Hoy todo se descompone ante nuestros ojos: manifestantes que convierten el deporte en pancarta y boicot a quien nada tiene que ver, activistas y políticos que manipulan usando metáfora como mentira, y, mentira como metáfora. Una parte del periodismo es muy arbitraria e incluso activista. Políticos sin escrúpulos y un Gobierno que actúa con indecencia complaciente desde poderes que debieran actuar de oficio como sí hacen con causas bastante menores. A esto se suman instituciones que se venden al poder, corruptos, fugados y delincuentes que gozan de impunidad a cambio de poder, ciudadanos adormecidos y una separación de poderes pisoteada. Dar impunidad a corruptos y delincuentes no es solo injusto: pisa un derecho inalienable, la igualdad de todos ante la ley. La democracia, en estas condiciones, se vacía de contenido mientras avanza el riesgo de una autocracia que nadie ha autorizado.
Europa, que fue referente de valores, libertades, derechos, Estado de Bienestar, paz y seguridad, se resquebraja por empacho de solidaridad. España, convertida en puerta abierta al desastre, sufre un efecto llamada a una inmigración descontrolada, muchas veces proveniente de culturas y religiones cargadas de fanatismo difícil de integrar. El turismo masivo, lejos de enriquecer, precariza el empleo, convierte el salario en limosna y encarece la vida y la vivienda hasta expulsar a los propios ciudadanos de sus ciudades. Hace la vida imposible.
Quien gobierna no puede refugiarse en el puritanismo ni en un buenismo hipócrita. Igual que cualquiera pone cerradura a la puerta de su casa para proteger lo que es suyo, un Estado tiene la obligación de regular y defender sus fronteras. Renunciar a ello no es un gesto de humanidad, sino una irresponsabilidad que abre la puerta a la ruina. La historia ya ha escrito demasiadas veces este desenlace: grandes imperios, con buenos principios, acabaron en un mal final por la debilidad de sus gobernantes y la sumisión de sus pueblos.
La cobardía política, la impunidad y la complacencia social no construyen democracia: la destruyen. Si no se reacciona a tiempo, España y Europa quedarán como ejemplo de lo que ocurre cuando quienes debían defender la libertad y la justicia prefirieron traicionarlas.
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