaudación fiscal, luego más déficit, y así sucesivamente.
El final tiene un nombre: Grecia.
¿Seremos capaces de evitarlo?
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